Ignacio Marco-Gardoqui-El Correo

  • Con una oferta diversa y de calidad y con muchos cuerpos de distancia con la competencia podemos confiar en que el turismo siga siendo un sostén de nuestra economía

El turismo se ha convertido en el gran impulsor de la economía española que genera empleo y consumo. Las cifras son espectaculares. Hasta el mes de mayo hemos recibido 33 millones de visitantes extranjeros, lo que supone el 13,6% más que el año anterior, que fue ya un récord histórico y apunta a superar los 90 millones en el año en curso, muy cerca de la posición más elevada del podio mundial que ocupa la hasta ahora inalcanzable Francia. Muy atrás quedan las angustias de la pandemia, cuando los aviones se quedaban en tierra, los trenes no salían de las estaciones, los coches no circulaban por las carreteras y los barcos permanecían atracados en los puertos. Nadie se movía, nadie viajaba, los hoteles cerraban, los espectáculos se clausuraban, los museos permanecían desiertos. Parece un mal sueño pero fue una amarga realidad muy cercana. ¡Qué suerte tener tan mala memoria para olvidar los sinsabores!

Como consecuencia de la brusca y total caída de la demanda, todas las empresas relacionadas con los viajes de trabajo o de ocio afloraron cuentas de resultados desastrosas y nadie veía clara la salida en el futuro. Se arbitraron medidas de apoyo para salvar el bache, en el convencimiento de que las penurias serían pasajeras y, ahora lo comprobamos, lo fueron y hoy la realidad es completamente distinta hasta el punto de que se han superado los niveles inmediatamente anteriores a la propagación del maldito virus.

Todo marcha bien y todo camina en la dirección correcta. Los 33 millones de visitantes extranjeros recibidos en cinco meses se han dejado aquí 43.200 millones de euros. Recuerde que ese dinero procede de rentas generadas en otros países que se gastan aquí. Es una especie curiosa de exportación que es también muy cómoda, pues quien se traslada es el consumidor y no los productos que consume, como es habitual. Pero hay más. El gasto medio por turista ha sido de 1.263 euros, que es un 7,3% mayor que el del año anterior. El gasto por día sube un 8,6% hasta los 204 y la estancia media se sitúa en unos mejores seis días.

Hay más cosas y también son buenas. Uno de los graves problemas tradicionales de nuestro turismo era su excesiva estacionalidad y su exagerada concentración en las comunidades del litoral. Bueno, pues ahora crecen más las del interior. Cataluña mantiene la primera posición, con 7,1 millones de visitantes (+13,1%), pero el mayor crecimiento lo tiene Madrid, con un espectacular 23%. Y esto tiene pinta de seguir así. Hay 12,5 millones de asientos previstos en vuelos internacionales para el mes de julio, un 9,5% más. ¿Aprovecharemos el momento para consolidar la tendencia hacia una mejor distribución geográfica de turismo, una menor estacionalidad y un mayor gasto por visitante? Ese es el reto y esa la mejor idea para mejorar el empleo asociado a esta crucial actividad.

Para ello disponemos de dos grandes palancas. La primera es la acumulación de atractivos naturales, culturales y sociales. ¿Qué país dispone de tantas horas de sol y de tantas playas con bandera azul, cuál tiene tantos monumentos Patrimonio Mundial, quién goza de nuestra seguridad y de nuestra atención sanitaria, cuántos disponen de tan buenas comunicaciones, dónde hay fallas, más sanfermines, más carnavales, más procesiones de Semana Santa, más ferias, más corridas de toros…? Alguno nos gana en algún capítulo, pero nadie nos iguala en todos ellos.

La segunda es que el turismo se ha convertido en sector de demanda rígida muy poco sensible a las elevaciones de precio. Viajar forma parte del modo de vida de los países prósperos y sus ciudadanos no renuncian a ello en ningún caso. Antes de hacerlo, prescinden de cosas que hasta ahora eran imprescindibles. Viajar lo es más.

Con una oferta diversa y de calidad y con muchos cuerpos de distancia con la competencia podemos confiar en que el turismo siga siendo un sostén de nuestra economía y, si lo hacemos bien, más diversificado en el tiempo y en el espacio. ¿Plantea problemas? Sin duda, pero se le ocurre a alguien alguna alternativa de crecimiento viable? Pues ¡a cuidarlo!