Candidatos clandestinos

IGNACIO CAMACHO, ABC – 15/02/15

· El que sepa algo que disimule; en estos tiempos crispados lo peor que le puede pasar a un candidato es que lo conozcan.

Con la defenestración sumarísima de Tomás Gómez, la dirección del PSOE ha acabado suscribiendo la tesis marianista sobre los candidatos invisibles, esa sofisticada táctica electoral que consiste en ocultar durante el mayor tiempo posible la identidad de la persona que debe pedir el voto a los ciudadanos. Aquella broma mingotesca de Gundisalvo –«¿a usted qué más le da?»– que Rajoy ensayó como método real en las pasadas elecciones europeas se ha convertido en Madrid en praxis generalizada ante la convocatoria de mayo.

A tres meses de elegir alcalde y presidente autonómico, los madrileños desconocen qué convecinos van a presentarse para disputar lo que se supone el honor de gobernarlos. La mayoría de los partidos no tienen candidatos y existe hasta una candidata –Tania Sánchez– que aún no tiene partido. Quizá por eso Pedro Sánchez, tan sensible a las modas de vanguardia, haya pensado que se trata de una nueva técnica de marketing político y ha retirado por las bravas a su cabeza de cartel para no dar ventaja a sus adversarios. En la capital del mus, el que más chifle, capaor.

Esta rara competencia ocultista debe de estar en función de la importancia estratégica de la plaza. Madrid no sólo es la capital del poder; es su puerta de acceso y el que la abra tendrá muchas posibilidades de franquear también el portón de La Moncloa. La batalla de la capital, y sobre todo de la comunidad autónoma, va a ser decisiva para establecer la correlación de fuerzas antes de las generales de noviembre. Para la izquierda la conquista del gran bastión del PP es la gran oportunidad de simbolizar un cambio de ciclo; para el Gobierno, que da prácticamente por perdido el feudo valenciano, la pérdida de su ciudadela sagrada representaría algo así como la caída de la última defensa del imperio. Barbariadportas.

Así que ante tan delicado reto conviene no precipitarse. Con el cabreo que tiene la gente contra los políticos lo mejor es no ponérselos delante con antelación para preservarlos de las pedradas. Al fin y al cabo Podemos, el gran fenómeno de la política reciente, mantiene una alta expectativa de voto no sólo sin candidatos, sino sin programa. Y el recién derribado Gómez, por contra, se desplomaba en los sondeos como el mercurio de un termómetro en la nieve. A camuflarse tocan, que la experiencia de las europeas fue diáfana al respecto: en cuanto Rajoy nombró a Cañete comenzaron sus meteduras de pata.

Un hombre sensato como Ángel Gabilondo, filósofo alejado del mundanal ruido y entregado a la paz libresca de su cátedra, puede sentir la tentación de echarse atrás si percibe demasiado pronto el alboroto en que está a punto de meterse de cabeza. Volvamos a la clandestinidad de los viejos tiempos. Todo el mundo chitón y el que sepa algo que disimule; en estos tiempos tan crispados lo peor que le puede pasar a un aspirante es que lo conozcan.

IGNACIO CAMACHO, ABC – 15/02/15