1 de Septiembre, kilómetro cero

EL CORREO 01/09/14
TONIA ETXARRI

· Urkullu rebaja la presión de su discurso soberanista en vísperas de reunirse con Rajoy

Estrenamos, hoy, un curso político tan condicionado por las consultas soberanistas (la legal de Escocia y la ilegal de Cataluña) y por las elecciones municipales y forales que se celebrarán en cuestión de ocho meses que cualquier movimiento es susceptible de ser interpretado en clave de intencion electoral. La reaparición de Rajoy, ayer, manteniendo su apuesta por la reforma del sistema de elección directa de alcaldes contra viento y marea se interpreta en la necesidad de asegurar la continuidad de su partido al frente de los mandos municipales en algunas ciudades clave. Independientemente de que sea un sistema tan legítimo como el de los pactos, ha nacido ya con la reprobación de todos los partidos políticos que ni siquiera quieren proceder a su debate. Una idea que, por haberla presentado en unas fechas tan próximas a la convocatoria electoral, está contaminada por los recelos y las críticas de todo el arco parlamentario. Tan sólo por la campaña tan feroz que el PP tendría que soportar, incluso por parte de partidos que como el PSOE propusieron una idea similar hace algunos años, no le compensa emprender esta batalla en solitario.

Desde Euskadi, el lehendakari sigue midiendo su puesta en escena, intentando mantenerse en el alambre. Si tanto el Gobierno vasco como el PNV forzaron sus mensajes alarmistas mientras Rajoy se demoraba en responder la solicitud de Urkullu para mantener un encuentro, hablando de «desprecio» y de posibles «ataques al Concierto», ahora la cuerda se ha aflojado. Las alusiones al dilema entre el «sometimiento o la rebeldía» que dio tantos titulares en la primavera han quedado aparcadas para ser sustituidas por mensajes de tranquilidad.

El lehendakari Urkullu acaba de dar un paso atrás para rebajar la presión de su discurso soberanista . Desde que el presidente Rajoy le confirmó que le concederá la entrevista que lleva esperando todo el verano, los mensajes han cambiado. Y la imagen que está ofreciendo el gobierno nacionalista de Ajuria Enea, alejado del ruido de la Generalitat, es la de un Ejecutivo que ahora mismo ofrece estabilidad institucional. Una actitud que a La Moncloa le interesa en momentos tan convulsos entre la incipiente recuperación económica y la tensión política provocada por el desafío soberanista de Cataluña.

Durante los últimos meses, en los que Rajoy ha estado centrado en el pulso planteado por un Artur Mas condicionado por Esquerra Republicana y los sectores más radicales, Urkullu buscaba su hueco, queriendo que se le tuviera en cuenta, consciente de que no tenía las mismas bazas que la Generalitat para ejercer su capacidad de presión. Una vez desactivado el terrorismo, aunque ETA siga sin disolverse, sus cartas en una negociación con el Gobierno de España de turno son menos efectivas. Ni siquiera tiene el as de la consulta independentista, como Cataluña. Urkullu comenzó su legislatura con un perfil soberanista muy plano. Allá, en un futuro remoto, situaba el sueño de una Euskadi independiente. Sin prisas. Y, a diferencia de sus mayores y sus homólogos catalanes, con pactos con el Estado.

Pero su puesta en escena ha sufrido vaivenes. Días antes de recibir a Artur Mas en Ajuria Enea dijo que el debate sobre el derecho a decidir había que aparcarlo. Y se desdijo al mes siguiente. Echó el freno en abril. Y lo soltó en mayo. Hace un mes se presentaba como el dirigente de un país que podría ocasionar al Estado tantos problemas como Cataluña y ahora, en vísperas de ser recibido en La Moncloa, se vuelve a situar en el kilómetro cero. Tiene que hacer juegos malabares para no perder la centralidad a la que sigue aspirando. Las aspiraciones soberanistas han quedado reducidas a exigir el cumplimiento íntegro del Estatuto. ¿Eso es lo que le va a plantear a Rajoy? ¿Volver a hablar de transferencias de un Estatuto que tanto su partido como EH Bildu dan por amortizado? ¿Ahora que la ponencia parlamentaria sobre el nuevo estatus está empezando su recorrido en el hemiciclo de Vitoria? ¿Será que no ve vía intermedia entre el actual desarrollo estatutario y la independencia?

Con Escocia como referencia, con la única coincidencia en la palabra ‘talismán’ de la consulta, el lehendakari se fija en el pacto entre el Gobierno de Londres y los escoceses para celebrar su referéndum. Sabiendo que la historia de Escocia, que fue independiente de Reino Unido hace trescientos años, no tiene nada que ver con la nuestra. Rajoy, por su parte, espera que el lehendakari le concrete qué entiende por «la realidad vasca». ¿Las inversiones del Estado en Euskadi? ¿Los presos de ETA? Será más fácil que Urkullu vuelva de su reunión con un compromiso de mayor apoyo económico a las obras del Tren de Alta Velocidad que con un acuerdo en beneficios penitenciarios sobre los presos de ETA.

Este 1 de setiembre ofrece la impresión de que se abre una nueva carrera desde el kilómetro cero. El PNV, con el Estatuto. Los socialistas, en cuanto elijan a Idoia Mendia, buscando su perfil de oposición. UPyD, calculando la nula repercusión que una posible fusión con Ciudadanos tendría en Euskadi. El PP, con su estrategia de mano tendida. EH Bildu, después de haber dejado en la cuneta algunos de sus rostros más amables, recuperando el discurso más duro.

El lehendakari saca ahora su cara más pragmática. Veremos cuanto tiempo la puede mantener. Es posible que vuelva a dar algún golpe de timón a medida que nos acerquemos a la campaña de las elecciones municipales y forales. en donde el PNV y EH Bildu competirán por una bolsa de voto nacionalista en pueblos en los que la disputa por el poder se va a librar ‘a cara de perro’. Vuelta a empezar.