CNV

JOSEBA ARREGI, EL CORREO 21/10/13

Joseba Arregi
Joseba Arregi

· Mucho me temo que la finalidad de este currículum nacional vasco es la producción de nacionales según la identidad y no según la ciudadanía.

Aunque el castellano no sea una lengua tan adicta a los acrónimos como el inglés o el alemán, también en ella van floreciendo éstos cada vez más. Si al acrónimo del título le añadimos una letra, la M, obtendríamos como traducción La Comisión Nacional del Mercado de Valores. Si le añadimos una I y aplicáramos las reglas de la lógica, obtendríamos ICNV, traducido, el Imposible Currículum Nacional Vasco.

Desde que hace muchos años se negoció con el Gobierno central la capacidad de definir el currículum a aplicar en las escuelas vascas en un porcentaje determinado –un reparto cuantitativo que difícilmente se puede entender desde una perspectiva pedagógica, didáctica y/o política–, hemos llegado a este momento en el que son ahora el Gobierno central y la mayoría del Parlamento los que reclaman a través de la Lomce un porcentaje determinado más alto del que rige hasta ahora. Lo que conduce a los poderes institucionales y a los fácticos vascos a decir basta.

No sé si algunos responsables políticos vascos se dan cuenta de la mala pedagogía política que hacen cuando dicen que no van a cumplir una ley, pues podían estar alentando a los ciudadanos que, en base a una muchos más evidente capacidad de autogobierno individual, se negaran a cumplir, por ejemplo, las normas fiscales forales vascas. Aunque estos ciudadanos tendrían que experimentar la capacidad represiva de la administración fiscal vasca, muy superior a la capacidad represiva del Gobierno central para hacer cumplir la Lomce.

No se va a cumplir la Lomce porque es preciso implantar el Currículum Nacional Vasco, es decir conseguir el cien por cien de la capacidad de definir el currículum a aplicar en las escuelas vascas por el Gobierno vasco. Vamos a por la escuela propia, a por el currículum propio, a por la forma propia de educar. Da igual que Kant argumentara que la Ilustración era –y escribo en tiempo pasado porque entre todos la estamos enterrando– el esfuerzo del hombre por salir de una esclavitud autoculpable usando la f uerza de su razón, una razón natural en el sentido de universal y común a todos los humanos. Y fue también Kant quien proclamó que el saber haría libre al hombre.

La esclavitud a la que se refería Kant, y la libertad a conquistar por medio del saber, eran libertad respecto de la fuerza de la tradición, de las costumbres, de la revelación impuesta, de una heteronomía basada en la metafísica, en esencias indemostrables, para alcanzar la capacidad de usar la razón dentro de los límites impuestos por la imposibilidad de la metafísica. En estas ideas se fundó la obligatoriedad de la enseñanza, la escuela nacional, la búsqueda de la formación de personas capaces de razonar para ser ciudadanos responsables de la política democrática como forma de gobierno republicana, según el mismo Kant.

Mucho me temo que no es de nada de todo esto de lo que trata el sistema escolar propio vasco, el currículum nacional vasco. Mucho me temo que la finalidad de este currículum es la producción de nacionales según la identidad y no según la ciudadanía, de generaciones capaces de identificarse comunitariamente con algo que al parecer existe desde el pleistoceno, pero que en realidad fue inventado hace escasos 120 años. Mucho me temo que no se trata de liberar a las generaciones futuras de las ataduras de lo que constituye una comunidad étnico-cultural –las tradiciones, aunque sean inventadas, una lengua que dejó hace mucho de ser la familiar de muchos vascos, un sentimiento agónico de muerte de algo que no se ha poseído nunca y por lo tanto realmente no se puede perder–.

Las matemáticas seguirán siendo universales, me imagino. Las ciencias naturales seguirán también siendo universales, me imagino. La historia universal, si es que se sigue impartiendo, seguirá siendo universal, y al final, lo que será propio y más propio, será la historia propia, que no sé si será historia o mitología. Lo que también seguirá siendo propio es el gasto por alumno, muy por encima de la media española, aunque los resultados Pisa no sean superiores a la media española, y eso haciendo la trampa de que no se examinan en la lengua vehicular de la escuela, sino en la lengua familiar.

Todo ello no cambiará el que muchos alumnos universitarios no sepan quién fue Carlos V, ni siquiera quién fue Resurrección María de Azcue, ni tampoco Federico Krutwig-Sarrailh de Ihartza, ni sepan si en Euskal Herria existe arte románico, ni sean capaces de poner ejemplos de arte gótico, como hemos podido comprobar más de uno en la EHU/UPV.

Escribiendo estas líneas se me ha ocurrido mirar en el diccionario griego para cerciorarme del significado del término ‘idios’ en esa lengua: privado, particular, personal, propio, de propiedad. Y del término ‘idios’ se deriva el término ‘idiotes’, carácter propio o específico, calidad especial, particularidad, singularidad. Siempre lo opuesto a lo universal, a la razón común a todos los hombres, a aquello que nos hace humanos y que permite hablar de derechos humanos como los comunes a todos. El término griego ‘idiotes’ ha derivado en el castellano idiota.

Si algo caracteriza a la historia vasca es su imbricación en la historia española. Hoy todas las lenguas de cultura, como el euskera, son lenguas multilingües en su interior, pues hablan la cultura hebrea, la griega, la latina, la tardolatina, la medieval, la ilustrada, la romántica, la científica, la tecnológica, de forma que un vascoparlante de hoy tiene mucho más en común con un británico que con el hombre de Santimamiñe, con el que nos resultaría prácticamente imposible entendernos.

Seguro que en la Lomce hay elementos dignos de crítica. Pero me parece que va a servir de excusa para promover algo que tiene poco que ver con la educación, con la tradición ilustrada, con la escuela como camino al saber, que es y debe ser camino a la libertad individual de cada generación.

JOSEBA ARREGI, EL CORREO 21/10/13