Clase media

JUAN MANUEL DE PRADA, ABC – 29/12/14

· La Historia nos enseña que las sociedades sin clase media entran, más temprano que tarde, en una dinámica revolucionaria.

Se discute mucho en estos días si la recuperación económica que el Gobierno pregona es verdadera o fingida; y, en verdad, se trata de una discusión bizantina, pues tanto sus paladines como sus detractores no hacen sino esgrimir cifras macroeconómicos y otros primores de la estadística que tanto pueden valer para sostener una cosa como la contraria, a poco que se tuerza o fuerce su significado. Mucho más interesante me parece señalar que la recuperación económica, en caso de haberse iniciado, se está logrando a costa de la destrucción de la clase media; lo que nos obliga a preguntarnos si la disputada recuperación no será, a medio plazo, causa de una crisis mucho más pavorosa.

En alguna ocasión, mi querido Ramón Pérez-Maura ha recordado la respuesta que Franco dio al general Vernon Walters, enviado por el presidente Nixon, cuando éste solicitaba una garantía de que la situación española permanecería estable tras la muerte del dictador. Franco afirmó entonces: «Yo voy a dejar algo que no encontré al asumir el Gobierno hace cuarenta años: la clase media española». La creación de la clase media fue, sin duda alguna, el mayor logro económico y político del franquismo, conseguido además mediante una legislación garantista que protegía al trabajador hasta límites que hoy (después de tantas reformas laborales concebidas para quebrantar su posición) nos parecen utópicos; esto es un hecho que a casi nadie le gusta reconocer, pero hecho cierto a fin de cuentas, tal vez la mejor «herencia recibida» por los gobiernos de izquierdas o derechas que se han sucedido desde entonces y un colchón de seguridad contra el ascenso galopante del paro que unos y otros han auspiciado. Pero la erosión de la clase media, que ha sido constante durante las últimas décadas, hallaría su prueba definitiva con la crisis que ahora padecemos, que ha limado sus recursos hasta la consunción.

Fenómenos como el ascenso de Podemos tienen su raíz última en la consunción de la clase media (y no tanto en el descrédito de los partidos políticos, en la corrupción y demás fenómenos que no hacen sino catalizar el cabreo de unas clases medias que han dejado de serlo y ya no pueden garantizar el futuro de sus vástagos). Siempre hemos pensado que una auténtica recuperación tenía que fundarse en el sostenimiento de una clase media nutrida; primeramente, porque consideramos que la protección del trabajo es piedra angular de una economía moral, pero también porque la Historia nos enseña que las sociedades sin clase media entran, más temprano que tarde, en una dinámica revolucionaria. Se optó, sin embargo, por lo contrario, en aras de «flexibilizar el mercado laboral» y lograr una economía «más competitiva». Bajo estas expresiones eufemísticas se ocultaba el abaratamiento del trabajo, que en una economía soberana habría provocado un parejo abaratamiento de los precios; pero que en una economía colonial como la nuestra y con una moneda al servicio del imperialismo transnacional del dinero ha arrastrado una estragadora pérdida de poder adquisitivo.

Así hemos llegado a una situación en la que casi la mitad de los asalariados españoles ganan sueldos que no alcanzan los mil euros; si a esta mitad de los asalariados con sueldos de supervivencia sumamos esa cuarta parte de la población activa que se mantiene en el paro, convendremos que el panorama es desolador. Y que la presunta recuperación de nuestra economía se está logrando a costa de destruir la clase media.

Aquí podría aplicarse con justeza aquel refrán que nos enseña que, a veces, el remedio es peor que la enfermedad.

JUAN MANUEL DE PRADA, ABC – 29/12/14