Cristian Campos-El Español 
 

Anda medio Occidente discutiendo cuántos muertos son aceptables en una operación de rescate como la ejecutada este fin de semana por las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), la Agencia de Seguridad de Israel (ASI) y las fuerzas especiales de la Policía de Fronteras israelí, la Yamam, y que finalizó con la liberación de cuatro de los ciento veinte rehenes que Hamás mantiene todavía secuestrados en Gaza.

El debate es absurdo en primer lugar por patafísico. Porque la diferencia entre precio y valor también se aplica, queramos o no, a las vidas humanas. Usted mismo hace el cálculo que más moral le parece, consciente o inconscientemente, cuando opina sobre el conflicto palestino en un sentido o en otro.

Y en segundo lugar porque no hay un solo occidental, y probablemente ni siquiera un solo gazatí, que conozca la cifra exacta de muertos que dejó la operación en Nuseirat, el barrio residencial donde terroristas y civiles palestinos mantenían secuestrados a los rehenes Noa ArgamaniAlmog Meir JanAndrey Kozlov y Shlomi Ziv.

Sí se sabe cuántos muertos pagó Israel por el rescate de los cuatro rehenes. Uno, Arnon Zamora, agente de la Yamam, de 36 años.

También se sabe cuántas vidas estaba dispuesto a sacrificar Hamás a cambio de impedir la liberación de los rehenes: todas las que hiciera falta.

Así que, ¿qué estamos debatiendo exactamente aquí? Hamás utiliza a los civiles palestinos como escudos humanos porque valora más la muerte de un judío que el coste de esa muerte en vidas palestinas, e Israel no va a ser desde luego quien le dé mayor valor a la vida de los carceleros que custodian a los rehenes que a los propios rehenes.

La frase de Golda Meir «la paz llegará cuando los palestinos amen más a sus hijos de lo que odian a los judíos» se ha demostrado de nuevo cierta este fin de semana.

Pero, por si todavía dudan de lo anterior, sepan que Yahya Sinwar, el líder de Hamás y dueño de las vidas de dos millones de palestinos y 116 rehenes judíos, ha afirmado que las víctimas civiles palestinas son siempre bienvenidas porque ayudan a incrementar la presión occidental sobre Israel. Así que cuantas más muertes, mejor para él.

Lo ha desvelado el diario Washington Post, que ha tenido acceso a los mensajes que Sinwar ha enviado al resto de dirigentes de Hamás refugiados en Catar.

«Son sacrificios necesarios» dice un Sinwar que desconoce que esas víctimas ni siquiera necesitaban morir porque la prensa occidental publicará igualmente cualquier cifra que dé la banda terrorista, simplemente añadiendo al bulo la coletilla «según fuentes de Hamás». Es decir, sabiendo que lo que publica es mentira, pero amparándose en que la trola lleva la marca de agua de Hamás y no la del diario.

Así que cuando Hamás dice que tal o cual operación israelí ha dejado doscientos muertos, ¿qué más da que esa cifra sea real o no, si los medios occidentales la van a dar por válida en cualquier caso? 

Que Sinwar es un psicópata lo demuestra su disposición a sacrificar a todos los palestinos que sea necesario a cambio de un solo rehén sabiendo que el escándalo mediático, siempre en contra de Israel, está garantizado de cualquier manera.

Y sólo una prensa occidental en manos de irresponsables y turistas de la empatía bobalicona publicaría esa cifra sabiendo que es la clase de publicidad que Hamás busca.

Mejor dicho. Sabiendo que la publicación de esas cifras es el mayor incentivo que puede dársele a Hamás para que eternice el conflicto y siga negándose a entregar a los rehenes que continúan en sus manos. Esa guerra es la que está ganando Hamás gracias a los miles de burros de troya que Occidente mantiene en sus medios de comunicación.

No se escandalicen. Las culturas de la muerte tienen sus ventajas. Los propios terroristas palestinos son conscientes de ello cuando exigen la libertad de cientos de terroristas encarcelados en Israel a cambio de la vida de un solo rehén judío.

Si Israel valorara tan poco la vida como Hamás, el precio sería de uno a cambio de uno. Siendo desproporcionadamente diferente, el precio es exorbitante: cientos de asesinos a cambio de una sola víctima.

Lo que está diciendo Hamás es que el valor que Israel le da, no a las vidas concretas de cada israelí o de cada palestino, sino a la vida en general, es muy superior al que le dan ellos. Que es ninguno.

Les recomiendo un buen artículo. Se titula Israel no hace cuentas y es de Gustavo Noriega.

Noriega empieza hablando de Salvar al soldado Ryan, la película de Steven Spielberg en la que seis soldados sacrifican su vida para salvar la de uno solo, el James Ryan del título.

«Que en el transcurso de la película murieran seis personas para rescatar a una me sorprendía, pero en determinadas circunstancias no todas las vidas valen igual, algunas son especialmente valiosas, porque preservarlas significa algo superior. No se trata de una cuenta aritmética, sino de un gesto heroico» dice Noriega.

«Más allá de la guerra informativa que despliegan los países que odian a Israel, dando cifras incomprobables y que habitualmente son desmentidas, no están entendiendo algo esencial» continúa Noriega.

«Como la de James Ryan en la película, la vida de los cuatro secuestrados no era fungible, no iba a desindividualizarse en una mar de vidas equivalentes. No había un número razonable de vidas a perder para su rescate. Para Israel el mensaje era muy claro. Si un ejército enemigo va a incursionar en su territorio, secuestrando a sus ciudadanos, Israel no va a hacer cuentas para ver si vale la pena recuperarlos».

O dicho de otra manera. Si en la operación de rescate de los cuatro rehenes hubieran muerto cinco soldados israelíes, la operación todavía habría valido la pena porque lo que estaba en juego no eran simples vidas fungibles, sino un valor superior.

Precisamente, el de la vida como concepto superior al de la muerte. Ese que Hamás y sus sicarios occidentales no comprenden.

Así que el debate real no es el de cuántas muertes son tolerables en el rescate de cuatro rehenes, sino el de si usted defiende una cultura de la vida o una de la muerte.

«Salir a rescatar ciudadanos secuestrados sin hacer cuentas. A mí eso me parece extraordinario, me causa una emoción tremenda. Tener un Estado que vela por ti, que no se va a desentender, que no va a pasar un día sin que te busque, y que la cuenta nunca le va a dar demasiado alta como para no intentar recuperarte. Es una señal tremenda para los grupos que pretendan meterse en territorio israelí, pero sobre todo para los ciudadanos de ese país. Sentirse así respaldado por un Estado, qué sensación increíble» dice Noriega.

Qué sensación increíble, efectivamente, la de que tu país valore más tu vida, pero sobre todo «la» vida, que el coste que pueda suponer para los delincuentes que la amenazan.

¿Creen ustedes que viven en ese tipo de país?