Aprobar los presupuestos

EL MUNDO 17/05/17
SANTIAGO GONZÁLEZ

Las dificultades del PP para auparse hasta los 176 escaños que le permitan aprobar sus cuentas al Gobierno le han llevado a negociar con el PNV el apoyo de sus cinco diputados y ayer comenzaron a trabajarse la vicepresidenta y Montoro el correoso voto del señor Quevedo.

Los del PNV ya costaron un pico, mayormente por el Cupo y la financiación del AVE. Lo de la estrella solitaria de Nueva Canarias ya se ha encarecido en 100 millones desde que su voto es definitivo. Normal. El Gobierno necesita los 176 y esos votos le/nos van a costar un huevo de la cara. Es la lógica de la política.

Voy a ser moderadamente optimista. Sólo estamos hablando de dinero, una contraprestación que vence con el ejercicio, que dura lo mismo que los apoyos. Peor sería pagar esos votos en términos de competencias que no se devuelven después de agotados los Presupuestos. Y si esto vale para lo vasco ¿cómo no hemos de comprender una compensación a los canarios, españoles que viven tan lejos de Dios, de donde pasan las cosas? Lo del Cupo ha sido siempre un enjuague, un pretexto para la sobrefinanciación, como tienen documentado Ignacio Zubiri, Corcuera, Ruiz Soroa y otros. Ángel de la Fuente afirmaba en 2013 que «las cifras que aparecen evaluando las competencias del Estado y las compensaciones son falsas. Infravaloran el coste de las competencias y sobrevaloran las compensaciones, y por eso el importe del Cupo es ridículo».

Esto siempre ha sido así. A finales de los años 80 el diputado de Euskadiko Ezkerra Javier Olaverri publicó en El Diario Vasco un artículo sobre el tema ilustrado con una pieza documental impresionante. Era una hoja de bloc cuadriculado abandonada en el Talgo por los miembros del PNV que fueron a negociar el Cupo aquel año. Era una deconstrucción, un crucigrama. Partiendo de la cifra que estaban dispuestos a pagar iban remontando el cálculo hasta encontrar las cantidades cuyos porcentajes dieran el resultado apetecido. Explicaba Olaverri que el cálculo había sido hecho «con el reputado método de contabilidad de Sokoa», una cooperativa de ETA en Hendaya, en la que la Policía encontró la contabilidad de la banda terrorista.

Que el sistema sobrefinancia es un hecho que admite pocas dudas; hay una anécdota de Emilio Guevara, que fue diputado general de Álava antes de que Arzalluz lo arrojara a las tinieblas exteriores. Decía Guevara que al explicar a Garaikoetxea el sistema de concierto y cupo que habían negociado, este quiso saber cómo eran de buenos. «Lehendakari, con este cupo las porras de los ertzainas podemos encargarlas a Loewe». Uno pensaba que el bipartidismo tendría solución para este problema el día que una tercera fuerza nacional pudiera negociar con el partido gobernante. También podría ser que el partido de la oposición negocie con el del Gobierno la cesión de los votos o las abstenciones necesarias. El problema no es sólo Sánchez, no es no. Todo el PSOE está en la misma actitud pedagógica de explicar por la vía de los hechos a los ciudadanos de los territorios periféricos que votar al nacionalismo les trae ventajas.