Seducir anunciando

Santiago González, santiagonzalez.wordpress.com, 27/9/12

Ayer, en la redacción de El Mundo, John Muller me enseñó el anuncio que pueden ver arriba. Una cadena de tiendas de electrodomésticos catalana, Miró, se anunciaba en La Vanguardia con este reclamo publicitario. Un modelo que caracteriza al presidente del Gobierno español como un tonto con la lengua fuera sirve de pretexto para el anuncio. Debe de ser lo que el anunciante entiende por sutileza. Claro que podrían haber completado el retrato con un embudo sobre la cabeza.

El anuncio salía, como digo, en La Vanguardia. Lo busqué infructuosamente en otros periódicos españoles: El País, El Mundo, ABC. Nada. Pensé: esto es que son una cadena catalana de riguroso consumo interno, pero no era cierto. Consulté su página web www.miro.es  y vi que tienen establecimiento en 17 ciudades del resto de España. Aunque todavía no lo sepan, algún día les citará el tribunal de lo comercial de la Generalitat para que justifiquen por qué miro.es y no miro.cat. Como alternativa sopesé dos hipótesis:

a) Esta cadena no tiene mucho interés en vender en el resto de España.

b) Esta cadena tampoco va a hacer esfuerzos para venderle sus lavadoras a los votantes del PP. Incluso dentro de Cataluña.

Tal vez consideran que el español no se muda muy a menudo y considera que esta tropa constituye un segmento irrelevante de negocio. Sabino Arana (que había vivido en Barcelona) ya lo había dejado escrito en 1895:

“El aseo del bizkaino es proverbial (recordad que, cuando en la última guerra andaban hasta por Nabarra, ninguna semana les faltaba la muda interior completa que sus madres y hermanas les llevaban recorriendo a pie las distancias); el español apenas se lava una vez en su vida y se muda una vez al año.”

¿Lo ven? El anuncio pertenece a la caspa intelectual de los chistes eternos sobre los leperos, sobre guipuzcoanos y vizcaínos respectivamente, los chistes franceses sobre belgas y así. Esto no es un invento reciente. Ya en la antigua Roma, Plauto incluía en sus comedias a un personaje cómico recurrente: Pultifagónides (literalmente ‘comedor de garbanzos’. Era un cartaginés, con cara de bobo, que se atiborraba de garbanzos y hacía las delicias de los patricios romanos que se partían la caja de la risa nada más verle.

Sin embargo, los geniales publicistas de Miró, no han calibrado quizá, los misteriosos caminos por los que se forja la identidad, y que mucha gente que no vota a Rajoy pueda sentirse ofendida por la grasa que rebosa su sentido publicitario. Hasta los belgas colaboracionistas de León Degrelle tenían su corazoncito y empapelaban las calles de Bruselas con carteles que decían: “Nazis, quitad vuestras sucias manos de nuestros sucios judíos”.

Hubo un tiempo en que el catón de los agentes comerciales advertía en su página primera sobre su principal mandamiento: “no insultes nunca a tu cliente”. Nunca he creído en los boicots*. por eso, desde este blog, con la voluntad de integración que siempre ha sido norma de la casa; con serenidad, pero con firmeza, denunciamos este intento de boicot que Electrodomésticos Miró ha decretado contra sus compradores españoles.

* Hace ya más de veinte años, cuando yo era todavía progresista, pasé unas vacaciones en Londres. Con gran alborozo descubrí unos supermercados en los que vendían zumo de naranja recién exprimido. No pude comprar una botella, porque mi otra parte contratante que entonces era más progre que yo, si cabe, detectó que las naranjas eran sudafricanas y no me valió argüir que yo también simpatizaba mucho con Mandela y que no veía en qué manera nuestro heroico boicot iba a beneficiar su causa ni las economías de los sudafricanos más pobres, que eran por supuesto, los negros. O los sudafricanos subsaharianos, si así lo prefieren.

Pero hay un peligro cierto y es que los consumidores españoles se revelen como consumidores racionales y apliquen estrictamente el eslogan que hizo famoso el gerente de la empresa Camp, catalana, por cierto. Se llamaba Manuel Luque y hace 30 años tuvo un éxito fulgurante con un anuncio en el que decía: “Busque, compare y si encuentra algo mejor, cómprelo. Confesaré una intimidad: en casa no somos muy de espumosos. Nuestro consumo de cava se limitaba a unas seis botellas al año, por navidad, si había invitados o se había de comulgar. Cuando vi el apoyo de los bodegueros del cava al Estatut de la bilateralidad, busqué y di en comprar champaña, que es como le llaman los franceses a su cava. Descubrí que podía permitirme la diferencia de precio y que me gustaba más.

O sea, que no dejaré de comprar ninguna manufactura catalana por el mero hecho de que la fabrique un paisano de Artur Mas, no sé si me explico.

Santiago González, santiagonzalez.wordpress.com, 27/9/12