Ardanza, la sartén y los huevos

EL CORREO 22/03/15
ALBERTO AYALA

· Andalucía empieza a dibujar hoy el nuevo tiempo político, que es probable que no termine de clarificarse hasta diciembre

Desde la página 1 La década de los 80 enfilaba hacia su recta final. La escisión del PNV, de la que surgió EA, había propiciado el inicio del largo ciclo de los gobiernos de coalición en Euskadi. Al frente de aquél primer gabinete jeltzale-socialista, un hombre pragmático, honesto y dialogante, el lehendakari Ardanza.

· Las citas electorales de este año revelarán si España entra en la era de los gobiernos de coalición

Las relaciones de la prensa con el poder se caracterizaban todavía por la cercanía. El presidente del Gobierno autónomo era un hombre accesible y resultaba usual verle charlar con periodistas en ‘off the record’, casi siempre con un cigarrillo negro.

La coalición significa un ejercicio de negociación casi permanente entre los socios. Cada propuesta, cada decisión, implica largas horas de discusión y, sobre todo, constantes cesiones mutuas.

Después de conocer un PNV hegemónico en el arranque de la autonomía, Ardanza se lamentaba con frecuencia de su situación de minoría y de sus consecuencias: «Me han puesto al frente de la cocina para que haga una tortilla, pero sólo me han dado la sartén. Los huevos se los ha quedado otro, que los administra a su conveniencia, y así no hay quien cocine bien», insistía ante unos periodistas, que, en general, le hacían ver que eso de ceder no está tan mal y que las mayorías absolutas conducen con demasiada frecuencia a la soberbia y la imposición.

A tres o cuatro voces
Tras el terremoto político de los últimos meses, fruto de la crisis y la corrupción, que ha puesto patas arriba el modelo surgido de la Transición, las elecciones andaluzas de hoy empiezan a dibujar cómo será el nuevo tiempo. El veredicto ciudadano que se conocerá esta noche, en los comicios locales de mayo y en las generales de fin de año confirmará o enmendará la sensación de que el bipartidismo imperfecto PP-PSOE de las últimas décadas es pasado, y si el futuro se escribe a tres o a cuatro voces (Podemos y Ciudadanos). En otras palabras, si España, como Alemania, Italia u otros países, entra en la era de los gobiernos de coalición.

La líder socialista andaluza Susana Díaz decidió adelantar los comicios a este 22-M por un interés exclusivamente personal, no de sus conciudadanos, y con una triple intención. El plan era (y es) abrir el año con más elecciones de la historia con una clara victoria socialista y una contundente derrota del PP. Parar en seco el entonces imparable ascenso de Podemos. Y situarse como el otro gran líder del socialismo español, preparado para dar el salto a Madrid en cualquier momento.

Estas son las aspiraciones del PSOE-A. Esta noche se verá si se cumple el sueño o si se transforma en pesadilla. Y pesadilla para Susana Díaz sería que el PP y, sobre todo, Podemos rompieran los pronósticos de las encuestas y se conviertan en las únicas fuerzas capaces de otorgar la mayoría absoluta al futuro Gobierno que todos coinciden, eso sí, en que volverá a ser socialista.

Sería todo un bofetón para un PSOE que gobierna ininterrumpidamente esta comunidad desde hace 33 años, algo sin parangón en otras autonomías. Y ello pese a que Andalucía sigue siendo la comunidad con más paro (diez puntos por encima de la media española) y con la tercera menor renta por habitante. Eso sí, allí no ha habido los recortes al Estado del bienestar que ha aplicado sin pestañear el PP en sus comunidades, aunque poco tiene que envidiar a los populares en escándalos de corrupción.

Inestabilidad
Díaz, que sorprendentemente, o no tanto, ha hecho una campaña contra Rajoy, en lugar de responder en clave andaluza, sabe que es muy probable que los próximos meses sean de provisionalidad. Que si los números no le cuadran esta noche con IU, lo probable es que la inestabilidad se prolongue todo el año, puede que hasta después de las generales.

Nadie, Podemos y Ciudadanos en primer lugar, pero también PP y PSOE, está por enseñar sus cartas a las primeras de cambio. No cuando en mayo se renuevan todos los ayuntamientos de España, los gobiernos de trece autonomías (entre ellas Navarra) y las tres diputaciones vascas. En septiembre se juega la partida final del desafío catalán al Estado. Y en noviembre se pone en juego el Gobierno de la nación.

Aun así, esta noche nos dejará unas cuantas certezas. Si la ambiciosa Susana Díaz, mujer de ‘aparato’, por el ‘aparato’ y para el ‘aparato’, ha tocado techo o se coloca como alternativa real a Pedro Sánchez. Si el PP se pega el primero de los castañazos que le auguran muchas encuestas y su calibre. Si Podemos pasa con éxito, con discrección o empieza a desinflarse en su segundo examen electoral en un territorio no precisamente cómodo para los de Iglesias. Si IU resiste, aunque sea a la baja, o entra ya en la UCI. Y si Ciudadanos, lanzado deprisa y corriendo por círculos mediáticos y de poder de la capital del reino para recoger el desgaste popular antes de que la izquierda sea la única beneficiada de él, convence al electorado desencantado del PP.