Todo no es política

¿No quedamos que en las campañas sólo hay que sonreír y decir chorradas? Pero de vez en cuando pasa algo y el guión se rompe. Pasó en las anteriores y probablemente volverá a pasar en éstas, vistas las consecuencias. Vote las tonterías de los líderes: a unos porque odia más a la Iglesia, o a los otros porque Zapatero se va cargar la familia. Pero dudo que vaya a votar por algo cierto y de importancia.
Todo no es política, aunque la mayoría crea que el espectáculo de propaganda electoral lo sea. Esto es mero marketing electoral, pues mediante sonrisas, poses y frases estudiadas nos podemos llevar un coche sin motor pero de deslumbrante carrocería a casa. Nos adulan los instintos y los sentimientos a la buena gente. No sólo aquí, en USA con Obama, que no dudo tenga más virtudes, le van a votar porque les da “sensaciones nuevas”.

Estamos bajo el imperio de los mensajes basuras de la televisión, donde los programas caca, encargados de enseñar culos y otras partes de la anatomía humana, y cosa mil veces peores como murmuraciones, calumnias, y chismes que no le importan a nadie, jugando con el morbo y los instintos más bajos de la persona, son los que hacen estragos a la hora de conducir la voluntad política del indefenso espectador. No crean que eso lo hacen los telediarios, ahí el espectador está en una tensión crítica. El proselitismo ese hace en la tele basura. Luego van estos electores y se cabrean con los políticos porque no hacen lo que esperaban de ellos, cuando nunca supieron qué era lo que iban a hacer.

El pasado domingo dos comentaristas de opinión de medios tan diferentes como ABC o El País, José Antonio Zarzalejos y Joseph Ramoneda, coincidían en el carácter pecuniario que tiene la consecución de los votos. El primero daba por muerta la influencia ideológica y moral del mayo del 68 en la sociedad, el otro hacía referencia a los polémicos cuatrocientos euros como promesa electoral. Los títulos semejantes, más largo el de ABC, “Vótame, consume, sé feliz (¿ciudadanos o consumidores?)” o “España S. A.” daban pié a un relato como el que me preocupa. La coincidencia resulta llamativa.

Pero es que los políticos se han rendido desde hace tiempo a estas técnicas de seducción de pose sonriente y discurso vacío. Tres correctas frasecitas absolutamente hueras, y ya está, qué majo, qué bien me ha caído. Políticos con esas facultades son los que ahora hacen estragos en sus posibilidades de ascenso. Hasta que aparece el primer discurso político, y entonces los políticos en el poder, ahora son unos y luego serán otros, se escandalizan porque se mete en política una institución que ha estado sin salir de ella desde el Edicto de Milán.

Farisaico escándalo, también en la campaña anterior una pastoral de los obispos criticaba la política gubernamental por su participación en la guerra de Irak, pero ahora, más iglesia que la Iglesia, los que gobiernan no quieren crítica. Pero hijos de Dios, si la Iglesia no ha dejado la política, es política, imbécil. Otra cosa es que no te guste lo que diga, y entonces tu espíritu democrático te lleva, por esto, no porque sea una injusticia en sí, a amenazar con replantear el Concordato con la Santa Sede.

Es que cuando la campaña sale de la partida de ping pong se sorprenden sus impulsores, ¿No quedamos que en las campañas sólo hay que sonreír y decir chorradas? Y de vez en cuando viene alguien, o pasa un acontecimiento, y el guión se rompe. Pasó en las anteriores y volverá a pasar en estas con mucha probabilidad, visto las consecuencias que tuvo en la anterior. Política es precisamente lo que se nos quiere ocultar a los imbéciles.

Fue política el giro atlantista que le llevó a Aznar a estrechar tanto los lazos con USA, escapando de la tutela franco alemana, que de salirle bien ahora estaríamos en una situación muy diferente. Fue política todo los que el actual Gobierno ha hecho durante los tres años iniciales de esta legislatura, impulsar unos nuevos estatutos de autonomía de inspiración confederal a la vez que se negociaba con ETA, abriendo con ambas maniobras un posible proceso constituyente cuyo resultado era que no conociera esto ni la madre que lo parió –Guerra dixit-, transformando profundamente el terreno de juego y expulsando del mismo a una derecha que así no tendría opción de volver a ganar las elecciones. Esto si que era un gran maniobra política pero también falló, y sus protagonistas no hacen más que echar tierra sobre ella para que nadie lo votemos en las elecciones.

Pues bien, confórmese con votar las tonterías de los líderes, o en votarles a unos porque odia mucho más a la Iglesia, y por eso hay que votar PSOE, o vote PP porque Zapatero se va cargar la familia, pero dudo mucho que vaya a votar por algo cierto y de importancia. Quizás siempre haya sido así y lo que pasa es que sea ahora cuando yo me he dado cuenta. Tengo que reconocer que en el pasado cuando me presenté en alguna elección, quitando las primeras elecciones al Parlamento vasco, entonces la política trascendía hasta la historia, enseguida me daba cuenta que aburría al auditorio si hablaba de política. Luego es evidente que la política estaba de sobra.

Perdonen la provocación.

Eduardo Uriarte, BASTAYA.ORG, 6/2/2008