Con las cartas marcadas

EL CORREO 12/11/14
TONIA ETXARRI

Va a haber diálogo político?, preguntaba un senador de CiU a Soraya Sáenz de Santamaría en una interpelación que devino en un mitin de agravios. Y la vicepresidenta le respondió que dialogar sobre las reglas de la democracia implica no saltárselas. Pero no parece que Artur Mas pretenda, precisamente, entablar un diálogo con el presidente Rajoy sobre las reglas de la democracia. No. El mismo mandatario de la Generalitat no lo pudo decir más claro ayer en su comparecencia ante los medios en particular y tuiteros en general.

Artur Mas quiere entablar con Rajoy un «diálogo permanente» para acordar las condiciones de la consulta definitiva. Un referéndum que, de entrada, ya sabe que con esta Constitución y con este Gobierno no podría conseguir. Pero Mas, que ha tenido que oír en reiteradas ocasiones, aquí y en Europa, que no hay un país democrático que haya conocido una separación de una parte del territorio, tiene un ‘plan B’. Sabe que tiene muy pocas posibilidades de que prospere su propuesta de diálogo, que muy poco tiene que ver con la convivencia entre ese 30% de ciudadanos independentistas y el resto de ciudadanos españoles. Está jugando con las cartas marcadas.

Pide un diálogo (ese concepto tan utilizado como trampa semántica) pensando ya en su inviabilidad. Rajoy no aceptaría participar en una timba condicionada. Y hablar para concretar el referéndum imaginario no tiene nada que ver con un diálogo sin cláusulas. Por lo tanto, Mas ya piensa en las elecciones denominadas «plebiscitarias». Un concepto de votación más propio de otros regímenes poco democráticos y que suelen organizarse en torno a la propuesta de un candidato y no con diversas opciones. Pero el plan de Artur Mas se inspira en la idea de la «candidatura única». Tendrá que convencer a los republicanos, a la CUP. También escuchará a la izquierda de Iniciativa y al PSC, que por algo votaron a favor de la ley de consultas. Artur Mas quiere configurar una candidatura excepcional.

Por eso ayer, dirigiéndose especialmente a ERC, calificaba las elecciones anticipadas «como un instrumento» para llegar a la independencia. En esos comicios obtendrían, si siguen quedándose en casa sin votar el 34% de ciudadanos que se abstuvieron en las elecciones autonómicas de 2012, una mayoría absoluta en el Parlamento catalán. Que no sería la mayoría civil. Pero es en el Parlamento donde se legisla.

Al otro lado, Mas se encuentra con un Gobierno aferrado a la ley, pero con escaso discurso político. Con un PSOE confundiéndose de adversario al olvidarse de Mas y cargar contra Rajoy. Con una clase política haciendo la guerra por su cuenta. Y, a diferencia de las fuerzas unionistas británicas con el referéndum de Escocia, descoordinada. Y con un PNV, al rebufo de CiU, reclamando ahora la mediación de Europa.

La Fiscalía de Cataluña se querellará previsiblemente hoy contra, al menos, Artur Mas y la vicepresidenta Joana Ortega porque la legalidad, el 9-N, fue conculcada. Pero después del engaño sostenido al que ha sido sometido un presidente ¿ingenuo? que creyó a Mas cuando le dijo que no haría nada al margen de la ley, Rajoy tendrá que demostrar que su plan para Cataluña, que dijo tenerlo, no era un titular para salir del paso.