Al grito de “facha el último”

EL CONFIDENCIAL 10/07/14
JAVIER CARABALLO

Al grito de “facha el último” no se puede construir la izquierda. Al grito de “facha el último” sólo se pueden cavar trincheras de absurdo, construir castillos de papel de pegatinas, discursos vacíos de pompas de jabón. “¡A ver quién es más de izquierda!” parece el lema de moda, la competición de moda, el reto de moda, y ahí van todos, cada vez más alejados de la realidad y más cerca de ellos mismos.

“Facha el último”; esa es la carrera desquiciada, alocada, que se disputa en varios partidos de izquierda, alarmados por el revés de las últimas elecciones y la convulsión electoral en las fuerzas políticas de dicha ideología. Pero al grito de “facha el último” no se puede construir la izquierda y menos, desde luego, mucho menos, el PSOE, porque entonces saltarán todas las costuras que unen al Partido Socialista con la sociedad española hasta convertirlo en una fuerza política irreconocible.

Como el otro día, cuando el debate de los candidatos a la secretaría general del PSOE. Tanto afán existe por mostrarse ante los militantes como el candidato más de izquierda de todos que este se reduce a una catarata de nombres, conceptos, que, inopinadamente, han pasado a convertirse en referencias de dicha doctrina, como señales del camino a seguir. Si un discurso del PSOE actual, por ejemplo, no incluye la palabra república o concordato, no vale porque no es de izquierda.

¿Pero desde cuándo la república es, en sí misma, un valor de la izquierda? Lo podría ser en contraposición con regímenes absolutistas, monarquías absolutistas, pero en los tiempos que vivimos lo esencial es que el modelo de Estado, uno u otro, garantice aquello por lo que se ha luchado siempre, la libertad, la igualdad, la solidaridad, la justicia. Y la república en sí misma es un concepto que hay que rellenar de valores, porque lo mismo puede albergar a un sátrapa que a un demócrata. Sin embargo dicen “república” y piensan que, por el mero hecho de decirlo, una persona es de izquierdas.

Desde que el PSOE abandonó su principal referencia de poder, la era de Felipe González, el partido ha ido dando tumbos, buscando referencias para salir del paso, política de luces cortas. Por fases, las palabras se han ido convirtiendo en referencias de izquierda y llenando los discursos de espuma. Se mira hacia atrás y se pueden encontrar muchas de esas palabras, desde una simple bicicleta, símbolo de ‘movilidad sostenible’, hasta el propio modelo de Estado, con el abrazo inexplicable del PSOE al nacionalismo.

Al PSOE le ocurre con el nacionalismo igual que con la república. A ver, ¿en qué momento del camino el socialismo, que proclama la Internacional, se ha hecho nacionalista? Pues ha ocurrido. En el ideario de la izquierda española, que siempre ha sido jacobina, se ha colado el concepto nacionalista al punto de llegar a desdibujar las señas de identidad clásicas del PSOE.

Como en Cataluña; han convertido al PSOE en un partido nacionalista descafeinado, de segundo plato, que no aporta nada al electorado. Ahora, para intentar salir del laberinto en el que se encuentra, casi todos repiten la misma palabra, también convertida en referencia inexplicable de la izquierda: estado federal. Es verdad que el PSOE siempre ha sido federal y que, incluso, su propia nomenclatura interna utiliza el término federal como modelo de organización. Pero una vez que se instauró la democracia y se aprobó el Estado autonómico, el debate estaba superado internamente.

Si ha surgido otra vez es para salir del atolladero de Cataluña, pero no porque exista una necesidad ni dentro ni fuera del PSOE para modificar lo existente. Eso, sin contar, desde luego, que en el PSOE se sigue ofreciendo de forma absurda el modelo federal como solución al independentismo catalán cuando nunca, nadie, jamás, ningún nacionalista, ni catalán ni vasco, ha solicitado un estado federal. En todo caso, confederal.

¿Y la ocurrencia de la ‘memoria histórica’? Con el zapaterismo, la memoria histórica se convirtió también en un concepto de izquierda. Fue curioso porque el éxito principal del PSOE en los 80 se debió a todo lo contrario, a haber sabido cerrar la página del pasado. Julio Feo, el gurú sociológico del PSOE de entonces, lo ha explicado en algún libro. “Descubrimos que la gente le tenía tanto rechazo al saludo fascista como al puño en alto; le tenían tanto rechazo al franquismo como a la Guerra Civil. Y entonces había que romper con eso”. Pasados los años, llega Zapatero a la secretaría general del PSOE y la conclusión de todo el partido es que es necesario rescatar las tensiones de la Guerra Civil y plantear de nuevo ese debate en la sociedad española. La memoria histórica se hizo de izquierdas. Sin más.

República, memoria histórica, federalismo, Concordato… ¡Bicicleta! En esta carrera de “facha el último” se construyen los discursos para responder a una sola expectativa interna, a ver quién es más de izquierda en ese ideario de palabras fetiches, como un juego infantil desprovisto de cualquier trascendencia. Se confeccionan discursos como se reparten pegatinas, pero cuando se mira hacia atrás se observa con nitidez que ese maquillaje sólo sirve para el momento, que la inconsistencia ideológica los devora en pocos años. Candelas de papeles. Y así, sencillamente, no se construye la izquierda.