Cronología de un montaje

ABC 03/10/14
JAIME GONZÁLEZ

· La independencia como coartada

Sospecho que lo más grave que ocurriría en esa supuesta Cataluña independiente no sería el colapso económico, sino el colapso del pensamiento, que es el preludio de la falta de libertad. El proceso rupturista catalán se fundamenta en la inversión de los principios del Estado de Derecho: primero se invocan los sentimientos, la voluntad del pueblo, las raíces y la historia para saltarse la ley. Pero si lograran su objetivo, su desprecio al ordenamiento jurídico harían de su «ley» un instrumento implacable ante la ausencia de contrapoderes.

El desdén que exhibe el soberanismo catalán hacia los principios constitucionales es indiciario de un comportamiento incompatible con la democracia, de manera que cabría preguntarse si esa Cataluña independiente, regida por los mismos que ahora animan al pueblo a rebelarse en las calles, sería un Estado de Derecho en el sentido más amplio del término o un régimen donde unos cuantos ostentaran un poder absoluto. Y me pregunto cuántos de los que estos días se han echado a la calle en Cataluña para reivindicar su derecho a decidir y arremeter contra el Tribunal Constitucional no terminarían añorando aquel «Estado español» en el que la democracia, con todas sus imperfecciones y crisis, era –pese a todo– una garantía de libertad y convivencia.

El soberanismo ha recurrido al pueblo y sus sentimientos como coartada para justificar un proceso de secesión que durante décadas ha sido alentado y modelado de manera artificial en su cadena de montaje. No es verdad que el gen de la independencia se encuentre en el ADN de la sociedad catalana, sino que la sociedad catalana ha sido manipulada para alterar sus señas de identidad y desproveerla de ese carácter abierto y transversal en el que el catalanismo no era un sentimiento excluyente, sino plenamente integrador.

No es verdad que el independentismo catalán sea algo natural, sino un producto de laboratorio. Ahora que Mas y sus soberanistas cofrades deambulan por el filo de la insumisión, me he animado a imaginar cómo sería el latido de la calle de esa supuesta Cataluña independiente. Cierro los ojos y no escucho nada. Tanto silencio me resulta inquietante.