Traspaso de compromisos

López tiene la misma legitimidad que Ibarretxe para optar al cargo. Tiene más posibilidades, eso sí, pero tendrá que darse prisa si quiere que en el traspaso de poderes le quede algo más que los compromisos contraídos. No es por mala fe. Es, sencillamente, que el partido-guía no tiene práctica y, a lo peor, se le da mal.

La portavoz del Gobierno vasco se ha encorajinado ante la prudente recomendación del socialista José Antonio Pastor para que paralicen sus decisiones de «ultimísima hora». Hay un frenesí transversal, como de liquidación postbalance, en el Gobierno vasco, parecido al que afecta a todas las administraciones durante el mes de diciembre para no tener que devolver a la Hacienda Pública ni un euro a ser posible. Todo son convocatorias de ayudas.

Ayer, sin ir más lejos, el Boletín Oficial del País Vasco publicaba la orden por la que el consejero de Justicia o así abría el plazo de solicitud de las ayudas a los familiares de presos etarras. La orden fue aprobada el pasado día 4, menos de 72 horas después de la derrota, tres meses y 20 días antes que el año pasado.

Son 225.081 euros que, según el Boletín, podrán ser ampliados con fondos de otras partidas de ayudas no ejecutadas, y las familias de los terroristas cuentan con un mes para presentar las solicitudes a partir de hoy. No parece que vaya a tener fácil el nuevo lehendakari anular esas ayudas. La Administración se sucede a sí misma y los compromisos contraídos por Juan José Ibarretxe obligarán a Patxi López con toda probabilidad.

Que aprendan de Barack Obama, ha venido a decir la portavoz, que hasta el 20 de enero no dijo ni pío, en una comparación que a buen seguro gustará a López y más aún al cineasta Juanma Bajo Ulloa, que en Airbag ya se imaginó hace 13 años un lehendakari negro. Nótese también que no tiene mayor empacho en reservar para Ibarretxe el papel de George W. Bush.

«A día de hoy sólo conozco un candidato que tiene 30 votos asegurados», dice la portavoz, genio y figura. Menos técnico y más populista, el saliente ha dicho que él tiene 80.000 razones más para presentar su candidatura que Patxi López, como si no supiera que para investirse no valen las razones, sino el apoyo del número suficiente de parlamentarios.

Las elecciones autonómicas no se convocan para elegir al presidente de la Comunidad, sino para formar el Parlamento vasco. La elección del lehendakari se produce en segundo grado. Los parlamentarios eligen uno de entre ellos, que será el que consiga en primera votación la mayoría absoluta, y, en segunda, el mayor número de apoyos, si hubiera más de un candidato (artículos del 29 al 33 del Estatuto de Autonomía aún vigente, y artículo 5 de la Ley de Gobierno 7/81, que los desarrolla).

Cualquiera de los 75 electos el pasado 1 de marzo puede presentar su candidatura. UPyD podría proponer a su parlamentario Gorka Maneiro, aunque en un cálculo prudente de probabilidades se puede aventurar que lo tendría difícil. En 1986, el candidato del PNV, José Antonio Ardanza, tuvo un competidor presentado por los 13 diputados de Herri Batasuna: Juan Carlos Yoldi, un etarra que seis meses más tarde fue condenado a 25 años de cárcel.

O sea, que López tiene la misma legitimidad que Ibarretxe para optar al cargo. Tiene más posibilidades, eso sí, pero tendrá que darse prisa si quiere que en el traspaso de poderes le quede algo más que los compromisos contraídos. No es por mala fe. Es, sencillamente, que el partido-guía no tiene práctica y, a lo peor, se le da mal.

Santiago González, EL MUNDO, 25/3/2009