«Nuestro atentado es una laguna»

Una víctima de la primera acción yihadista en España pide justicia tras 25 años de la masacre. Cristina Salado insta al Gobierno a que exija a EE UU que localice al presunto responsable de la explosión en el restaurante madrileño El Descanso.

Sin pistas, sin juicios, sin culpables… Cristina Salado lleva 25 años reclamando justicia por el atentado que aquel viernes 12 de abril de 1985 segó la vida de su marido, Arturo Rodríguez, de una amiga que les acompañaba, y de otras 16 personas que cenaban en el restaurante El Descanso, a las afueras de Madrid. Fue la primera masacre que el terrorismo islamista cometió en España. El tercer atentado más sangriento de la historia reciente, con 18 fallecidos y un centenar de heridos. Y, lamentablemente, «una laguna» entre las innumerables acciones terroristas perpetradas en el país en las últimas décadas por diferentes grupos armados.

«Hay muchos atentados sin resolver y todos son tremendos, pero creo que sobre éste, a nivel de Justicia, se ha hecho poco». Cristina y el resto de víctimas vieron cómo en marzo de 1987 el caso se archivó de forma provisional por falta de autor conocido. Hace cinco años, la «desesperanza» que durante 20 años sumió a las 200 familias afectadas vio una pequeña luz.

Un testigo protegido identificó a Mustafá Setmarian Nasar como uno de los autores del indiscriminado acto terrorista y el juez de la Audiencia Nacional Ismael Moreno decidió reabrir el sumario. Era septiembre de 2005. Pero desde entonces nada se ha vuelto a mover.

Sumario reabierto

Setmarian, que tras su detención en Pakistán en 2005 por su presunta vinculación con Al-Qaida y con el 11-S y el 11-M fue entregado supuestamente a las autoridades estadounidenses, sigue sin aparecer.

«Algunas informaciones recientes lo situaban en la isla índica de Diego García, otras apuntaban a que se encontraba en Siria», explica con cierta resignación Cristina Salado. «Lo que pido al Gobierno es que aproveche su buena relación con EE UU y le presione para que sea localizado, en algún sitio tiene que estar».

Este clamor es lo poco que le queda por hacer a esta mujer que ha colaborado mucho tiempo con las asociaciones 11-M y AVT, pero que después de tantos años sigue sintiéndose «un poco sola» con su causa. «Ahora hay un reconocimiento social muy fuerte, exhaustivo, a las víctimas del terrorismo de ETA, del 11-M… pero parece que este atentado se ha quedado un poco aislado», confiesa. «Por lo menos a mí me da esa impresión, a pesar del apoyo que todas las víctimas hemos recibido por la Ley de Reconocimiento a las Víctimas y por la Fundación, que el otro día emitió un comunicado recordando este caso y yo se lo agradezco mucho».

Pero la parte que falta es la correspondiente a la Justicia. «Me gustaría confiar en el Estado de Derecho; que se pusiera mayor interés en resolver un hecho tan injusto como éste, que se cobró tantas vidas humanas, y que nos ha condicionado para siempre», señala Cristina con un tono levemente crítico.

Son demasiados años sin respuestas. Años en los que Cristina Salado, que permaneció un mes hospitalizada por las heridas que sufrió en el atentado, ha aprendido «a sobrevivir» con el recuerdo que los terroristas le sellaron cuando esperaba una mesa para cenar en la barra del restaurante madrileño.

Pero 25 años también en los que ella y el resto de víctimas de El Descanso han ido perdiendo poco a poco la esperanza de «recuperar la memoria» de lo que sucedió en el kilómetro 14 de la A-2 y de que los culpables de aquella acción «indiscriminada, arbitraria, de locos», se sienten en el banquillo de los acusados.

EL DIARIO VASCO, 12/4/2010