Ante la pérdida de un amigo. Juan Mari Bandrés

Teo Uriarte, 29/10/11

Hay personas que marcan nuestra existencia de una forma profunda. Juan Mari para aquellos presos que en Burgos esperábamos que nos fusilasen era el gran abogado de formas suaves, pero de firmeza contagiosa, que animaba a los allí recluidos sin necesidad de grandes soflamas. Hombre de ideas claras y fáciles, pues él las hacía parecer así cuando las explicaba.

Juan Mari no sólo fue el abogado defensor de muchos detenidos por el franquismo, luego se comprometió en la política, constituyendo una bisagra fundamental para conectar un mundo arisco de presidiarios y activistas con las gentes que querían salir de la dictadura procediendo de ella. No sólo hizo posible que se diera la amnistía, consiguió que aquellos de ETA que lo deseasen se incorporaran a la vida democrática conduciendo, junto a Mario Onaindia, el fin de ETA político militar tras la aprobación del Estatuto de Guernica en el que también participó.

Mario decía de él que era la persona que mejor daba vueltas a la azúcar en la tacita de café, expresión provocada por la admiración que profesaba a su comportamiento y a sus gestos, él, que era todo lo contrario. Y esta persona distinguida prefirió quedarse con los que salieron de la cárcel y seguir, casi ejerciendo de abogado defensor, acompañándolos en la política, a la búsqueda de la convivencia democrática, que haber ido a parar a cualquiera de los grandes partidos que se lo rifaban. “Yo prefiero quedarme con vosotros porque soy de los vuestros”.

Y cuando el último vagón del último tren de la política salió de la estación de la historia, cuando la Transición se acababa y los partidos se hundían en la burocracia a pasos agigantados, Juan Mari desapareció de la escena política para  dedicarse a labores en favor de los refugiados desde la  presidencia de una ONG y dejar a sus defendidos, ya adultos, que se engolfaran en unas prácticas que dejaron de ser las suyas. Poco después caería gravemente enfermo, se apartó del mundo que  le gusto tratar, y el hombre de singular verbo florido quedó por enfermedad atrapado en el silencio más cruel hasta hoy,  cuando catorce años después nos abandona.

Muchos de los de entonces han desaparecido contigo, los que quedamos te recordamos con un merecidísimo agradecimiento y admiración.

Teo Uriarte , codefendido por Juan María Bandrés en el proceso de Burgos de 1970.

Teo Uriarte, 29/10/11