¡Adopten nuestro modelo!

J. M. Ruiz Soroa, EL CORREO, 28/7/12

Ahora, nuestro lehendakari ha decidido ir por el mundo anunciando la buena nueva a todos los hombres y mujeres de buena voluntad

En los tiempos locos de la reforma estatutaria de segunda generación, embrujados como estábamos por la magia de Zapatero, se hizo celebre el curioso sistema de asignación de inversiones estatales en infraestructuras que adoptaron las comunidades reformistas. Cada una eligió el criterio que más le favorecía, de manera que, por ejemplo, el Estatut Catalán estableció que la inversión estatal en su región sería equivalente a su porcentaje del PIB nacional (proporción riqueza), Andalucía decidió que sería su porcentaje de población (demografía), Aragón que su porcentaje de territorio (extensión) y Asturias el porcentaje de vacas y riscos (es broma).

El obvio problema de este ‘sistema’ es que el resultado final de sumar todos los porcentajes particulares de inversión en infraestructuras era muy superior a 100, lo que demostraba matemáticamente que era absurdo de raíz.

Menos mal que el Tribunal Constitucional, en su razonable sentencia sobre el Estatut, dijo que este tipo de cláusulas era ineficaz por sí mismo, pues el reparto de las inversiones no puede regularlo un Estatuto, sino que es materia que debe ser regulada por el acuerdo general de todas las Comunidades en un texto estatal.

Ahora, nuestro lehendakari ha decidido ir por el mundo anunciando la buena nueva a todos los hombres y mujeres de buena voluntad: ¡adoptad el modelo vasco y saldréis de problemas! ¡No escuchéis a Madrid, haced como nosotros! Y suena bonito, incluso nos hace hinchar el pecho de orgullo.

Ahora bien, si nuestro modelo vasco tiene como pata fundamental en que sostenerse el hecho estadístico cierto de que el sistema de financiación particular que poseemos nos procura una financiación pública por habitante que es superior en un 65% a la media nacional española, lo que nuestro jefe está proponiendo es que se adopte en España un modelo colectivo que procure a todas las Comunidades una financiación que sea un 65% superior a la media de financiación de esas Comunidades. Lo cual, hasta para los que somos de letras suena un tanto imposible, por lo menos mientras no se deroguen las leyes de la aritmética, y se substituyan por una ‘aritmética vasca’. Que todo se andará, tal como vamos, vean si no a los catalanes.


J. M. Ruiz Soroa, EL CORREO, 28/7/12