Cuestión de pactos

La política de alianzas va a ser ahora mucho más complicada. Es posible que en los dos próximos años haya una mezcla de pactos, de socialistas y populares en algunos lugares o del PSE y el PNV en otros. Los pactos con Bildu en este momento son prácticamente imposibles para el PSE y el PP y muy difíciles para el PNV.

Las elecciones del domingo han dejado tocado al Partido Socialista de Euskadi y, de rebote, al Gobierno vasco. El PNV piensa que eso debería provocar un adelanto de los comicios autonómicos porque las urnas han dejado en evidencia al Ejecutivo de Patxi López. Su Gobierno, se alega, no es representativo de la imagen actual de la sociedad vasca.

Es evidente que Patxi López ha quedado debilitado por estos resultados, pero quien de verdad ha quedado a los pies de los caballos es el presidente del Gobierno de España y secretario general del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero. Él es el gran perdedor de estos comicios. Zapatero ha anunciado que tiene el propósito de agotar la legislatura y eso sólo es posible gracias al pacto de apoyo que tiene con el PNV. Si este partido cree que un presidente derrotado en las urnas debe convocar elecciones tendría que quitar de inmediato su apoyo a Zapatero para forzarle a dar el paso. Eso sería lo coherente, Sin embargo, hasta el momento, el partido nacionalista no se ha planteado nada de eso.

Nadie niega los efectos adversos que una derrota en los comicios locales puede tener en la acción del Gobierno que ha perdido en las urnas, pero si cada vez que hay unas elecciones tiene que renunciar el ejecutivo la vida política no tendría estabilidad ninguna. Un ejecutivo se mantiene mientras conserve el apoyo de la cámara que le ha nombrado y hoy Patxi López tiene respaldo suficiente para seguir adelante.

Otra cosa distinta es que, a la vista de los resultados del domingo, a partir de ahora la política de pactos va a ser mucho más complicada. La simplificación que se ha producido del mapa electoral, con la práctica exclusión de las formaciones más pequeñas, como Aralar, EB o Hamaikabat, reduce el número de combinaciones posibles y no todas son aplicables en todos los sitios. Ya no es posible la aritmética de los tiempos de Ibarretxe, en los que un partido grande, el PNV, con un par de socios pequeños resolvía los problemas de estabilidad cotidiana.

Así que es posible que en estos dos años próximos haya una mezcla de pactos, de socialistas y populares en algunos lugares o del PSE y el PNV en otros. Los pactos con Bildu en este momento son prácticamente imposibles para el PSE y el PP y muy difíciles para el PNV, así que es más probable que haya movimientos de acercamiento entre los últimos tres partidos que con la coalición independentista.

Una de las características del sistema político vasco es la fragmentación y la falta de mayorías absolutas, salvo situaciones excepcionales. Ese esquema puede prolongarse en el futuro y, por tanto, puede haber quien empiece a añorar los acuerdos entre socialistas y el PNV de los años ochenta, acuerdos suficientes para garantizar la gobernabilidad de gran parte de las instituciones que, además, cuentan con la aceptación de un sector posiblemente mayoritario de la opinión pública, tal y como han revelado a lo largo de los últimos años diversos estudios sociológicos.

Florencio Domínguez, EL CORREO, 24/5/2011