Choque de legitimidades

LIBERTAD DIGITAL 28/03/14
ANTONIO ROBLES

Vuelta la burra al trigo. La infantería mediática del independentismo ya tiene nuevas palabras para adornar la insubordinación al Tribunal Constitucional por atreverse a anular la declaración de soberanía del Parlament en la que se definía a Cataluña como «sujeto jurídico y político soberano». La vocera de Artur Mas, Pilar Rahola, lo ha dejado escrito hoy en La Vanguardia, después de intentar ridiculizar al Constitucional como lo haría un vulgar chavista del tres al cuarto:

Vamos pues al choque de legitimidades democráticas entre sujetos soberanos, porque algo está claro: la soberanía de un pueblo está antes y después de lo que diga un tribunal político.

¿Qué diferencia conceptual hay entre esta insolencia y la que suelta el etarra de turno cuando le espeta al tribunal que le juzga: «Me niego a declarar porque no reconozco la legalidad de este tribunal»?

Un día antes, el periódico de Godó donde pasta la señora titulaba en portada: «El Constitucional niega la soberanía a Cataluña». Habría que corregirles: el Tribunal Constitucional no niega a Cataluña lo que no tiene, como ningún tribunal podría negar a los vecinos de la Plaza Real de Barcelona la propiedad sobre dicha plaza si se les ocurriese reivindicar el derecho a decidir la propiedad sobre ella. En todo caso, anularía cualquier iniciativa vecinal que declarase el derecho a decidir sobre su propiedad. La plaza pertenece a todos los barceloneses. Es tan obvio que siente uno bochorno al razonarlo, pero está claro que La Vanguardia con el verbo negar, «El Constitucional niega la soberanía a Cataluña», quiere excitar las emociones de sus lectores para erosionar la legalidad que les estorba en sus aspiraciones separatistas. En esa misma portada, ni una sola mención al sepelio del expresidente español, Adolfo Suárez. El vaciado de España como forma sutil de borrarla del imaginario catalán.

No hay tarea más urgente hoy en España que desenmascarar la guerra sucia que libran los nacionalistas armados con las peores artimañas del lenguaje.

Tras ese choque de legitimidades con que pretende Rahola saltarse la legalidad constitucional, no hay más que integristas incapaces de respetar las reglas democráticas cuando estas no son favorables a sus intereses. El problema es que ni ellos se ven así mismo como falsos demócratas ni se atreven sus adversarios a tratarlos como tales, no sea que les afeen la comparación.

Mire, señora Rahola, entre la aspiración del Club de Evasores de Capital y la Constitución española no hay un choque de legitimidades, solo la insolencia de unos ladrones de guante blanco y la legalidad democrática de un Estado de Derecho como es España. Aquí no hay dos legitimidades, sólo una, y reside en el todo el pueblo español. Sería bueno que empezáramos a recordar a estos niños malcriados y peor consentidos que nadie es más que nadie. Aunque sean catalanistas y se hayan acostumbrado a chulearnos sin que nadie les afee la conducta.

En una cosa sí tiene razón, habrá un choque, pero no de legitimidades, sino entre la legalidad democrática, y los políticos insubordinados contra ella. Su solución no está en la disolución de la autonomía, sino en el código penal contra sus instigadores. Quien crea que se puede obviar esa evidencia se engaña: tarde o temprano, alguien tendrá que asumir esa responsabilidad. Los suicidas ya están muertos y nos quieren arrastrar en su fracaso al río revuelto, por si en él pueden hacerse con la gloria que la honestidad democrática les niega. No puede haber en su delito menor grandeza ni mayor ruindad.