Avales a tutiplén

EL MUNDO 05/05/17
SANTIAGO GONZÁLEZ

El éxito sorprendió a la propia empresa. Nunca, desde la invención de las primarias y el establecimiento del trámite de los avales, habían alcanzado tal nivel respecto al número total de afiliados. El 71% de los militantes han votado a uno de los tres candidatos, entre cruce de acusaciones de mangoneo entre los partidarios de los dos primeros.

Es mucho compromiso y mucho aval. El segundo detalle sorprendente después de la marea de avales anunciada por el susanismo ha sido la escasísima distancia entre los 63.000 de la señora baronesa y los más sorprendentes aún 57.000 del hombre increíblemente menguante, un político cuyo discurso le emparenta con la muñeca de Polnareff (qui fait non, non, non, non). Susana tiene el apoyo del aparato, control en 36 provincias por sólo cuatro su rival y seis presidentes autonómicos por ninguno de Pedro. Que con fuerzas tan dispares haya obtenido solo 6.000 avales menos que la presidenta andaluza es un hecho más que notable.

Revela algo más profundo, un partido virtualmente roto por la mitad, con una ruptura triple: horizontal, entre los propios afiliados; vertical, entre los dirigentes y las bases; y también geográfica. El PSOE no es, pese a que lo proclaman siempre, el partido que más se parece a España. Que Sánchez, que obtuvo 41.000 avales en 2014 (con el apoyo de Susana), haya alcanzado 16.000 más después de haber demostrado por dos veces su nulidad ante las urnas, demuestra que los afiliados son más refractarios a los hechos que el común de sus conciudadanos y que late en ellos una pulsión suicida irrefrenable.

Las tres opciones son malas, quizá la de Susana un poco menos, y en esto el PSOE sí se parece a España. Hay que elegir por descarte. He leído con atención la carta de Javier Fernández a Pablo Iglesias haciendo el pase del desdén a su propuesta de moción de censura. Dejando al margen el hecho lamentable de que haya diseminado las comas a voleo, como si fuera un sembrador de avena, esa carta es el documento más sensato que ha salido de Ferraz en los últimos dos años. Solo hay un error que cometen todos los socialistas de cualquier candidato. Este: «Hablas de las equivocaciones del PSOE derivadas de la investidura de Rajoy. Pero te recuerdo que no hubieran tenido lugar si el partido que diriges (sic) hubiera permitido un gobierno alternativo para el que existía mayoría suficiente».

Pero, hombre, por Dios. La única acción positiva de Pablo en la política española es precisamente su negativa a votar la investidura de Pedro hace 14 meses. Aunque no fuera esa su intención, nos evitó lo peor. Pero los socialistas pueden corregir esto y votar a Sánchez. Dos posibilidades, ambas letales: o se rompe el PSOE o se rompe España. O las dos cosas.

Lo de Patxi López, sus magros 12.000 avales, es lo más comprensible de todo. En las primarias para la Secretaría General del PSOE no vota el PP y las dos ocasiones en que López asombró a propios y extraños, primero como lehendakari y después como presidente del Congreso, fue con el apoyo de los populares.