Batasuna votó el ‘plan’ para participar en el pacto sobre la consulta popular

Es una de las razones que ha dado a sus bases mediante un boletín interno en el que asegura que el apoyo fue acordado con ETA en verano. El apoyo de ETA al plan Ibarretxe se gestó en 2003 durante el debate «¿Orain zer?» (¿Ahora qué?).

EL MUNDO

La dirección de Batasuna repartió el pasado 30 de diciembre, entre algunos de sus militantes, un ‘barne buletin’, un documento interno de cuatro páginas al que ha tenido acceso EL MUNDO, en el que explicaba las razones por las que tres parlamentarios de Sozialista Abertzaleak votaron a favor del plan Ibarretxe posibilitando así que prosperara la iniciativa del lehendakari.

Los argumentos son tan contradictorios como los mantenidos por su portavoz, Arnaldo Otegi, en el Parlamento. Sin embargo, en el buletin se afirma que «la decisión fue tomada «el pasado verano», dentro de un «plan global» en el que se incluye la propuesta de Anoeta, «con el apoyo total de todas las organizaciones de la izquierda abertzale» y con la intención de que sus efectos puedan adquirir verdadera entidad «a medio y largo plazo».

Los dirigentes radicales explican a sus bases que si mantuvieron su decisión en secreto fue porque sólo haciéndolo así podían «coger desprevenidos a los demás agentes políticos y multiplicar los efectos políticos de dicha votación». Y tratan de reforzar la validez de sus argumentos aludiendo a la carta leída por Otegi en su discurso. «Para fortalecer la posición política, voluntad y seriedad del emplazamiento hemos llevado al Parlamento el mensaje de Josu Urrutikoetxea, parlamentario y militante» al que, -según dicen con su peculiar perspectiva dado que este terrorista huyó al ser acusado del atentado contra la Casa Cuartel de Zaragoza -,«el Estado español ha obligado a ejercer su militancia en la clandestinidad».

También en este documento interno explican que los radicales «no aceptan ni aceptarán nunca el plan Ibarretxe», y que los tres síes de su respaldo fueron instrumentales dentro de «la ofensiva política» que tienen en marcha y para «consensuar un Plan entre todos».

Respecto a los objetivos, los dirigentes radicales son bastante explícitos. Aseguran que con su postura consiguen «mostrar los parámetros reales del conflicto entre Euskal Herria y el Estado español», «condicionar las apuestas y posibles fraudes de los demás agentes políticos» y, sobre todo, participar en el «acuerdo de la consulta popular».

En lo relativo a lo que califica como «fraudes», Batasuna se ufana de «condicionar la apuesta del PNV», «dificultando la jugada que tenía preparada para las elecciones autonómicas y dificultar su intención de imponernos el plan».

También se atribuye que el PSOE se vea obligado «a moverse en un escenario político que no quiere, con un supuesto plan secesionista ante la opinión pública española». Y respecto a «IU», formación a la que en ningún momento llama Ezker Batua, destaca que «a la vez que apoya el plan en Euskal Herria», está «frontalmente en contra en el Estado y tendrá que gestionar esa contradicción manifiesta».

En el barne buletin que reparte entre sus bases, la izquierda radical abertzale reconoce haber experimentado una evolución respecto a la iniciativa del tripartito. Admite que, cuando fue presentado, en un momento de «crisis» para su organización, la oposición fue «frontal». Sin embargo, a partir de septiembre de 2003 cambió su oposición por una «actitud positiva y constructiva».De hecho, a lo largo del texto insiste en que la iniciativa del lehendakari tiene su origen en el pacto de Lizarra.
Según sostiene, la izquierda abertzale radical había conseguido recuperar la iniciativa política y decidió entrar al «abordaje en el terreno de Ibarretxe para rescatar los conceptos que éste ha robado en su plan de fraude y volverlos a situar como ejes de un verdadero proceso de solución». Así aceptaron los planteamientos del preámbulo al mismo tiempo que, según dicen, daban un «no rotundo» a la parte del plan que propone la reforma del Estatuto.

La dirección de Batasuna asegura que ha definido una ofensiva política a la que denomina «Ciclo Político de EH», en la que admite que su eje estratégico principal es la construcción nacional y en la que incluye la «respuesta a la opresión y represión», términos inequívocos para ETA.

Sostiene que puede hacerlo porque el PSOE ha llegado a la Moncloa y confía en el desgaste del plan Ibarretxe. Finalmente pide a sus bases que se conviertan en «elementos de agitación y propaganda» llenando las «calles y carreteras de Euskal Herria».

ABC

El apoyo de ETA se gestó en 2003 durante el debate «¿Orain zer?» (¿Ahora qué?)

«Integra muchos ingredientes de la solución al conflicto, pero no acierta en la ecuación correcta» porque «le falta voluntad y determinación». Dos dirigentes de ETA acogían el 15 de octubre de 2003, entre receptivos -asumían el espíritu del proyecto- y críticos -se reservaban el papel de «fiscales»- el plan Ibarretxe.

Los cabecillas hacían esta valoración en una entrevista publicada por el periódico portugués «24 Horas», poco más de un año después de que el lendakari, Juan José Ibarretxe, anunciara el 27 de septiembre de 2002 en el Parlamento vasco su intención de presentar la propuesta para un «estado libre asociado a España».

En la citada entrevista al rotativo luso, y ante la pregunta de si el plan Ibarretxe suponía «algo nuevo en la cuestión vasca», los dos cabecillas respondían: «¡Claro que sí! Vamos a asistir a un momento muy importante para nuestro pueblo: la destrución del Estatuto de La Moncloa (en alusión al de Guernica). Este es el momento de actuar con valentía para la resolución del conflicto y la recuperación de los derechos históricos del País Vasco».

Pero los etarras iban aún más lejos en su valoración del plan soberanista del lendakari: «Es verdad que Ibarretxe incluye en su plan muchas de las ideas que la izquierda abertzale vasca siempre ha reivindicado». Tras el visto bueno de ETA, dirigentes de Batasuna como Arnaldo Otegi, Pernando Barrena y Rafael Díez Usabiaga se mostraron receptivos hacia el plan en declaraciones públicas.

Las declaraciones de ambos terroristas eran fruto del debate interno llevado a cabo por la banda durante el mes de agosto anterior. Así, tal y como adelantó ABC el 13 de noviembre de 2003, en el citado debate interno, denominado «¿Orain zer?» (¿Ahora qué?), los cabecillas de ETA se habían decantado por apoyar el avance del plan Ibarretxe, no porque asumieran su literalidad, sino porque podría permitir la reedición del pacto de Estella y con ello un amplio frente nacionalista que trabajara por la independencia del País Vasco. Además, haberse aliado con el PP y el PSE en la Cámara de Vitoria para tumbar la iniciativa de Ajuria Enea no hubiera sido bien entendido en los sectores abertzales.

«Acumulación de fuerzas»

En el transcurso del debate interno, los dirigentes etarras ponían de manifiesto la necesidad de «dar un nuevo paso en la acumulación de fuerzas», en referencia a suscribir un nuevo acuerdo con PNV-EA, en la línea de recuperar el consenso logrado en torno al pacto de Estella. De hecho, la banda terrorista interpretaba el proyecto del lendakari, según documentación interna incautada por las Fuerzas de Seguridad, como la respuesta del PNV y EA a la exigencia formulada por los terroristas en el encuentro que mantuvieron en julio de 1999, con la coartada de la tregua trampa, para fijar un calendario con vistas a la independencia. La falta de respuesta entonces de los nacionalistas propició que la banda reanudara su actividad criminal.

Apoyar el avance del plan

Tras el debate, los cabecillas de ETA trasladaron a Batasuna el mensaje nítido de que tomar como punto de partida el plan Ibarretxe y apoyar su avance no supone asumirlo en su textualidad, ya que el respaldo definitivo sólo será posible si el PNV admite las «aportaciones» de la izquierda abertzale a la iniciativa secesionista. En ese contexto se entienden las críticas, a veces frontales, de la banda al plan promovido desde Ajuria Enea. Es un tira y afloja para que el PNV no dé por seguro que el texto es inamovible. Desde entonces ETA se ha arrogado el papel de «gendarme» y «fiscal» para «tutelar» el proceso abierto.

El 16 de diciembre de 2003, recien concluido el debate interno, Batasuna hacía pública la denominada «propuesta de Vergara» en la que ofrecía a los nacionalistas, además de concurrir en una candidatura conjunta a las elecciones, crear una interlocución para negociar con el Estado la independencia del País Vasco. Un objetivo este último más que coincidente con lo que propone el plan Ibarretxe. Quince días después el «gendarme», es decir, ETA, hizo público un comunicado en el que daba «por buena la propuesta» anunciada por su brazo político y se mostraba «dispuesta a tomar las medidas pertinentes y dar todos los pasos para que dicha iniciativa logre su objetivo final». El pasado verano, la banda transmitía a Batasuna que debía propiciar que el plan Ibarretxe saliera adelante para plantarle batalla con sus «aportaciones».

El mensaje del velódromo

Así, posteriormente, el pasado 27 de octubre, ETA autorizaba a Batasuna la presentación en el Velódromo de Anoeta de una propuesta con posibilidades de «ensamblarse» al plan Ibarretxe. Tal es así que la banda incluso aparca las reivindicaciones de Navarra y el País Vasco francés, como la iniciativa del PNV. Pero la sumisión de Batasuna a ETA, en particular a lo largo del proceso abierto en torno al plan Ibarretxe, subió grados el pasasdo jueves. El visto bueno de la banda a la posición de los batasunos no fue ni antes ni después del Pleno, sino durante, cuando habló en la tribuna de oradores a través de la carta de «Josu Ternera».

EL MUNDO y ABC, 4/1/2004