¿Quién provoca a quién?

JOSÉ MARÍA CARRASCAL, ABC 09/01/13

A los nacionalistas no les caerá la breva de que el Ejército español haga el menor movimiento contra su independentismo de salón.

¡Caray cómo se han tomado los nacionalistas la frase del ministro de Defensa «el Ejército no atenderá absurdas provocaciones»! Dan ganas de recordarles el viejo dicho español «el que se pica, ajos come». Y es que, en efecto, se dan por aludidos. Nada agradaría más a los nacionalistas que el Ejército español se movilizase contra ellos. Vamos, es que tirarían cohetes. Ya podrían presentarse en Bruselas, en La Haya, en Estrasburgo, en Nueva York, como el pueblo oprimido que pretenden ser. Ya podrían respaldar sus demandas de autodeterminación con algo concreto. Ya podrían escapar del buen lío en el que ellos solos se han metido.

Porque la realidad es, primero, que el País Vasco y Cataluña no son colonias de España. Son autonomías dentro del Estado español, con sus gobiernos e instituciones propias, provistas de más poderes que muchos estados federales. Segundo, del «expolio» del que dicen están siendo sometidas, el mejor ejemplo es Euskadi, que cobra sus tributos y entrega al Estado español lo que le da la gana, ya que suele hacer las cuentas del Gran Capitán. Precisamente Cataluña pretende hacer lo mismo. Tercero, sobre la «opresión» que sufren sus ciudadanos por parte del Estado español, basta recordar que mientras en el resto de las comunidades los casos de corrupción se persiguen y airean, en esas dos desaparecen como por ensalmo de los tribunales, pese a ser algunos de ellos especialmente graves, sin que ninguna de las personalidades de ambos territorios haya dado con sus huesos en la cárcel. La única opresión que existe allí es la que ejerce la clase política sobre la judicatura. Ante lo que es lícito preguntarse si el último brote independentista no tiene como origen y propósito evitar que, al fin, la justicia española actúe en los casos de corrupción que han surgido en ambas comunidades, sea por las extorsiones de ETA, sea por el cobro de porcentajes de contratos públicos a empresas. De todo ello podría liberarles un amago de intento de indicio de movimiento del Ejército español contra ellos.

Pero no les caerá esa breva. El Ejército español, que se pasó el siglo XIX y buena parte del XX asentado en el poder para mantener unido el país y conservar el orden a costa de las libertades, es el estamento de la sociedad española que ha hecho más a fondo la transición a la democracia. Después de la algarada de Tejero, se ha metido en sus cuarteles o en misiones humanitarias en el exterior, demostrando con su disciplina, discreción, respeto a la autoridad civil y sacrificio que no está para dar órdenes, sino para obedecerlas. Así que los nacionalistas tendrán que buscarse otra coartada para justificar ante sus seguidores por qué no se cumplen todas esas fábulas independentistas que les están contando en busca de su exclusivo beneficio.

JOSÉ MARÍA CARRASCAL, ABC 09/01/13