Y el tiempo se detuvo

En la Euskadi de todo un pueblo en marcha hace muchos años que no nos hemos movido. Lo único nuevo, en el Kursaal: «Nunca me he sentido tan orgulloso de pertenecer a un cuerpo que está dando lo mejor, nuestra propia sangre, por España, el País Vasco y la libertad». Y es que las victimas sí tienen un discurso político, surgido al buscar sentido a su tragedia personal.
Los filósofos presocráticos, materialistas ellos, se hubieran quedado en Euskadi en el paro. Sobre todo Heráclito, el de «todo fluye, nada se detiene», pues aquí, aposentados por demás en lo histórico, está todo detenido y embalsamado desde hace muchos años. Parece que para titular el momento debamos acogernos a una frase romántica, «el tiempo se detuvo». ¡Qué cursilada más grande!, digna de Charlotte Bronte para describir un beso de amor eterno, o propia de la letra de un bolero de Armando Manzanero. Pero es verdad, todo se repite dando la impresión del tiempo detenido, carente de poesía, hartos de ver que lo recién vivido es la enésima versión del mismo espectáculo. Mas terrible que una tragedia, porque las tragedias tienen un fin del que se extraen conocimientos para la vida, y esto no.

Por enésima vez ponen una bomba al lado de un cuartel, produce víctimas, y por enésima vez el comunicado unitario de condena. Por enésima vez, para que se sepa que en el comunicado ni estaban juntos ni revueltos, el Parlamento vasco tenía que escenificar el desacuerdo acusando al Gobierno, al central, cuál va a ser, de amparar la tortura practicada por la Policía Nacional y la Guardia Civil, unos de cuyos miembros acaba de ser asesinado. Todo ya visto hasta la saciedad. Después de la condena toca desprestigiar al Estado de derecho, para que el que lo desee busque, que no la hay, alguna justificación al asesinato de un guardia civil. Por una enésima vez más ponen una bomba en el Club Marítimo de las Arenas. Siguiendo el rito, después de la agresión a las fuerzas de ocupación tocaba el ataque a la oligarquía vasca, que por ser oligarquía es española. ETA hace sentir su presencia a la vez que Ibarretxe vuelve a encaramarse al protagonismo político con su plan bajo el brazo, visitando al presidente Zapatero en la Moncloa. Se saca la foto que ya hemos visto varias veces para seguir relatando lo que ya hemos escuchado en otras muchas ocasiones. Y como si el tiempo no pasara, también el PP se entera ahora, que no ha ganado las elecciones, que las perdió hace cuatro años. Descubriendo, en una crisis sin precedentes, que tenía que haber padecido entonces, cuatro años antes, que han escamoteado cuatro años al calendario. Y Zapatero por fin se entera que por ganarlas le toca gobernar, haciendo la oposición, a falta de oposición del PP, a sí mismo, al Zapatero de la legislatura anterior. Todos hemos perdido el tiempo, y en la Euskadi de todo un pueblo en marcha hace muchos años que no nos hemos movido, incluso hemos retrocedido a nuestros orígenes milenarios reclamados por Ibarretxe.

Lo único nuevo han sido las palabras que se escucharon en el homenaje a las víctimas del terrorismo organizado por el Gobierno vasco en el Kursaal: «Soy guardia civil, que conste. A mucha honra…. Nunca me he sentido tan orgulloso de pertenecer a un cuerpo que está dando lo mejor que tenemos, nuestra propia sangre, por España, el País Vasco y la libertad». Lo único nuevo, y si hubiéramos entendido mucho antes lo que esta persona decía probablemente en Euskadi hubiéramos salido de la pesadilla del tiempo detenido. Y es que las victimas, frente a otros, sí tienen un discurso político, sin partidismos, surgido al buscar sentido a su tragedia personal, y en ella el tiempo, bien lo saben, no se detiene.

Eduardo Uriarte, EL PAÍS, 21/5/2008