Nada es igual

la opinión pública sabe que la Ley de Partidos, de la que tanto abjuraron las fuerzas nacionalistas, ha sido el motor de la reconversión del brazo político de ETA. Esa toma de conciencia es el principal avance en la sociedad vasca, a pesar de que algunos dirigentes vuelven a recurrir al juego de la equidistancia.

Los recelos de una parte de la sociedad en contraste con el entusiasmo desmedido entre quienes quieren ayudar a Batasuna a que vuelva a las instituciones recuerdan algunos de nuestros particulares ‘episodios nacionales’ de otros tiempos. Pero el pulso de ETA con la sociedad democrática va cambiando. A nadie se le escapa ya que no se es demócrata «de un día para otro» como muy certeramente ha declarado hace unos días Patxi Elola, conocido concejal socialista de Zarautz que procede de ETA p-m, como Mario Onaindia o el propio Teo Uriarte. Y precisamente porque quienes más conocen las dificultades del proceso de adaptación a la democracia son quienes se muestran más escépticos, la percepción de dominio público es que si Batasuna ha sacado a Sortu de la chistera no ha sido porque se haya convertido a la democracia sino por ‘imperativo legal’.

De los engaños se aprende. Y la opinión pública sabe que la Ley de Partidos, de la que tanto abjuraron las fuerzas nacionalistas, ha sido el motor que ha puesto en marcha la reconversión del brazo político de ETA. Esa toma de conciencia es el principal avance que se detecta en la sociedad vasca a pesar de que Batasuna ha vuelto a dirigir el debate político y a pesar de que algunos de nuestros dirigentes más destacados vuelven a recurrir al juego de la equidistancia cuando faltan 97 días para concurrir a las próximas elecciones.

Una vez conocida la paralización de la inscripción de Batasuna-Sortu por decisión del ministerio de Pérez Rubalcaba, a pesar de que destacados compañeros de partido, como el alcalde de San Sebastián Odón Elorza no hace ‘ascos’ a que Batasuna pueda concurrir a las elecciones, habrá que reconocer que la izquierda abertzale ha vuelto a descolocar a casi todos. Casi. Mientras la dirección de ETA mide su respuesta pública ahora que sus socios políticos dicen que la dejan sola, los portavoces democráticos incurren en contradicciones. En el Partido Popular; también en el Partido Socialista.

Y de la confusión renace un discurso con intención de recuperar el espacio del epicentro (que no del centro) para instalarse en la cómoda equidistancia. Ni unos ni otros. El PNV se apresuró a abrir el melón de las comparaciones. «Estamos oyendo mensajes que nunca antes se habían pronunciado», vino a decir. Y no se refería únicamente a Batasuna-sortu. También al PP, después de la alusión a la generosidad servida de la mano del secretario general de los populares, Iñaki Oyarzábal. Pero muchos socialistas se apuntaron al juego. El propio lehendakari Patxi López. El presidente del Senado Javier Rojo. Y creció la riada en cuestión de segundos. Todos han cambiado: ETA-Batasuna-Sortu y el PP. Ha sido el coro de la pasada semana. Se trata de un juego pernicioso.

Nadie con altura moral que presuma de cierto rigor intelectual puede poner en la misma balanza al PP y a Batasuna. Resulta obsceno resucitar a estas alturas el franquismo que, afortunadamente y gracias a los esfuerzos de una oposición democrática responsable y al buen hacer de Adolfo Suárez, entre otros, pasó a mejor vida hace más de 34 años. Puede ser que el mensaje de Jaime Mayor incomode, sobre todo porque carece de pruebas cuando denuncia supuestos pactos entre el Gobierno y ETA.

Pero se reduce el debate político hasta el más bajo nivel imaginable cuando, en la guerra partidaria, se equipara al PP con el mundo de Batasuna dando una imagen de dependencia de los primeros con el franquismo para poder hablar de los segundos con el terrorismo. Una ecuación endiablada, donde las haya. Por la sencilla razón, y sonroja tener que recordarlo, que el partido que lidera Basagoiti en el País Vasco no tiene que demostrar que es democrático. No tiene que desligarse de ningún conglomerado terrorista. O fascista. Ésa es una tarea que le corresponde a Batasuna porque procede del mundo terrorista que tanto daño ha causado.

Y como la nueva Batasuna se ha limitado, de momento, a rechazar las acciones futuras de ETA pero no a ETA, porque en el fondo sabe que la banda se resiste a desaparecer, parece lógico que los ciudadanos escarmentados planteen sus dudas razonables. La aparición de la nueva marca de Batasuna eclipsó parcialmente los actos de conmemoración del asesinato de Joseba Pagazaurtundua cuya familia le rindió, la pasada semana, un homenaje ocho años después de su asesinato. Su hermana Maite denuncia cierto síndrome de Estocolmo con ETA, en la sociedad vasca, por culpa del miedo, mientras la maquinaria de la izquierda abertzale prepara la manifestación del próximo sábado a favor de su legalización.

El PNV dice que no va acudir a la marcha pero entre sus valedores figuran dos ‘pata negras’ del nacionalismo como Arzalluz y el exalcalde de Getxo. Vamos aprendiendo. La gente que quiere pruebas se pregunta qué va a pasar con los 42 ayuntamientos en donde sigue gobernando ANV. ¿Mantendrán sus siglas ? ¿Se reconvertirán en la segunda marca que sustituirá a Sortu en caso necesario? Y quienes dudan, porque acertaron con su escepticismo en 1998 y en 2006, sueñan con que la historia no les vuelva a dar la razón.

Tonia Etxarri, EL CORREO, 14/2/2011