Autoexpulsados

JOSÉ MARÍA CARRASCAL, ABC 17/04/14

· El 10 de noviembre, los catalanes pueden no ser europeos. Como los turcos, los sirios o los subsaharianos. Y necesitarán visado para ir a Francia, a Italia, a Alemania.

Y tú, ¿qué harías si tu mujer te pillara en la cama con otra? ¿Yo? Negarlo, naturalmente». El chiste es viejísimo, pero el Gobierno de Mas lo ha recuperado para evadir la realidad. Primero, con un Consejo Asesor de la Transición Nacional, que emitió un dictamen para negar que Cataluña tendría que salir de la Unión Europea en caso de independizarse, al ser un tema político y no jurídico. Ante lo que, en Bruselas, el portavoz de la Comisión, órgano ejecutivo de la Comunidad, se ha visto obligado a advertir que «como lleva meses e incluso años reiterando, en el territorio que se separe de un Estado miembro dejará de aplicarse el Tratado de la Unión Europea».

Pues ni por esas. Francesc Homs, consejero de Presidencia del Gobierno de la Generalitat, no tuvo el menor inconveniente en plantarse ante un micrófono para decir que tal declaración no tenía carácter oficial, «al no haber pedido ningún miembro de la UE que esta se pronuncie sobre la eventual independencia de Cataluña». Con lo que desautorizaba al portavoz de la Comisión, a la Comisión misma y al Tratado que la rige, donde se enumeran sus actuales miembros (artículo 52) y se detallan las exigencias, incluida la unanimidad, para ingresar en ella (artículo 49). O sea, lo del individuo del chiste, pero ya en serio.

Tal actitud, más que a empecinamiento, solo puede deberse al pánico que empieza a cundir en las altas cotas de Convergencia conforme se acerca la fecha que ha fijado para su consulta y ven que no ocurre nada. Mejor dicho, que lo único que se ve cada vez más claro es su salida de Europa. Salir de España, después de todas las pestes que han echado sobre ella, no asusta a los catalanes. Al revés, lo saludan. Pero salir de Europa es algo muy distinto. Los catalanes han sido desde siempre los más europeos de todos los españoles.

Incluso presumían de serlo, con buenas razones, pues eran los más próximos a ella. Y ahora, debido precisamente a su propia iniciativa, se encuentran con que el 10 de noviembre pueden no ser europeos. Como los turcos, los sirios o los subsaharianos. Que necesitarán visado para ir a Francia, a Italia, a Alemania, a la misma España. O sea, que se han autoexpulsado. Y a medida que se acerca esa fecha, la amenaza se irá haciendo cada vez más grande, más inquietante, hasta convertirse en intolerable.

Es lo que tiene de los nervios al Gobierno de Mas. Lo que le hace cerrar los ojos, taparse los oídos, negar la realidad con palabras cada vez más fuertes: el haberse engañado no solo a sí mismos, sino a los catalanes, y convertido la fecha de su supuesta liberación en la de su expulsión de donde creían tener más derecho a estar que el resto de los españoles. Pocas veces la paradoja de la historia se habrá mordido tan rabiosamente la cola. Algo que ni en la peor de sus pesadillas hubieran podido imaginar.

JOSÉ MARÍA CARRASCAL, ABC 17/04/14