TÁPENSE LA NARIZ Y DÉJENLOS

Conceder al partido el derecho a participar en las elecciones no es concederle la legitimación. Los forajidos de Sortu han hecho poco para conseguirla. Toda la historia de su movimiento es de intransigencia y beligerancia… Pero reunir a los representantes políticos de los militantes vascos en la luz democrática sería la mejor forma de mostrar sus defectos.

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TÁPENSE LA NARIZ Y DÉJENLOS

NO SIENTAN SIMPATÍA POR LOS SEGUIDORES DEL BRAZO POLÍTICO DE ETA, PERO NO LOS PROHIBAN

En filosofía existe una paradoja conocida como el Barco de Teseo. Si, a lo largo del tiempo, todos las maderas del barco fueran cambiadas, ¿seguiría siendo el mismo barco? Los jueces del Tribunal Supremo de España pronto se enfrentarán a un reflejo de esta cuestión. Sortu, el nuevo grupo político que busca la independencia del País Vasco, es la idea original de importantes figuras de Batasuna, el partido prohibido en 2003 por sus vínculos con los terroristas de ETA. Sortu dice que no es lo mismo que Batasuna y que debería ser autorizado a registarse como partido. Hasta aquí, si no hay más, es correcto.

Mucha gente española está en desacuerdo. Sortu, dice un político de la oposición, es todavía el “garra” de ETA, sólo que con “uñas pintadas”. Este escepticismo es comprensible. Los creadores de Sortu pertenecían a un partido que recibía órdenes de hombres armados y terroristas responsables de cientos de muertes. Probablemente Batasuna canalizara hacia los bolsillos de ETA los fondos públicos que recibía. Muchos pensaron que la distinción entre Batasuna y ETA era irreal.

A diferencia del Sinn Fein en Irlanda del Norte, Batasuna no parece constituir un útil “puente” entre el separatismo violento y la política constitucional. Más que, como algunos, incluido este periódico, empeorar los agravios vasco-nacionalistas, temía que la prohibición del partido ayudara a marginar a los militantes. La resolución del tribunal español de junio de 2009 fue corroborada por el Tribunal Europeo de los Derechos Humanos.

Entonces ¿qué ha cambiado? Todavía no se puede confiar en ETA; el alto el fuego “permanente” de 2006 apenas duró nueve meses. Pero hoy en día el grupo está mucho más débil. Una serie de exitosas operaciones policiales han minado sus recursos y su moral. Desde 2000 ha matado a 58 personas; hace tres décadas, en un año se llevaban más vidas que éstas. A diferencia de la tregua de 2006, que fue un movimiento táctico que ETA hizo cuando pensaba que todavía era fuerte, su último alto el fuego, declarado en septiembre y convertido en “permanente” en enero, en parte fue el resultado de la presión de los antiguos líderes de Batasuna, entre ellos algunos de los que están detrás de Sortu, que han perdido la fe en la lucha armada.

Más importante aún, Sortu dice que rechaza la violencia de ETA. Tratando de satisfacer a los jueces, el partido incluso ha escrito su denuncia en sus estatutos. Es un cambio significativo. Batasuna nunca condenó el terrorismo de ETA y a menudo ensalzaba a los pistoleros. El nuevo partido se ha dejado poco espacio para funcionar de la misma manera. Su actitud podría funcionar como un freno en la violencia; ETA no puede abrir una brecha con los políticos que obligan a Sortu a condenar la violencia. Es, sobre todo, el decisivo rechazo de la violencia lo que debería hacer que los jueces rechazaran las peticiones de los fiscales de prohibirlo.

Legalízalo, critícalo.

Conceder al partido el derecho a participar en las elecciones no es concederle el sello de la legitimación. Los forajidos de Sortu han hecho poco para conseguirla. Toda la historia de su movimiento es de intransigencia y beligerancia. Sus aliados ideológicos de ETA han mostrado repetidamente ser unos poco fiables interlocutores en las negociaciones. Incluso ahora tampoco muestran signos de movimientos de desmantelamiento de sus arsenales de armas.

Pero reunir a los representantes políticos de los militantes vascos en la luz democrática sería la mejor forma de mostrar sus defectos. De hecho, tal vez la mejor salida sería que los partidarios de la independencia vasca votaran a Aralar, el partido separatista que se escindió de Batasuna en 2000 por su continuo apoyo al terrorismo. Esto sería el rechazo definitivo a ETA. Y tiene que suceder en las urnas.

The Economist (Gran Bretaña), 24/2/2011