Cuando las barbas de Kosovo…

En el pasado la referencia fue Irlanda; luego Suráfrica. Pero aquí el que va a traer cola es Kosovo. Hasta que el tour turístico-soberanista aterrice allí y nos enseñe sus miserias… Puede descubrirnos que la secesión es sólo el anhelo de unas élites (las menos perjudicadas), y que la separación, en principio, es una cosa mala para la gente sencilla.
Se nos escapa la patria entre los dedos. Un incendio destruye uno de los dos caseríos más antiguos de Fruiz, localidad cuyo nombre no me suena pero que intuyo debe ser (espero no confundirme) aquélla que los viejos del lugar llamábamos Frúniz. El paisaje de nuestra madre tierra, Ama Lur, ya no será lo que era sin ese caserío.

Para que no siguieran matándose sus habitantes tuvieron que ir las odiadas tropas españolas a Kosovo, a poner paz. Y ahora, cuando de momento se ha calmado la cosa, unilateralmente, ha declarado la independentzia, convirtiéndose por este hecho, tras Montenegro, en el referente del soberanismo: todos a Kosovo.

Así como en el pasado fue Irlanda la referencia, ahora lo será Kosovo. Viajar a Irlanda no estaba mal, quedaba cerca, las películas de Ford nos la había aproximado a nuestro imaginario. Eran como de casa, aunque cuando llegabas allá te dabas cuenta de que no tanto. Pero el viaje ha dejado de estar de moda cuando los del IRA decidieron dejar las armas de una puñetera vez, tras confesar que no habían servido para nada. Y el modelo de paz de Irlanda, donde se conformaron con un estatuto de autonomía pequeñito comparado con el de casa, empezaba a ser contraproducente para las ansias nacionalistas vascas. Pero hay que reconocer que ir a Irlanda no estaba mal. Siempre quedaba el recurso del paseo solitario y nocturno por Dublín, rememorando la obra maestra de Joyce y acabando por entender perfectamente, tras haber aguantado un montón de horas a los del Sinn Féin, por qué este genio de la literatura nunca fue nacionalista.

Luego se puso de moda Suráfrica, que como está más lejos a la gente le cuesta más enterarse de lo que de verdad pasó y pasa. Con diez horas de vuelo se llega a Johannesburgo y con suerte, en un clima tan suave, se puede contemplar el paisaje rosado hermosísimo de miles de jacandaras en flor. Los surafricanos hicieron la gesta histórica de superar el apartheid pero les confieso que es un país con serios problemas sociales y con una altísima inseguridad. Como modelo a imitar, a pesar de lo conseguido, tiene sus serios inconvenientes, y si van por allí la conclusión será más bien que no.

Nos quedaba Montenegro, pero es tan pequeñito el país que no ha dado para mucho. Aquí el que va a traer cola va a ser Kosovo. Hasta que el tour turístico-soberanista aterrice allí y nos enseñe todas las miserias y problemas de la realidad que sus habitantes soportan, seguiremos creyendo, ingenuos, en la parusía independentista. Pero puede, en un lugar donde las cosas están a flor de piel, por no decir en carne viva, descubrirnos que la secesión es sólo el anhelo de unas élites (precisamente las menos perjudicadas), un anhelo que de popular no tiene nada, y que la separación, en principio, es una cosa mala para la gente sencilla.

Mientras, EDF, empresa eléctrica pública francesa, realiza todas las gestiones para comprar una de las últimas joyas de la empresa vasca que nos queda, como es Iberdrola. Y no es que sólo nosotros estemos embobados mirando tours soberanistas o estampas lastimosas de caseríos en ascuas, es que otros tampoco se enteran de lo que hay que preocuparse de verdad. El mal es hispánico, no sólo vasco. Esto sí que es la constatación de que las cuestiones serias de verdad, el futuro energético y una empresa enclavada en Euskadi, se nos escapan entre los dedos.

Eduardo Uriarte, EL PAÍS, 20/2/2008