Los “juveniles” de ETA intentan evitar otro arresto al estilo “Bayona”

Han pasado los últimos meses agazapados en sus casas por orden de ETA, pero, una vez superado el filtro del Tribunal Constitucional, los «cachorros» de la banda vuelven a asomar el hocico.

Con Bildu recién instalado en las instituciones del País Vasco y disfrutando de la mayor cuota de poder jamás lograda por la «izquierda abertzale» radical, los violentos se sienten más fuertes que nunca y no están dispuestos a perder presencia en la calle, su hábitat natural. Pese a las advertencias lanzadas desde el sector batasuno para que nadie rompiera la disciplina marcada desde arriba y obstaculizara su regreso a las urnas, los más ortodoxos de la manada se resisten a desaparecer del foco. Ello, aunque sus acciones puedan poner en un aprieto a los de Martín Garitano, que a día de hoy siguen manteniendo que no es necesario rechazar a ETA. «El ciclo de la violencia ha terminado», insisten desde el oficialismo «bildutarra».

Envalentonados por la hegemonía local de la coalición Bildu, que defiende la «ley de la jungla» desde las instituciones —ya sea con la retirada de los símbolos constitucionales o la desaparición de las medidas de seguridad—, los radicales «abertzales» han decidido tomarse la justicia por su mano. Primero frustraron en Bayona, el pasado martes, la captura de la ex dirigente de Batasuna Aurore Martin, objeto de una orden de detención que Francia sigue sin satisfacer por «problemas de orden público». Ayer, unos cuarenta militantes se enfrentaron en Vitoria a la Ertzaintza cuando los agentes acababan de detener a un joven de 24 años con antecedentes por «kale borroka». Estos hechos se producen en pleno arranque de la campaña de fiestas populares en los pueblos de Euskadi, históricamente capitalizados por los proetarras.

Según informó el Departamento Vasco de Interior, el detenido había atacado un furgón de la policía autónoma con la pintada «Gora ETA militarra» (Viva ETA militar»). El vehículo daba cobertura a los servicios municipales de limpieza, que debían retirar numerosos carteles en apoyo a los presos y a Segi, la organización juvenil de la banda. ¿Un mensaje que pone de manifiesto las tensiones internas entre los duros y los blandos —los políticos alineados a EA, que tratan de salir de la órbita de la banda— o un mero asunto de borrachos?

A golpes con los agentes

Lo cierto es que el ataque, que tuvo lugar a las 7.45 de la mañana del domingo tras la celebración de las fiestas del barrio de Judizmendi, estaba debidamente organizado, ya que cuando los ertzainas procedían a trasladar al arrestado a comisaría un grupo de violentos se presentó en el lugar, rodeó la furgoneta y la emprendió a empujones contra el vehículo.

Los exaltados, según informó el Gobierno Vasco, lanzaron piedras, botellas y objetos a otros ertzainas que ofrecían apoyo a sus compañeros, y que tuvieron que cargar para disolver al grupo, tras lo cual detuvieron a una joven de 22 años y un menor de 17. Ambos están acusados de un delito de atentado contra agentes de la autoridad, mientras que el primer detenido ha sido imputado por enaltecimiento terrorista. Todos fueron identificados y puestos en libertad a la espera de ser llamados a declarar por el juez.

Los altercados tuvieron lugar coincidiendo con la presencia en el País Vasco del ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, quien acudió a Bilbao para participar en un acto de partido relacionado con su candidatura a La Moncloa. Obviando estos graves casos de desobediencia civil proetarra, —las agencias aún no habían rebotado los hechos— el responsable de Interior se reafirmó en su creencia de que la paz está más cerca. «Estamos viendo el final de ETA. Cada vez está más lejos el terror», dijo Rubalcaba, quien reconoció que es «importantísimo» que en estos momentos no se den «pasos en falso» en la lucha contra los violentos.

Desde Valencia, el vicesecretario de Comunicación del PP, Esteban González Pons, denunció que con Bildu en los ayuntamientos ETA tiene «más poder que nunca en su historia» y, por ello, exigió al Gobierno del PSOE que no tenga «ni un gesto de conciliación» con la banda. Rubalcaba le replicó que su Gobierno mantendrá la política de «firmeza» y continuará con los arrestos, desoyendo la petición de voces dentro del PSE, que apuestan por arriesgar más en «pacificación». En este grupo encuentra el mismísimo presidente de los socialistas vascos, Jesús Eguiguren, quien no ha acudido por «encontrarse enfermo», según fuentes socialistas.

ABC, 27/6/2011