2013

José María Carrascal, ABC 02/01/13

El nuevo año marca el comienzo de una nueva era, caracterizada por el declinar de Occidente. El Estado de Bienestar, tal como lo conocemos, ya no es sostenible.

No gozan de buena fama los números trece, y, encima, el año que empieza tiene precedentes ominosos. Los expertos dicen que en su primera mitad continuará el deterioro y que sólo en la segunda puede haber indicios de recuperación, aunque algunos la dejan para 2014. Pero los expertos se han equivocado desde que estalló la crisis y pueden seguir equivocándose.

Lo único seguro es que esta crisis ha cambiado el mundo, sobre todo el occidental. Y no me refiero sólo al equilibrio de fuerzas en el planeta, sino a las reglas de juego que venían rigiéndolo. La tradición greco-latina asumida y esparcida por el cristianismo, reciclada luego por el racionalismo y la revolución, había traído resultados tan sorprendentes como la democracia y la dictadura del proletariado, la industrialización y los guetos urbanos, el colonialismo y la descolonización, la ley de la gravedad y el principio de la incertidumbre, el Estado de Bienestar y los déficit astronómicos. Pero esa etapa de la humanidad de pensamiento idealista y proceder práctico, esos 25 siglos buscando la utopía y el progreso permanente, parece que llega a su fin. Ya sé que la decadencia de Occidente ha sido anunciada con anterioridad. Pero esta vez va de veras. No es parte de Occidente el que decae. Es todo él. Basta ver las enormes dificultades de Europa para unirse y de los Estados Unidos para evitar el abismo fiscal para darse cuenta de que esa civilización y cultura no dan más de sí. Sin ir más lejos: ese Estado de Bienestar del que tan orgullosos estamos ya no es sostenible tal como lo conocemos. Donde puede estar el origen de la crisis.

Aunque, más que económica, ésta crisis es de nuestros valores, de nuestras soluciones, del capitalismo y del socialismo. Pero mientras el capitalismo está habituado a las crisis, el socialismo, no lo está, y cuando veo a Rubalcaba pedir a sus colegas europeos la vuelta a fórmulas de anteayer y a Artur Mas intentando crear un nuevo Estado-nación cuando lo que se impone es diluirlos en grandes bloques, no me río porque la situación no está para risas, pero me acuerdo de Ortega: «En España, lo que siempre ha fallado son las elites, los dirigentes».

El año que empieza estará ya regido por normas y pautas ni mejores ni peores que las anteriores, sólo diferentes, al no tener nadie la exclusiva de la verdad ni de la bondad ni de la justicia. No habrá nada regalado. Cada hombre y cada mujer vale por lo que hace, no por lo que cree. Esos sueños de la razón que son las ideologías políticas pueden producir tanto fantasías como pesadillas. «Gato negro o gato rojo, lo importante es que cace ratones». Nuestra raza es la humanidad, nuestra patria, el mundo, convertido en aldea global, quiero decir de todos o sea, de ninguno. Esa es la bienvenida que nos ofrece 2013. Y un Feliz Año Nuevo a los lectores, pues yo también puedo equivocarme.

José María Carrascal, ABC 02/01/13