¡Cuánto sectario!

ABC 2/12/12
ANTONIO BURGOS

Cree el ladrón que todos son de su condición y creen los izquierdosos que todos somos tan sectarios como ellos

Un imbécil que se cree actor pero que se queda sencillamente en imbécil ha cantado la gallina de lo que servidor suponía que era el pensamiento obligatorio en la dirección única de la progresía andante, sin contramano ni contraflecha posibles: «Creo que no hay intelectuales de derechas. O son intelectuales o son de derechas». Lo malo no es que eso lo piense ese cretinete. Lo peor es que lo piensa y lo practica el PP con su complejazo de derechas, y aplica esa especie de Pacto del Tinell contra el pensamiento conservador y la creación liberal. Lo acaba de demostrar con el último premio gordo de la Lotería Nacional de las Artes y las Letras que ha otorgado en su modalidad de Literatura. Se lo han dado a un señor que tiene el marchamo izquierdosísimo de haber sido compañero de viaje del PCE en tiempos de la dictadura y autor mimado por Carlitos Barral cuando Seix Barral era Seix Barral y el premio Biblioteca Breve, y el realismo social, y las últimas tardes con Teresa, y esas cosas. Es decir, que con tal de no hacer como los del PSOE, que sólo beneficiaban a los suyos, el PP acaba lo mismo, mimando a las izquierdas. Hombre, ¿qué van a decir si el PP le da sus premios gordos de la cultura a señores creadores de su cuerda, a Garci, a Prada, a Manuel Alcántara, a Manuel Mantero, si es por Manueles y por la Generación del 50? «No podemos hacer como los de antes», dicen los del PP. Y con su complejazo, cogen y les dan los premios a los ricos cejudos: a los que han estado protegidísimos por el felipismo y por el zapaterismo en la cultura de subvención que padecemos. Con lo cual, por no hacer igual que los de antes, premian a los mismos que premiaban los de antes.

Quienes, como la izquierda es tan sectaria y se cree con esa absurda superioridad moral frente al liberalismo y al conservadurismo, son los primeros en extrañarse de que en el PP sean tan giligayas. El recién agraciado con el Gordo de las Letras en la tómbola de los complejos del PP le ha dicho aquí en ABC a Antonio Astorga, en una gran entrevista sin sectarismos: «Lo que es raro es que un premio que organiza el Ministerio de Cultura me lo hayan dado a mí, que soy de izquierdas». No, hijo: lo raro hubiera sido que ese Ministerio, en tiempos de González, hubiera premiado a Manuel Halcón y en tiempos de Zapatero, a Manuel Alcántara, por no salir de Andalucía y de los Manueles. ¡Cuánto sectario en la cultura española! Cree el ladrón que todos son de su condición y creen los izquierdosos que todos somos tan sectarios como ellos. (Espero al menos que a estos premios gordos de la cultura les retenga también Montoro el 20 por ciento, como al de la Lotería de Navidad).

Sin camisas negras.- Listo tiene que ser este Oriol Junqueras de la histórica Ezquerra, al no querer gobernar en coalición con Arturo Más Solo Que La Una, que anda por ahí quejándose como Calimero: «Nadie quiere formar gobierno conmigo…» Y más que listo: ha acabado con la pinta de guarros que tenían sus correligionarios cuando el tripartito los de ERC, todos con la camisa negra obligatoria, la totalitaria camisa de Mussolini y la Marcha sobre Roma. Usarían la camisa negra para negar lo de «España, camisa blanca» de Ana Belén. Con todo, me tranquiliza la camisa blanca de Junqueras. Con camisa negra, hubiera sido ya enteramente un obispo del Palmar de Troya vestido de clériman.

Demanding y Querelling.- Por una vez y sin que sirva de precedente, estoy a favor del yerno de Utrera Molina por sus tasas judiciales. Gallardón quiere acabar con dos españolísimos deportes de riesgo, muy practicados, por ejemplo, en el «Sálvame» de Jorge Javier Vázquez: el Demanding y el Querellinq. El chuflerío se lo pensará dos veces antes de anunciar: «Te voy a poner una querella que se va a mear la perra».