Rebelión popular

Nunca hubo una rebelión contra el Sistema tan popular como la movilización del cambio climático. Porque no hay responsables concretos ni culpables; no molesta a nadie y no se compromete contra nadie; no tiene ideología ni color político. Las causas que nos comprometen, las que hacen daño a nuestra conciencia, las que exigen que nos definamos, no son populares.

Nunca hubo una rebelión contra el Sistema tan inmensamente popular como la movilización del cambio climático. No se conoció tan altísimo entusiasmo de ciudadanos de todos los colores morales y políticos, de los ricos y de los pobres, de los gobiernos de izquierdas y de derechas, de los hombres y de las mujeres, de los negros y de los blancos, de los obreros y de los intelectuales.

Porque vale para todos ellos y no vale para nadie, para todo y para nada. Porque es una rebelión incolora, insípida e inodora. Porque no tiene una causa presente y hasta la futura podría ser fallida. Porque no hay responsables concretos ni culpables. Porque no molesta a nadie y no se compromete contra nadie. Porque no tiene ideología ni color político.

Por eso le dan un Nobel, por eso su líder, Al Gore, se está haciendo millonario por la causa, por eso se pelean por pagarle más de 150.000 euros por conferencia, por eso el Gobierno español le compra vídeos para las escuelas. La protesta contra cambio climático es cómoda, es comercial, es moda. Es un perfecto best seller.

Las causas del presente, las que nos comprometen personalmente, las que hacen daño a nuestra conciencia, las que exigen que nos definamos, que nos manchemos, no son populares. No son bienvenidas las conferencias o los vídeos sobre el hambre, las dictaduras, los genocidios, sobre el terrorismo, sobre la discriminación de la mujer, sobre el racismo. Váyase con esa lata de causa a otro lado. Y si tiene un vídeo o una conferencia, fináncielos usted mismo. Preferimos llorar por el cambio climático que sufriremos cuando estemos todos muertos.

Edurne Uriarte, ABC, 23/10/2007