CARLOS DE URQUIJO-EL DEBATE
  • La mayoría de los vascos no reclama «un nuevo pacto estatutario y el reconocimiento de la realidad nacional vasca» al que usted se refirió en su discurso

Probablemente no sea usted lector habitual de «El Debate» –aprovecho para recomendárselo– no obstante es posible que, tras ser investido lehendakari, su equipo de prensa rastree cada día todo aquello que se escriba sobre usted por irrelevante que sea su autor. Confiando pues en la profesionalidad de su equipo, le dirijo estas líneas con la tímida esperanza de que se incluyan en el resumen de prensa que cada mañana le harán llegar a su despacho.

He leído lo que han tenido a bien destacar los principales medios de comunicación en relación con su discurso en el debate de investidura. Además de alabar su talante y buen tono en este arranque de legislatura, todos se han hecho eco de su preocupación por la desafección de muchos ciudadanos en relación con la política y también con su partido, esta frase es prueba de ello: «Aspiro a volver a conectar política y emocionalmente con una sociedad vasca diferente tras el trauma del covid». Reflejaron también su loable aspiración por «el renacer industrial de Euskadi» y su anhelo por «la justicia social» como elementos necesarios para lograr que los vascos «vivamos felices».

Tras la jura del cargo en la casa de Juntas de Guernica, en la que voluntariamente eludió citar el respeto a la Constitución y la lealtad al Rey, toca comenzar a gobernar con un Ejecutivo de coalición que pasa de 11 a 15 consejerías, medida que, de entrada, no parece la más adecuada para recuperar la conexión con la ciudadanía. Pero vayamos al grano de lo que he echado en falta en lo leído y discúlpeme si en el texto íntegro de su intervención, que no he localizado, aparece detallado alguno de los compromisos que le demando. Son cuestiones que no sé si nos harán más felices, pero sí desde luego más libres y más justos.

Probablemente tenga razón en que la ciudadanía tiene que superar el trauma y las consecuencias del covid, pero tan o más importante me parece la superación de un trauma propio y exclusivo, generado en nuestra tierra y exportado a toda la nación. Le pido en primer lugar que su Gobierno y su partido dejen de blanquear a la banda terrorista ETA y que no pacte absolutamente nada con su brazo político. No es de recibo que el Gobierno vasco continúe otorgando a terroristas no arrepentidos y que no colaboran con la Justicia beneficios penitenciarios. El último caso, el tercer grado otorgado a José María Arregui Erostarbe autor de once asesinatos en la casa cuartel de Zaragoza, resulta especialmente repulsivo. Conceder a este asesino ¡por tercera vez! el tercer grado penitenciario a pesar de su revocación por la Audiencia Nacional las dos veces anteriores, es deleznable. El Gobierno vasco, del que usted es solidario y heredero, ha otorgado desde que asumió la competencia de prisiones en 2021, más de 80 terceros grados habiendo revocado la Justicia más del 25%. Lehendakari, acabe de inmediato con esta vergüenza.

Señor Pradales, le pido también que el euskera deje de ser un instrumento político al servicio del nacionalismo y una palanca de colocación para los afines en la Administración. Si realmente aspira al renacer industrial de Euskadi, no expulse a los jóvenes, no obligue a emigrar al talento y no siga cavando la fosa de una universidad desprestigiada por endogámica y unos servicios públicos cada día más ineficaces por la exigencia disparatada de un idioma que la mayoría desconoce. El balance de cuarenta años de inmersión lingüística, a un coste tan brutal como escondido, además de paupérrimo en la alfabetización, ha provocado un daño irreparable al sistema público y a decenas de miles de personas. Ordene dejar de apretar la tuerca no vaya a pasarse de rosca definitivamente.

Para no cansarle acabo con una tercera y última petición. Contribuya a la distensión y evite lo que denominó «tóxica política madrileña» así como «la incertidumbre e inestabilidad del Estado» sobre la que manifestó su preocupación. En su mano está aportar sosiego y atender a las preocupaciones de los ciudadanos desafectos de la política. La mayoría de los vascos no reclama «un nuevo pacto estatutario y el reconocimiento de la realidad nacional vasca» al que usted se refirió en su discurso. Dejen ya de tensionarnos, como hace su partido, con superar el marco constitucional y céntrese en las cosas de comer. Si así lo hace, seguro que logra su objetivo de que algunos ciudadanos recuperen la confianza en la política y en quienes a ella se dedican.