Carencias de entrevistador

  Santiago González- El Mundo

JORDI ÉVOLE cumplió lo que debía de ser un antiguo sueño: entrevistar a Nicolás Maduro. Se le notaba contento al hombre y el gozo le reventaba por las cinchas de su cuenta de Twitter. Así dejaba constancia en la Red:

«Un lujazo haber podido entrevistar al presidente Nicolás Maduro».

Era un anuncio satisfecho. Después del programa emitió otros tres tuits que habría que catalogar como rebuznos:  «-¿En Venezuela hay presos políticos? 

-Hay políticos que han cometido delitos y han sido juzgados. (No sé de qué me suena)». Por si sus seguidores no pillaran la intención, añadió un rebuzno más suave, más Platero: «Le preguntamos por presos políticos y nos responde con Catalunya… La verdad es que lo tenía a huevo». Se lo puse yo, tendría que haber reivindicado. Luego tiró de analogía: «Cuando Maduro y Rajoy te dan la misma respuesta…». 

El tuitero Pastrana resumió el disparate de la comparanza en un trino: «Por este tipo de basura equidistante es por la que Jordi Évole me produce una infinita vergüenza ajena».

Hay que señalar que con «los presos de Rajoy», él fue mucho más rotundo: «De error en error hasta el desastre final», escribió tras el auto de prisión de la juez Lamela contra los ocho ex consejeros. 

Tiene un vicio periodístico que hace aflorar en Twitter. Se trata de añadirle más sentido al ‘toma y daca’ con acotaciones que no han formado parte de la conversación. Tiene una carencia –no sabe repreguntar– y un vicio que roza lo insoportable. Es su tendencia al colegueo, a un tuteo y a una complicidad que el lector no se merece. Impresionante aquella apertura de entrevista a Otegi en 2009. A portagayola: «Arnaldo Otegi, tío, qué fuerte. Es la primera vez que saludo a un líder de la izquierda ‘abertzale’, tío». Con menos alharacas –y menos complicidad, supongo– también tuteó a Juan Luis Cebrián. Hay que destacar que a Maduro lo trató siempre de usted. Lástima que no le repreguntara, ni siquiera le preguntara por el dinero que la Revolución Bolivariana ha pagado a Iglesias y Monedero. Habría quedado muy propio antes de que éste compareciese en el Senado para no responder de sus fuentes de financiación y Évole hubiera planteado la pregunta ya de víspera al testigo más cualificado, al Médici de Podemos. No se puede estar a todo.