50 huidos protagonizarán un acto de respaldo a la estrategia de ETA

EL MUNDO 04/06/13

Será en Biarritz y participarán etarras sin causas pendientes venidos de Hispanoamérica

Más de medio centenar de etarras huidos y deportados–sin causas pendientes– protagonizarán un acto el próximo día 15 de junio en el polideportivo Irati de la localidad vascofrancesa de Biarritz, en el que representarán a un colectivo de ETA ubicado en su mayor parte en Francia y en Hispanoamérica, que asciende en total a unos 200 miembros. El acto será organizado por el denominado Colectivo de refugiados encabezado por Xabier Ezkerra pero, según fuentes nacionalistas, no podría llevarse a cabo si la dirección de ETA, –que dio orden de regreso hace año y medio con la intención de sumar a esos miembros a su estrategia–, no hubiese dado su visto bueno.
Los huidos o deportados, («refugiados» en la terminología etarra) son, junto con los presos, una de las mayores preocupaciones operativas tanto de la banda como de la izquierda abertzale. De hecho, el documento surgido de la Conferencia de Ayete, condición previa para el anuncio del «cese definitivo de las acciones armadas», los incluye dentro de las «consecuencias del conflicto» e impele al Gobierno a buscarles una salida. Y ése es el contexto.
Según fuentes de la izquierda abertzale, el acto pretende «poner en valor el compromiso de los refugiados con el proceso en curso»; «escenificar que ETA está dando pasos hacia la normalización para desmontar las consecuencias del conflicto». Pero lo cierto es que se trata también de un modo de presionar al Gobierno y, sobre todo, se trata de un modo de liberarse de la propia presión. Se pretende presionar al Gobierno (también a nivel internacional) porque se quiere seguir volcando sobre él la imagen de que es la única parte que mantiene la situación de «bloqueo» y parece no querer resolver el problema existente. Y, por otra parte, es un acto que permite dar alguna respuesta, hacer ver que hay algún movimiento, a un colectivo muy amplio cuyos miembros llevan muchos años lejos de sus familias, la mayor parte de ellos en una absoluta inseguridad jurídica y personal.
No es la primera vez que este colectivo se pone en marcha para organizar el regreso de sus miembros y un acto para que su presencia se haga visible. Pero, en esta ocasión, se da un elemento que no tiene precedentes: la mayor parte de los participantes –unos 30 de los 50 que podrían estar presentes– se han desplazado al sur de Francia tras pasar por las embajadas y consulados para obtener sus pasaportes, una condición facilitada por el Gobierno desde hace meses y que ETA se negó a cumplimentar en el pasado. La banda consideraba que facilitaba la iniciativa individual de sus miembros y su descontrol sobre ellos, y los etarras pensaban que regresar con documentación española era una humillación.
Entre la veintena restante hay etarras que ya estaban en Francia, otros que se fueron y han regresado con documentación falsa –y por lo tanto no necesitaron pasar por ningún organismo oficial– y algunos que llevan tanto tiempo fuera que, en cuanto acabe el acto, regresarán al país donde tienen ya asentada su familia.
En principio, ninguno de ellos tiene causas pendientes abiertas y lo saben porque, al menos desde principios de 2012, abogados y familiares de estos etarras se han venido poniendo en contacto con la Audiencia Nacional con el conocimiento del Ministerio del Interior para acreditar que su situación legal está despejada. Siempre, naturalmente, después de recibir el visto bueno de la banda.
De hecho, tal y como informó este periódico en junio de 2012, los traslados hasta el sur de Francia se produjeron después de que, tras el cese definitivo, la propia dirección de ETA ordenase a los suyos que, los que pudiesen, fuesen regresando a Francia para ponerse a las órdenes de la estrategia que ésta fuese diseñando.
Tres de los primeros etarras en cumplir esta orden fueron tres veteranos: Elena Barcena La Tigresa, Pérez Lekue, alias Niko y Etxarte Urbieta Garbi, procedentes de Venezuela. Los tres pasaron por la embajada y obtuvieron el plácet porque sus brutales delitos habían prescrito. A La Tigresa se le atribuye, entre otros, el cruel asesinato del capitán de Farmacia Alberto Martín Barrios. A Etxarte Urbieta, la participación en varios secuestros y en los cursillos conjuntos de etarras con las FARC. Y a Lekue se le acusa de la voladura de la central telefónica de Ríos Rosas.
Fue Barcena quien mejor expresó los motivos de su vuelta en una carta en la que se mostraba contraria a las autoridades cubanas: «Nos condenan de facto a cadena perpetua en un marco, además, de inseguridad jurídica».
Sin embargo los organizadores no están seguros de que vayan a asistir al acto de Biarritz porque, en privado –y a pesar de haber sido de los primeros en pedir los documentos en la embajada y en recibir los beneficios de la nueva situación–, habrían mostrado su desacuerdo con el modo en el que se está desarrollando el proceso. El resto de los asistentes no tendría, que haya trascendido, un historial abultado porque, en realidad, según las fuentes consultadas, los más significados siguen huidos por razones obvias.

200 problemas sin resolver Tradición panfletaria
En estos momentos hay unos 200 etarras huidos o deportados, – siendo los primeros los que escaparon tras cometer atentados todavía no prescritos y los segundos los que fueron enviados a Latinoamérica o Cabo Verde por Francia en los años 80 con el acuerdo del Gobierno español – . México dejó de ser un paraíso para los etarras a mediados de los años 90 y el testigo fue recogido por Cuba – allí empezaron muchos de ellos reconvirtiéndose en empresarios y crearon una colonia que últimamente ha tenido (especialmente los menos veteranos) algunos problemas con el Gobierno castrista – y, sobre todo, por Venezuela donde, en estos momentos, además de José Ignacio de Juana Chaos, encuentran refugio y protección unos 50 terroristas de ETA, decenas de ellos perseguidos por atentados recientes.
La preparación del regreso de los etarras sin causas pendientes no es ni mucho menos nueva. Se habilitó una fórmula cuando los ‘poli-milis’ abandonaron el terrorismo. Cada vez que ETA ha anunciado una tregua y se han producido contactos o negociaciones con el Gobierno, un departamento ha facilitado un teléfono para quienes quisieran regularizar su situación. Pero, en estos últimos casos, la iniciativa fracasó en términos generales porque la banda prohibía esa salida a sus miembros. Prefería ir organizando actos de presión como el protagonizado en la tregua de 2006 por el hermano de ‘Txomin’, Ángel Iturbe Abasolo, uno de los terroristas deportado durante años a la República Dominicana. En esta ocasión, las circunstancias son muy distintas; los objetivos, no tanto.