La pobre Cataluña


Edurne Uriarte, ABC
20/11/12

La incomprendida Cataluña y los ofendidos catalanes dominan las percepciones de nuestra cultura política. ¿El deseo de independencia? Una consecuencia lógica del maltrato sufrido por la víctima, la pobre Cataluña.

EL nacionalismo va a arrasar el próximo domingo en Cataluña. Da igual que Conv ergencia i Unió no obtenga la mayoría absoluta porque Artur Mas tendrá socios de sobra para promover el referéndum independentista, a Esquerra, a los comunistas, y a los socialistas, que también están «por el derecho a decidir». Y no hay manera de cambiar el curso de esta historia porque el independentismo se ha convertido en un ingrediente más de la bondad y el victimismo del nacionalismo catalán.

La incomprendida Cataluña y los ofendidos catalanes dominan las percepciones de nuestra cultura política. ¿El deseo de independencia? Una consecuencia lógica del maltrato sufrido por la víctima, la pobre Cataluña.

Con los políticos e intelectuales socialistas al frente. Esto es lo determinante del final anunciado de la historia, la explosión del conflicto independentista. Un exconsejero socialista de la Generalitat, Antoni Castells, lo proclamaba la semana pasada. Los puentes están dinamitados, escribía, y la culpa la tiene el nacionalismo español, añadía. Por supuesto, hablaba de Cataluña y España y no tanto de los catalanes y de los españoles porque hasta en eso se ha hecho profundamente nacionalista la izquierda española.

El poseedor de los sentimientos y de los derechos es la nación y no los ciudadanos, y cuando esto le ocurre a la izquierda, a los dirigentes políticos y también a los intelectuales, la conclusión es que el nacionalismo étnico se ha impuesto de manera aplastante.

Esto es como lo de Messi y Cristiano, pero al revés, al menos, en presunción y chulería, pues Cristiano sería el arrogante nacionalismo catalán y Messi el tímido nacionalismo español. Pero para lo demás, para el tratamiento público y las adhesiones, la cosa se parece. Messi, el nacionalismo catalán con nombre argentino, es siempre una víctima, el pobre, aunque se pase el día echando broncas a Villa, y Cristiano, el nacionalismo español con nombre portugués, un malvado aunque le partan la ceja. Y puestos a firmar adhesiones, ya se sabe lo que ocurre en términos de opinión pública, que todo el mundo se apunta a la víctima.

A apoyarla, a comprenderla y a procurar no disgustarla. No vaya a ser que se sienta aún peor y se ponga más independentista, si cabe. Este es el problema de la otra parte, de la malvada España, que fuera de los malos oficiales que somos los que escribimos y decimos estas cosas, y encima somos fans de Cristiano Ronaldo, hasta cuando se pone chulo, los demás están en lo de los puentes. En ser delicados, cariñosos y generosos con la pobre víctima, lo que tiene el efecto obvio de certificar que, en efecto, la mala y la culpable es España.

Edurne Uriarte, ABC 20/11/12