Presentación del libro ‘La furia y el silencio. Asturias 1962’, de Jorge Martínez Reverte

Intervenciones durante la presentación del libro, el día 16 de septiembre de 2008 en Bilbao, en un acto organizado por la Fundación para la Libertad.

Eduardo Uriarte

Hoy hemos convocado este encuentro para la presentación del libro de un amigo de la Fundación, y un amigo de la Fundación de Víctimas del Terrorismo, un hombre de orígenes militantes de izquierda pero muy sensible ante la violencia terrorista. Probablemente bastantes de los que suelen acudir a nuestros actos están ahora en la concentración de la Plaza Moyúa, con ese sentimiento de dolor y solidaridad con la familia del brigada asesinado en Santoña. Con el deseo de que los heridos se pongan bien. Con este recuerdo empezamos la presentación del libro y la personalidad de Jorge Martínez Reverte. Le conozco porque era amigo de Mario, y Mario tenía una perversa actitud respecto a sus amigos: los tenía separados para gozar de ellos por separado y que no nos encontráramos nunca. Tenía los amigos dispersos. Y nos ha pasado a varios habernos encontrado después de su muerte. ¡Qué egoísta el tío!, decíamos.

Ya tuve ocasión de presentar otro libro de Jorge, ‘La batalla de Madrid’. He disfrutado mucho con sus crónicas históricas pero también con sus novelas de misterio, policíacas, una excusa para describir determinado paisaje, como en ‘Gálvez Gudari’. Este libro, ‘La furia y el silencio’ es una crónica novelada de lo que ocurrió en 1962 en una huelga que todos recordarán. La recordamos como en nebulosa, con preocupación. Yo me di cuenta porque de repente desapareció la Guardia Civil de la cárcel de Vitoria, y se ocupó el Ejército de la vigilancia. ¿Por qué?, nos preguntábamos. Porque había una huelga en Asturias. Y esa sensación de misterio acrecentaba la preocupación y el interés. Acudíamos a la BBC o Radio Paris, radios que aparecen en este libro como un medio de conocer lo que ocurría.

He dicho que es una crónica novelada. El género de crónica donde lo imaginario y la realidad se mezclan es afortunado para el lector, que lo puede gozar. Pero puede ser tramposo. A través del ritmo y la emoción puede generar sensaciones que manipulen los datos que se ofrecen. Un buen cronista tiene que ser un periodista muy honrado, ir acumulando datos y poniendo referencias, para que el lector sepa a pesar de una línea valorativa que lo que está haciendo el cronista es facilitar la lectura, dando interés pero sin manipular la realidad. El buen cronista goza mostrando los datos y los comentarios son modestas aportaciones, jocosas muchas veces. Tanto aquí como en sus libros de la Guerra Civil se nota esa honradez. Para un lector joven puede resultar pesada tanta nota al margen, de dónde saca los datos, de informes oficiales, pero eso es fundamental para que la crónica no se convierta en un folletín novelesco y pierda la garantía de ser reflejo honrado de la realidad. Digo esto porque analizando la prensa del franquismo un género muy usado era la crónica y no para facilitar ese conocimiento sino para desvirtuar la realidad y llevar la adhesión emotiva del lector hacia los posicionamientos del Régimen. Es muy afortunada la aportación, el trabajo de campo de Jorge, a través del Gobierno civil, la Guardia Civil, el sindicato vertical.

Muchas veces descubriremos que si un autor hubiera querido hacer una caricatura del lenguaje de un burócrata de la Policía entonces, no lo hubiera podido hacer mejor que el propio autor de cada informe. Cuando leemos los informes del Teniente Coronel de la 241 comandancia, o del jefe de la Brigada de Información de Oviedo, descubrimos un lenguaje que llama la atención, es un criptolenguaje con conceptos al uso del Régimen. Esos informes gozan también de una honestidad llamativa. Porque al final dicen que en estas circunstancias los trabajadores hay que comprender que con estos sueldos no pueden vivir, que los empresarios no han mejorado las instalaciones, que hay que mejorar sus condiciones para evitar esto. Lo hacían para justificar lo que ocurría. La primera idea era que los comunistas habían alentado la movilización política pero al ir investigando veían que eran trabajadores y sus mujeres los que se rebelaban contra la explotación. No lo entienden, la Policía no lo entiende y busca causa en la explotación. Hay cierto comportamiento de los jerarcas del sindicato vertical y de representantes de los empresarios para justificar su quehacer. Es lo que me llama la atención: los informes son una fuente muy rica. No puede ser, no podían hablar así, dirán ustedes. Pues acuérdense de cuando Tejero entra en el Congreso y dice aquello de ‘se sienten, coño’, es un cripto-lenguaje muy de guardia civil. Imaginen eso en 300 líneas que Jorge nos permite leer del teniente coronel de la 341.

Hay otra cosa llamativa, muy espontáneo pero que demuestra que el régimen se va muriendo. Aparece gente nueva en el conflicto social, politizado por el régimen. Hay interés por parte de la oposición pero ellos no llegan a politizar la movilización social. Aparecen los viejos líderes, pero también jóvenes como Sartorius, del Felipe, que creó con otro un despacho laboralista allí. Gente procedente de la juventud obrera católica o la HOAC, que tienen un papel protagonista a raíz del Concilio Vaticano en la movilización obrera. Casi una entrega religiosa nueva al Evangelio y la causa de los pobres y trabajadores, de los mineros en esa situación tan dura. Empieza a verse que el sindicalismo vertical ya no sirve, que la autarquía está haciendo crisis, que el sistema hace crisis por un montón de partes. Y los únicos que lo entienden son los represores, que dicen que las condiciones son insostenibles. No entienden el silencio y la tranquilidad, la poca insurrección, hacen huelga y ya está, no agreden los cuarteles, salvo algún apedreamiento a esquiroles… Esa lucha contra el silencio lo detecta el teniente coronel y le preocupa, es combatir contra fantasmas. Los mineros son dóciles si los detienen. La gente es deportada sin enjuiciamiento. 80 trabajadores a la cárcel de Valladolid sin razón. Otros son acusados de sedición por sus nexos con los comunistas y pasan a jurisdicción militar. Se ven las medidas represivas brutales y los trabajadores no se rebelan violentamente. Eso preocupa: es una movilización del silencio. Estas personas que estaban acostumbradas a combatir en la heroica Cruzada Nacional con las armas, que habían luchado contar el maquis a tiro limpio, no saben cómo actuar ante el silencio. Es una de las cuestiones más interesantes porque lo que va a hacer la inteligencia del Régimen, cuando la existencia de la dictadura no es justificable ante las potencias, con las huelgas sociales, la prensa internacional lo plantea así, España quería entrar en el mercado común, quería acusar a los trabajadores de insurrección pero los sindicatos internacionales descubren que no es así… Reprimido con legislación de guerra. No podía entrar en una asociación de países democráticos. Coincidió con lo que España llamó contubernio de Munich. Lo grave es que no saben combatir lo que no es una guerra, ni guerrilla, ni terrorismo, no existía. Y es la guerra del silencio. La inteligencia conservadora militar ayudaría a inventar el mito de ETA a principios de los 70 porque necesitaba una guerra de verdad o unos adversarios violentos para justificar la existencia de la dictadura tras la muerte de Franco incluso. Pero eso es otro libro.

La riqueza de los testimonios, acercar la historia con nombres de carne y hueso en todos los libros, para mi generación la guerra era ajeno, datos fríos, números y batallas… Jorge consigue dar nombres de personas que luchan y mueren. Lo que más me emociona de ‘La batalla de Madrid’ es la historia de un tranviario que se queda parado defendiendo su tranvía hasta que lo matan. Los grandes acontecimientos pasan por personas de carne y hueso. Periodistas extranjeros han hecho eso con otros trabajos, vivíamos la realidad por sus personajes. Esta pequeña gesta o grande, empieza el fin del régimen, tiene los nombres y apellidos de sufridos y desconocidos mineros gracias Jorge. Él los ha sacado. Aguantar dos meses sin un duro y repartiendo ayudas como podían por debajo de la puerta, es heroico. Empieza así el caerse del régimen. En pleno protagonismo del Opus Dei, con sus nuevas medidas económicas, el papel más moderno, todo va creando contradicciones en el interior que se reflejan en este libro. A través de esta obra nos enteraremos de lo que pasó en esa cosa un poco escondida y nebulosa. Con el calor de los personajes. Los mineros son personajes admirables, y los policías son impagables, porque gracias ellos conocemos aquella realidad política y económica.


Jorge Martínez Reverte

Gracias. Siempre que hay un auditorio que más del 50% no son familiares directos me siento conmovido. Aunque hay bastantes familiares directos debido a la convivencia de años y a las situaciones emocionalmente difíciles. No les voy a contar el libro, quiero que se lo lean. Les cuento mis motivaciones. Yo he ido mucho a Asturias y he conocido a muchos de estos personajes de la cuenca minera, ahora muy corrompidos no ellos mismos, sino por el sistema. En Asturias la mitad cobra mucho dinero por la reconversión y de esos la mitad abre tabernas y la otra mitad va a las tabernas. Una región maravillosa llena de gente maravillosa en un declive terrible, como un sistema soviético que se hubiera caído. No hay pequeñas empresas, sólo jubilados de la mina. De país del Este en un entorno mucho más agradable y de libertades. Soy un enamorado del paisaje y de la gente y empecé a hilarlo con el mito fundacional de CCOO. Nace en Asturias a partir de un hueco que deja la legislación franquista para que los obreros se reúnan a discutir problemas concretos. Ahí se organizan los que son uno de los dos sindicatos más importantes del país y que tuvo un papel decisivo en la lucha política y en la Transición. De pronto descubrí que lo que tenía en la cabeza era un prejuicio. Yo había tenido mi historia cultural y mi cultura política, estaba equivocado. Lo que yo había leído no tenía nada que ver, no del todo mejor. Empecé a desmontarme a mí mismo al documentarme. Lo mejor que le puede pasar a alguien que quiere escribir honradamente es darse cuenta de que de pronto no se sabe aquello, todo era nuevo.

Y descubro que la base de la huelga era social, gente desesperada que tiene que parar, que no se ponen de acuerdo, paran por separado, no se ponen de acuerdo. No vienen de la Guerra Civil, no provienen de la insurrección minera del 34 o del 17. Son gente nueva, que viven en condiciones de trabajo extremas. Y aún así son una aristocracia en la clase obrera española porque cobran, los picadores, la base, la vanguardia de la lucha, bastante más que los que les rodean. Empieza como una protesta de gente que no quiere ser explotada de forma atroz. No recuerdan la guerra pero saben que si levantan la voz acaban en el calabazo. A uno le sigue otro y otro y en Asturias en muy poco tiempo hay una huelga general atronadora en sus resultados y silenciosa porque saben que no pueden hablar. Desarrollan un lenguaje muy peculiar: la gente no habla, simplemente el mejor trabajador cuando deja el trabajo los otros le miran, se miran entre ellos y cuando ven que ese no se pone el traje de minero, los demás tampoco lo hacen. Esa es la convocatoria. Cuando hay esquiroles, las mujeres echan maíz en los caminos, y así ellos saben que les están llamando gallinas.

La Guardia Civil detiene a gente porque se mira. Asombroso. Combaten el silencio. Hay partes en los que se dice porque ‘ha mirado’. Es tremendo. Podría llevar a la risa. No es una caricatura, es una descripción de lo que pasaba en España en muchos sitios, sobre todo en los tajos. Alguien puede ser detenido por mirar o no ponerse el mono, sin mensaje subversivo. Para mí lo más llamativo desde un punto de vista histórico es que la movilización la encabezan gentes de la juventud obrera católica. Era gente con conciencia de clase que veían la explotación, ellos mismos estaban en las minas. Gozaban de cierto privilegio de reunión por ser parte de la Iglesia y los comunistas y los socialistas no tenían esas facilidades. Los socialistas y los comunistas estaban casi todos en la cárcel y así los que se mueven son los nuevos. También el Frente de Liberación Popular, con Sartorius a la cabeza. Sobre ellos se ejerce una represión salvaje, palizas, en gente que sólo ha mirado o echado maíz o no ponerse el mono de trabajo. Y eso desencadena algo desconocido durante el Franquismo: una solidaridad general en toda una región de modo que a gente que es muy pero muy de derechas, incluso franquista, se dedica a dar créditos. Hay tenderos que fían a los mineros, ya me lo pagarás. Y los mineros cobran de las pequeñas huertas, de la vaca. Increíble esa solidaridad y sin hablar y sin consignas. Sólo empiezan a salir consignas, y esto es curioso, a partir de emisoras extranjeras y sobre todo de la Pirenaica, la comunista que emitía desde Bucarest. ¿Por qué se prestigia la radio comunista? Porque dice la verdad curiosamente, no ha sido costumbre de los partidos y regímenes comunistas decir la verdad, pero entonces lo hicieron. Los mineros los reconocían y cada vez tomaba más prestigio y comenzaron a lanzar consignas. Era el único sistema de comunicación.

Se produjo una extensión solidaria basada en principios laborales, salariales, que sobre todo tuvo una gran importancia en Vizcaya, la Margen Izquierda se movilizó en apoyo de aquello. Participó UGT, el Felipe y otras organizaciones, como la joven ETA que todavía no había matado a nadie. Se extendió a Cataluña, Madrid, los jornaleros andaluces, Extremadura, y sin que los propios mineros asturianos supieran que ocurría ni lo que ellos estaban haciendo. Se habían convertido en un sujeto subversivo y poniendo el régimen patas arriba. Porque éste no sabía cómo enfrentarlo. Hubo una reunión en Madrid a la que fueron 40.000 veteranos de la guerra con pistolas. Diciendo que iban a matarlos… Pero si había 40.000 mineros que no habían hecho acto violento. El aparato del régimen se desintegraba solo. Los falangista de izquierda se arremangaban y decían ‘esto lo arreglo yo en dos minutos’. Pues no, era un poco más complicado.

Cuando va viendo uno todo aquel crisol, esa maravilla de actitudes, esa solidaridad y esa heroicidad de la gente que soporta la miseria en el día a día durante dos meses, porque las ayudas eran pocas y llegaban a pocos, sin comunicación con el exterior, y de pronto se empiezan a dar cuenta de que son importantes. Lo son. No saben por qué, saben que se enfrentan al aparato del régimen a policía por minero. Lo aguantan con estoicismo y tranquilidad. La escritura del libro me ha provocado una emoción enorme porque conocer a aquellos personajes y los informes policiales tan claros, tan honrados en el sentido de que se dirigían a sus superiores y no querían mentir, y veían la sublevación como algo lógico, cómo no se van a cabrear los mineros por la actitud brutal de las empresas que se negaban a negociar nada, es una historia emocionante desde un principio. Desde que un día cuatro mineros se sientan y dicen que no quieren entrar a trabajar. Nadie lo entiende. Ellos no quieren entrar y lo dicen. En una semana hubo 20.000 personas en huelga, en dos semanas 40.000 y en poco tiempo decenas de miles en toda España. Nadie lo ha planificado, luego mucha gente se lo ha querido apuntar. Pero aquello marcó un cambio en España. Provocó el cambio en los sindicatos, en la actitud de los partidos políticos, en el propio régimen intentando adecuarse. Un punto de inflexión importante en la historia del Franquismo y en la historia de España. Y eso empieza por cuatro personas y por gente tan peregrina y tan falta de interés como el cabo Pérez. Personajes de tan escaso nivel pueden provocar un cambio en la historia y eso es emocionante, divertido.

Eduardo Uriarte: Antes de pasar a las preguntas, decir que Jorge Martínez Reverte es autor de la película hecha para la Fundación Víctimas del Terrorismo que algunos de ustedes pudieron ver cuando se presentó la Fundación en el Banco Bilbao…

Pregunta: ¿Cómo ha conseguido todos estos documentos?

Pues ha sido suerte. Me fui a entrevistar a mineros y a ver si encontraba policías, sólo he encontrado dos, y me fui al archivo. Y esto forma parte de la explicación de lo que es este país. Teóricamente no se puede consultar hasta pasados 50 años y tendría que estar en el archivo de Alcalá de Henares sujeta a la disciplina de esa censura. Y estaba allí, porque alguien lo había cogido y llevado. Y no ha pasado nada. Ha sido maravilloso encontrarse esa joya, son partes diarios muy detallados de toda la cuenca, tanto de la Guardia Civil como de la brigada de Investigación social. Es un material impagable.

Pregunta: Me parece una pena que lo que habéis dicho los dos no esté en el libro, sería una muy buena introducción.

Pregunta: ¿Todos los personajes son reales?

No hay nada novelado. He estado apunto de agredir a Teo cuando ha dicho historia novelada porque no hay nada novelado. Está escrito en el sentido de que los historiadores escriben poco, mal, hacen casi informes policiales. He intentado que esté bien contado. No me invento ninguna emoción, sólo aparece si me la ha contado un testigo. O el que la ha sufrido. No hay nada que forme parte de mi imaginación. Alguna vez se me puede ir la mano porque aparece un informe que me deja fascinado y pongo algún adjetivo a ese informe, pero no hay nada de imaginación. Tampoco si llovía o no, si no lo sabía no está escrito. Me he tomado alguna licencia con el paisaje, pero eso está ahí.

Pregunta: He visto esa huelga, la viví dentro de un grupo privilegiado, los que no estaban todavía en la cárcel, los del grupo de la tertulia de La Concordia y de la margen izquierda y algunos de la derecha. Para mí es una revelación pensar que eso nació de cuatro personas alrededor de una mesa, obreros, porque desde el principio se vivió como un éxito del PC. Teníamos, tenemos todavía, un amigo muy querido, José María Laso, el predicador con mucho cariño. Esa visión de algo espontáneo…

Es importante al contar la historia del movimiento obrero español. El PC tenía un instrumento sindical que era falso, la oposición sindical, que era sólo unas siglas, no había más, eran los mismos. Los militantes del PC se suman inmediatamente con la prohibición de hacerlo del comité provincial que estaba preparando la huelga pacífica del año siguiente. Cualquier movimiento anterior podía estropear la huelga nacional. Pero algunos empiezan a trabajar en ella. En el socialista pasa lo mismo. La UGT lo prohíbe, pero hay militantes que trabajan en la huelga. Pero no la dirigen hasta finales de junio ninguno, es autónoma, con su vida. En cada pozo, en cada mina, sí, siempre hay un líder. Son los mejores trabajadores, los más admirados, los que dan más la cara. La cultura del valor y del machismo está muy arraigada en Asturias y el que dirige es ese, que dirige con la mirada. Los que más agitan son los de la juventud obrera católica porque pueden moverse con más facilidad. La JOC es fácilmente desorganizada por la policía y sobre todo por la Iglesia. La Iglesia se encarga de reprimir a sus militantes y entonces son los comunistas los que mantienen el fuego. Hacen una segunda huelga en agosto para aquello que quedaba sin arreglar, siguen sin volver unos cuantos deportados y esta huelga tiene un coste salvaje y es una derrota. Ya quedan como dirigentes del movimiento obrero asturiano, a partir de aquí. Pero al principio lo llamativo era lo otro.

Eduardo Uriarte: Voy a hacer un comentario. Me ha llamado la atención el personaje que sobrevive en el búnker hasta que queda destrozado. Un falangista radical, violento, brutal, que en el año en que muere Franco reúne a varios colegas y hace una soflama diciendo que no hay régimen político en el mundo que no haya surgido de una guerra justa. A las armas, compañeros. También pide guerra en esta huelga frente a unos trabajadores en condiciones muy peculiares. Lo que se ve a lo largo del libro y en el País Vasco es que los trabajadores no eran los que politizaban la huelga, sino el régimen y después los cuadros de los partidos, para intentar llevarse la gloria. Protestaban por las circunstancias económicas tan duras. Se ha escrito la historia a partir de la interpretación posterior de los partidos, como la de ETA, que a lo mejor no quedaba otro remedio y se interpretaba como algo heroico cuando nunca estuvo planeado. El discurso que se ha hecho sobre los últimos atentados de ETA, como diciendo que lo que quiere es atentar contra el PNV por medio de la Ertzaintza; contra el poder económico por lo de la Caja Vital, y contra el Ejército en Santoña. Los que hemos pasado por ahí sabemos que pusieron las bombas porque las tenían y porque tiene que ponerlas. No piensan en eso. Son periodistas no muy responsables los que después acaban haciendo el discurso más afortunado para ETA. Sólo han hecho lo que es su misión: crear caos y muerte. Podríamos interpretar muchos de los acontecimientos en realidad más como algo espontáneo que luego son interpretados por oportunismo político. En esta huelga se ve.

Jorge Martínez Reverte: Sin que nadie tenga que sentirse ofendido… Era lógico que el PC y la UGT pudieran encabezar una huelga de esas dimensiones. Estaban todos fichados y reprimidos, con una represión brutal. Luego a pesar de todo lo continuaron, pero era ilusoria la táctica del PC de la huelga nacional política. La UGT acertó en la margen izquierda, sí hubo militantes en aquella huelga. Dijo que debían abstenerse para evitar más represión, que había sido brutal, y con unos comentarios internos curiosos: si cuando haya democracia en España, la gente nos va a votar al día siguiente. Y tenían razón. Acertaron. Eso y lo de los falangistas me gusta bastante. Aquí había un mito sobre la cuadrilla de pistoleros violentos que se justificaban como falangistas de izquierda. No sé que quiere decir eso. Nunca he visto a ninguno ser perseguido, salvo a uno que fue condenado a muerte. Estos represaliados que caían en desgracia y le mandaban de agregado cultural a Roma. Cultural con aquellos personajes… Todavía se cuenta como si hubieran existido los falangistas de izquierdas. Que no. Tendrían familia obrera, pero no. Los anarquistas de Pestaña también querían un estado sindical y es donde quisieron los falangistas encontrar su base obrera. Ridruejo tuvo que ver.

Pregunta: Es muy interesante todo. Yo tengo experiencia de esas huelgas desde Londres, donde estaba residiendo. Es difícil imaginar que surge un fenómeno así súbitamente, espontáneamente, habría unas condiciones objetivas. Trabajadores, estudiantes, intelectuales, es un proceso desde principios de los 60. El movimiento por la amnistía política para presos y exiliados en Inglaterra en el año 50 tiene una repercusión muy fuerte después y va generalizándose a Europa. Y tengo las impresiones y emociones de cómo los movimientos sindicales mineros ingleses, de transportes y metalúrgicos, se inician en un movimiento de solidaridad y se recaudó mucho dinero. La dificultad era pasarlo a buenas manos. Eso se hizo. Los de preamnistía generaron un apoyo importante.

En el año 62 esa solidaridad no se nota, no les llega a los trabajadores. Es posterior y gracias a la huelga. El minero asturiano se vuelve un ser mítico en la intelectualidad europea. A partir del 62 se produce ese movimiento solidario y son claves los sindicatos alemanes, ingleses, alguno muy ingenuo que quiere enviar el dinero a través de organizaciones gubernamentales. Que sigan, que sigan, que este dinero nos lo vamos a quedar nosotros, decían los de Solís. Vino dinero de EEUU no para solidarizarse con los obreros sino para que no aparecieran los comunistas. Hay una historia bonita de contar ahí. La USO, que nace a partir de aquí, consiguió mucho apoyo de los sindicatos alemanes.

Eduardo Uriarte: Una anécdota respecto a otro movimiento sindical huelguístico, en el 67, la huelga de laminaciones en banda aquí en Vizcaya que provocó un estado de excepción. Me fue a detener la Guardia Civil a mi casa y me vine al sitio más cómodo, Vizcaya, y estando en la clandestinidad empecé a caer en los circuitos donde estaba la gente que había organizado la huelga cuyo líder era un tal Osaba, del movimiento cristiano. Yo no sabía mucho más. Me escondían con ellos. Y en la quinta o sexta casa donde me trataban con amabilidad, yo tenía que responder si era también jesuita. Porque todos lo eran. Seminaristas, curas, los que organizaron la vanguardia obrera cristiana. Yo que esperaba ver por aquí la caballería rojo, me encontraba en la organización de la huelga a los jesuitas. Sin más, el día 2 tenemos en Madrid el concierto homenaje a las víctimas del terrorismo. Y el día 3, en Logroño. Las instituciones riojanas han querido colaborar. Y el día 16 de octubre presentaremos aquí una obra magna de la historia francesa, ‘Historia de la Revolución francesa’ de Jules Michelet, editada por un amigo de Vitoria, que ha conseguido el sueño de su vida, posibilitar esta edición.

Editores, 2/10/2008