Chacón implanta el ‘prietismo’ en el PSOE

JOSÉ ANTONIO ZARZALEJOS, EL CONFIDENCIAL 27/02/13

En un mes de febrero de 1962 fallecía en México, exiliado pero lúcido, Indalecio Prieto, el socialista de nacencia asturiana pero de identidad vasca que más y con mayor eficacia combatió el nacionalismo vasco en el primer tercio del siglo pasado. Pese a su radicalización en la revolución de 1934, Prieto fue el dirigente socialista más comprometido con la visión nacional de España y con un sentido liberal de la ideología del PSOE (“soy socialista a fuer de liberal” llegó a afirmar). Hoy apenas quedan discípulos de Prieto en el socialismo vasco. Sólo es reconocible el prietismoen el discurso de Nicolás Redondo Terreros, que fue defenestrado por Rodríguez Zapatero después de que el hijo del que fuera secretario general de UGT intentase desbancar al PNV de acuerdo con Mayor Oreja y el PP en las elecciones autonómicas vascas de 2001.

De hecho, desde la desaparición política en el PSOE de Redondo Terreros, la evocación de la izquierda nacional que en su momento llegó a encarnar Indalecio Prieto se ha desvanecido. Sin embargo, Carme Chacón, cabeza de lista por el PSC-PSOE (circunscripción de Barcelona) en las generales de 2008 y 2011, recordó ayer la figura de Prieto en el socialismo español al no seguir la consigna de Pere Navarroy no votar la petición al Gobierno de que negocie una consulta en Cataluña porque eso supone “un proyecto de ruptura con España” que ella no apoya. Chacón -exministra de Vivienda y de Defensa- dio ayer un salto de gigante para hacerse con el liderazgo futuro del PSOE y deja en posición precaria al Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC). Frente a la disidencia de los socialistas catalanes, Carme Chacón les replica con la suya propia en el momento más crítico para la cohesión territorial de España que necesita una izquierda nacional que abandone la inercia histórica de seguidismo a los nacionalismos, tanto vasco como catalán.

Frente a la disidencia de los socialistas catalanes Carme Chacón les replica con la suya propia en el momento más crítico para la cohesión territorial de España que necesita una izquierda nacional que abandone la inercia histórica de seguidismo a los nacionalismos, tanto vasco como catalán.

El PSC es un partido diferente al PSOE, pero federado con él conforme a unos protocolos que proceden de 1978 y que han sido retocados. En 1977 el socialismo catalán estaba atomizado: el Partit Socialista de Catalunya-Congrés (antes, Convergencia Socialista de Catalunya), el Partit Socialista de Catalunya Reagrupament y la Federación Catalana del PSOE, esta última con fuerte implantación en Barcelona y el área metropolitana y apoyada por la inmigración procedente de distintas comunidades españolas. Se unificaron en 1978 bajo las siglas del PSC-PSOE, federado con este último. Hasta 1982, el PSC tuvo grupo parlamentario propio en el Congreso de los Diputados -como estaba previsto en el protocolo de federación-, siendo su portavoz el asesinado Ernest Lluch,pero las reformas del Reglamento de la Cámara y una progresiva vinculación entre ambos partidos hizo decaer esta práctica, que desde Maragall hasta bien recientemente, se ha convertido en una renovada reivindicación de su sector más catalanista.

Así las cosas, la siempre difícil unidad de acción PSC-PSOE se ha resquebrajado por una concepción del modelo territorial de España que no es compatible con la titularidad por parte de las nacionalidades históricas -en este caso, Cataluña- de un derecho a decidir que carece de cualquier significado que no sea el de la posibilidad de la secesión, aunque ni Navarro ni los que le secundan la pretendan de manera directa. Y si no hay acuerdo en este punto crucial, ¿tiene sentido que ambos partidos sigan  federados?, ¿no sería mejor que cada cual compitiese y estableciese así una jerarquía en la izquierda española? Un reciente estudio deCarles Castro en La Vanguardia (25 de febrero de 2013) hace una interesante proyección de lo que sucedería en Cataluña si se presentasen separadamente el PSC y el PSOE a las elecciones en aquella comunidad. Los resultados, de acuerdo con las elecciones del 25-N de 2012 (autonómicas), serían estos: los socialistas del PSOE habrían obtenido 14 escaños y los catalanistas 4, y en las generales del 20-N de 2011, los primeros habrían obtenido 11 escaños y los segundos sólo 2 puestos en el Congreso. Es decir, en la izquierda socialista de Cataluña, la antigua Federación Socialista del PSOE comería la tostada electoral al socialismo catalanista, pero, al dividirlos, los situaría por detrás del PP y, desde luego, de ERC. A escala nacional, el PSOE tendría muy difícil superar a los populares. De tal manera que la situación crítica en el socialismo es endiablada y, como escribía el propio Castro en el diario barcelonés, “las tensiones internas y el deterioro de los principales partidos amenazan con dinamitar el mapa político catalán”.

Carme Chacón parece intuir -básicamente con acierto- que o el socialismo tiene una vocación integradora desde el punto de vista territorial y deja cualquier competencia con los nacionalismos, o declinará. Seguramente tiene razón. En Euskadi, el PSE es incomprensible aun sin sus coaliciones con el PNV (décadas de los ochenta y noventa) y el PSC está signado por sus dos tripartitos con el ERC (entre 2003 y 2010, primero con Maragall y luego con Montilla). O la izquierda vuela con autonomía y sin complejos de raíz antifranquista, o seguirá con plomo en las alas. Rubalcaba, en este punto, está siendo responsable y serio. Pero no es el futuro. Puede serlo Chacón y suprietismo, aunque haya que resolver la cuestión catalana desde una perspectiva amplia, pero no tanto como para someter la vigencia del artículo segundo de la Constitución al criterio del estricto electorado catalán. La soberanía reside en el conjunto del pueblo español, y no es divisible.

JOSÉ ANTONIO ZARZALEJOS, EL CONFIDENCIAL 27/02/13