¡Pero si eran separatistas!

ABC 19/01/14
JUAN CARLOS GIRAUTA

· Ironía: Mas confunde Convergència con el Ejército de Liberación de Kosovo Confusión Solo les falta a todos aclarar su posición respecto a la ley

Ayer, 18 de enero de 2014, año del tricentenario de algo, Convergència Democràtica de Catalunya, nacida de don Jordi Pujol i Soley cuarenta años antes, declaró formalmente por fin, con claridad cristalina, su condición de partido secesionista. ¡Menuda sorpresa para Fainé, para Duran!

Hace algo más de un año estallaba yo en carcajadas, por puro contagio, con unas esmeradas viandas de por medio, ante uno de los hombres más sutiles de Unió. Se me había ocurrido insinuarle la lejana, levísima, muy hipotética posibilidad de que el presidente Más fuera en realidad un poquito independentista. Bajo esa capa de grisura, tras la condición de mera pieza movible de los Pujol, más allá del designado rol de puente generacional entre el anciano Jordi y el jovenzuelo Oriol, con independencia de haberse mantenido don Artur ajeno a la política en los años setenta, a despecho de su larga resistencia a cambiarse el nombre de Arturo, contra la pertinaz conservación del castellano como lengua familiar, y a pesar de todos los pesares… «Oye, ¿y si el tío resulta ser un pelín secesionista, un poquitito separata, un alma estelada?» Mi interlocutor, lo he contado, me miró fijamente y cayó en un acceso de frenética risa incapacitante. Cuando me la contagió, al cabo de un par de segundos, me sentí como la madre de Cary Grant en «Con la muerte en los talones», cuando se suma a la befa de los secuestradores de su hijo en un ascensor. Qué maravilloso momento cinematográfico. Al grano.

Con su pericia habitual para estas cosas del nacionalismo, banquitos, patronalitas y circulitos de economía (unos circulitos muy cuadraditos), cuando vieron a Mas acceder a la presidencia de la Generalidad –el cargo que trastorna, la púrpura tóxica que perdió a Macià y a Companys, a Maragall y a Montilla– habían exclamado: ¡Al fin! Pero no importan tus antecedentes, no importa cuál fue tu costumbre: es llegar al Patio de los Naranjos y caer en el hechizo. Podría tratarse de visitantes de dormitorio, y no me refiero a señoras tipo Julie Gayet sino a unos seres muy pequeños que se te plantan al pie de la cama mientras duermes y te quieren comer la moral. ¿Es que no ven Cuarto Milenio?

Sea por abducción, sea por posesión, sea por mutación, Mas ha confundido Convergència con el Ejército de Liberación de Kosovo. ¡Con un par! Es como si la Lliga de Prat de la Riba y de Cambó hubiera suplantado a Estat Català. La Lliga era la Convergència de entonces, unos esforzados que no reunían ni a cuatro gatos en 1900 pero que, en pocos años, alcanzaron la gloria. La Lliga inventó el catalanismo político, mandó, envenenó la educación, falsificó la historia de Cataluña, demonizó a Castilla. ¿Les suena? Luego, sin solución de continuidad, financió el alzamiento de Franco, se sumó al gobierno de Burgos, y organizó el corpus intelectual de la Falange desde la editorial Destino («España es una unidad de destino en lo universal»; de ahí).

Lo bueno de la abducción, posesión o mutación, o sea, lo bueno de hablar claro y de que Convergència se arranqué la máscara, es que pone todavía más difícil las cosas a los aficionados a silbar y mirar al cielo. Por ejemplo, han despertado a Navarro: ¡Anda, pero si todo esto del derecho a decidir era una cosa de secesionistas! ¡No! ¿Qué me cuentas, Navarro? ¡Lo que yo te diga! ¡Pues nada, nada, entonces nos desmarcamos! Son las ventajas de la claridad. Ahora sólo les falta a todos aclarar también su posición respecto a la ley. Y ya vamos poniéndonos las pilas.