Camelos, mentiras y espejismos

JOSÉ MARÍA CARRASCAL, ABC 13/01/13

· Llega la hora de la verdad, o más bien de la mentira, para el llamado «problema catalán», donde hay más espejismos que realidades.

Ese acuerdo entre Mas y Junqueras para constituir Cataluña «como un nuevo Estado dentro del marco de la Unión Europea» es un camelo. La UE ya ha advertido que, por lo pronto, tendrá que salir de ella. Luego, veremos. Pero la admisión de nuevos miembros requiere la unanimidad de los existentes, como todo el mundo sabe. En cuanto a la ONU, la Resolución 1514 (XV), aprobada por su Asamblea General el 14 de diciembre de 1960, establece claramente que el derecho a la autodeterminación se limita a los pueblos coloniales. Los demás pueblos ya se autodeterminan en las elecciones que celebran periódicamente sus respectivos países. Es más, en su apartado sexto, dicha resolución precisa: «Todo intento de destruir o romper parcial o totalmente la integridad territorial de un país es incompatible con los principios de la Carta de Naciones Unidas·. Para remachar en el apartado séptimo lo del respeto a «la integridad territorial». O sea, con su proclamación, Mas y Junqueras, o Junqueras y Más pues no se sabe quién es el que manda, se están metiendo en un callejón de salida muy problemática, o bien están mintiendo descaradamente a su propio pueblo, al que han cegado con el espejismo de la independencia, alivio de todos sus males. Claro que, para ellos, se trata de un espejismo muy rentable, ya que les pondría al frente de un Estado, con todas las sinecuras que ello trae consigo.

Pero incluso si se llegase a eso, algo que debemos descartar a no ser que España quiera suicidarse, el proyecto de esos dos «estadistas» catalanes no iba a ser una bendición para Cataluña. Podría ser muy bien su fin. Extender el principio de la autodeterminación a todos los grupos humanos supondría, en efecto, dar a los catalanes que viven hoy en el Estado español el derecho a separarse de España. Pero al mismo tiempo, concedería a los españoles que vivieran en ese nuevo Estado catalán (incluidos los catalanes que se sienten españoles) el derecho a exigir un Estado propio en la proporción territorial que les correspondiese o bien a unirlo a España. Un lío mayor que llevaría a la división del nuevo Estado, al enfrentamiento de sus ciudadanos o, peor aún, al sometimiento de la minoría, cualquiera que fuere y aún por determinar. Pues todo lo ocurrido en Cataluña, no ya recientemente, sino a lo largo de su historia, ha sido jugar al Monopoly, con calles, plazas, edificios y dinero ficticios.

Pero se acabaron las mentiras históricas, las falsas pretensiones, las quejas de Pujol y los equívocos de Durán. Mas y Junqueras han empezado a jugar con dinero de verdad. No sabemos si lo hacen por estar seguros de sus cartas o tan desesperados que buscan el choque frontal como forma de escapar del lío en que se han metido. Pero hay que estar preparados para todo, ya que pocas cosas hay más impredecibles que un adolescente enamorado, un borracho al volante o un nacionalista sin salida.

JOSÉ MARÍA CARRASCAL, ABC 13/01/13