Alivio en una «UE fuerte con estados fuertes»

EL MUNDO 20/09/14

· Martin Schulz, presidente del Parlamento Europeo, reconoce su gran satisfacción

El no escocés suscitó ayer un inmenso alivio entre las autoridades de Bruselas. Al fin y al cabo, un triunfo del sí habría desencadenado un proceso jurídico inédito y lleno de incertidumbres. También habría embarcado al resto del Reino Unido en un cambio que lo habría alejado aún más si cabe de la Unión Europea y habría alentado las perspectivas electorales de los eurófobos del UKIP.

Ningún líder europeo fue más explícito en su satisfacción que el socialista alemán Martin Schulz, presidente del Parlamento Europeo, que confesó desde Estrasburgo que se sentía «aliviado» y expresó su satisfacción por el resultado de la consulta popular.

Los portavoces de la Comisión Europea habían puesto un empeño especial en no pronunciarse sobre Escocia durante la campaña. Entre otras cosas porque su presidente, José Manuel Durão Barroso, tuvo alguna intervención estridente en los meses previos a la cita electoral. En 2012 envió una carta a la Cámara de los Lores sugiriendo que ninguna región secesionista podía entrar automáticamente en la UE. En febrero de este año dijo que sería «extremadamente difícil si no imposible» para Escocia llegar a ser uno de los estados miembros de la Unión.

Barroso no volvió a decir nada sobre el referéndum hasta que concluyó el recuento en la última circunscripción escocesa. «Este resultado es bueno para una Europa unida, abierta y más fuerte», afirmó entonces antes de recordar el europeísmo del premier escocés y de sus ciudadanos, en las antípodas de la desconfianza que sienten muchos ingleses hacia la Comisión.

Su portavoz Pia Ahrenkilde explicó ayer que el portugués estaba a favor de «una Europa fuerte con estados fuertes». Un discurso que podría interpretarse como un espaldarazo a la negativa de Rajoy a permitir un referéndum en Cataluña si no fuera porque la portavoz dejó claro que sus palabras se ceñían exclusivamente al proceso electoral escocés: «No le toca a la Comisión decidir cómo se organizan los estados miembros. No podemos extrapolar lo que decimos hoy».

El resultado del referéndum lo esperaban con cierta ansiedad los movimientos secesionistas de Flandes, Cataluña o el Sur del Tirol. Pero también las autoridades europeas, pendientes desde hace meses de la posible salida del Reino Unido de la UE en un segundo referéndum que se celebraría después de la próxima cita electoral.

Acorralado por los conservadores más euroescépticos, David Cameron anunció que convocaría un plebiscito sobre la UE en 2017 si no lograba renegociar la relación del Reino Unido con la institución. Se trataba de ganar tiempo ante el ascenso formidable del eurófobo UKIP pero sobre todo de frenar una revuelta entre sus diputados más conservadores, que siempre desconfiaron de su ideología movediza y que nunca le perdonaron su triunfo a medias en las elecciones de 2010.

El referéndum sobre Europa sólo se celebrará si se cumplen varios requisitos. El primero es la reelección del propio Cameron, que sigue por detrás en los sondeos y no da signos de remontar. El segundo es el fracaso de las negociaciones con la Unión Europea, en las que el premier británico sigue sin explicar qué ventajas adicionales quiere lograr.

Cameron no ha desvelado si haría campaña por el no en un plebiscito sobre la pertenencia del Reino Unido a la Unión Europea. Tampoco ha aclarado qué concesiones podrían disuadirle de una decisión que algunos en Bruselas presentan como «apretar el botón nuclear».

Un triunfo del sí en Escocia habría hecho más probable la salida del Reino Unido de la Unión Europea. No sólo porque los diputados más conservadores habrían forzado la dimisión de Cameron y habrían nombrado en otoño un líder aún menos propenso a los acuerdos con Bruselas. También porque la independencia de Escocia haría casi imposible el retorno de los laboristas al poder.

Aquí muchos preferirían que los británicos no llegaran a celebrar un referéndum. Pero Fabian Zuleeg, responsable del European Policy Centre, argumentaba este viernes que esa posición podría ser un error: «Negar a la gente la posibilidad de votar aumenta su deseo de lograr la independencia. Decir que el referéndum es inconstitucional no ha hecho nada para aplacar las aspiraciones de los catalanes. En el caso escocés, el plebiscito ha llevado a un voto en contra de la secesión. Quizá ocurra lo mismo con el dilema europeo del Reino Unido. Quizá sea mejor celebrar un referéndum en un futuro próximo».