¿Impune o implume?

Santiago González, EL MUNDO, 18/7/11

Es de suponer que Rubalcaba arrugó ayer el gesto al leer las declaraciones del ex ministro Barrionuevo contra el juez Pablo Ruz por el auto del caso Faisán, al considerar que el magistrado ha dictado este auto «irresponsable y disparatado» para salir en la prensa y aspirar a ser «el sustituto del impresentable juez Garzón».

Hay dos formas de magrear la ley en política antiterrorista: la guerra sucia y la negociación

El último de los gritos de apoyo que el candidato necesita es Barrionuevo-Rubalcaba, le même combat. De hecho, el primer ministro del Interior socialista había pasado al reino de las sombras y de la discreción. En el que todavía es su partido, Garzón es un juez amigo. De hecho, ni siquiera Felipe G. se acuerda ya de las viejas rencillas, pelillos a la mar. En abril ironizaba sobre la causa que aguarda a Garzón por las escuchas ilegales del caso Gürtel: «El juez juzgado antes que los corruptos a los que quería juzgar, no está mal como modelo».

No acierta Barrionuevo al comparar a Ruz con Garzón. En rigor, a Garzón ni siquiera se le puede comparar consigo mismo. Él había acunado el sumario del Faisán que recibió de Grande-Marlaska hasta el límite del sueño eterno, mientras Ruz lo despertó al reemplazarlo en la Audiencia Nacional.

Se ha generalizado en la España gubernamental una forma curiosa de razonar sobre la imputabilidad de según qué delitos a según quiénes. ¿Cómo pueden colaborar con ETA personas que han luchado durante años contra el terrorismo?, se preguntan. Hace una década la pregunta era: ¿cómo se puede condenar a un hombre con la hoja de servicios de Galindo en la lucha contra ETA?

Recuerden al general Rodríguez Galindo. Desde Intxaurrondo desplegó una actividad metódica, sostenida, incansable, contra ETA. Él fue el responsable principal de la detención de unos 120 comandos y de la caída de la cúpula de ETA en Bidart, ‘Pakito’, ‘Txelis’ y ‘Fiti’, el 29 de marzo de 1992. Pero entre unas cosas y otras, un día ordenó el secuestro y asesinato de Lasa y Zabala, según la sentencia de la Audiencia Nacional que en 2003 lo condenó a 71 años por estos cargos. ¿Su brillante hoja de servicios debería dotarlo de impunidad?

Hay una analogía entre el delito de Galindo y el caso Faisán, aunque el asesinato de terroristas es un delito de naturaleza distinta (y más grave) que la colaboración con banda armada. De ahí que a Galindo le cayeran 71 años y a los tres del Faisán ya implume no les puedan caer más de 10. Lo explicó genéricamente y antes del chivatazo José Ramón Recalde, a comienzo de los años 90, en un artículo de prensa. Hay dos maneras de magrear la ley en la política antiterrorista: por debajo de la mesa o por encima. El primer procedimiento es la guerra sucia; el segundo, la negociación política.

El pasado de los tres procesados por el Faisán no avala sus presuntas llamadas de alerta aquel 4 de mayo, aunque es doctrina oficiosa en el Gobierno y su partido que la negociación que el chivatazo protegía es la causa de la derrota de ETA. ¿Está ETA derrotada, cuando los independientes de Bildu han tomado las instituciones guipuzcoanas? ¿Su último comunicado es un acto de disimulo interno? ¿Cómo se expresarán cuando estén contentos?

Santiago González, EL MUNDO, 18/7/11