A veces me pregunto

EL MUNDO 02/09/14
SALVADOR SOSTRES

LA VICEPRESIDENTA de la Generalitat, Joana Ortega, le ha dicho a Oriol Junqueras que «ninguna fuerza con voluntad de gobierno y no residual puede pedir a un gobierno que actúe al margen de la ley». A veces me pregunto, sobre todo cuando escribo de noche, si en CiU las cosas han degenerado hasta el punto de no retorno o si el imbécil soy yo. Les conozco hace años y no sé si un viejo amor me lleva todavía a sobrevalorarlos, pero diría que tan necios no son, ni tan estúpidos, y que incluso una perfecta nulidad política e intelectual como la vicepresidenta Ortega sabe que el llamado proceso tiene como único objetivo incumplir la ley para fundar a continuación una nueva legalidad y un nuevo Estado.

A veces pienso, y no lo digo en broma, que la estrategia de CiU es pasar por idiotas y que por detrás lo tienen pactado con las grandes potencias mundiales; a veces pienso que yo –y otros como yo– somos los tontos útiles de su empresa, y contribuimos con nuestros artículos y nuestras estupefacciones a crearle al Gobierno la sensación de que se baten con los mayores incapaces del reino, para que llegado el momento una España desprevenida y confiada se vea superada por un ataque sorpresa, letal y brillante.

Les conozco y diría que les conozco mejor que nadie. Y aunque a muchos hace años que no les veo, no les recuerdo tan cretinos como para no tener interiorizado que si no se rinden –que se rendirán– van a saltarse la ley del modo más descarnado que España vio desde el alzamiento de Franco. Todavía recuerdo los aspavientos de la pobre Pilar Rahola cuando Junqueras dijo que no descartaba parar la economía catalana una semana para presionar a España. Pili, we are not in Kansas anymore. Lo mínimo que podría proponer un líder independentista es una huelga general. A este precio, hasta yo hallaría la independencia posible y razonable.

No creo que al final pase nada, porque en Convergència son unos cobardes. Unos cobardes como yo, dejemos esto claro. Para muchos catalanes será al principio decepcionante pero cuando les pase la resaca recordarán que ellos son más o menos iguales. Eso, o hay un masivo desembarco, secreta y meticulosamente preparado, del que yo –y pido por si acaso perdón por anticipado– no me habría ni remotamente enterado.