«De la España del 36 queda la intolerancia del discurso público»

 

Antonio Muñoz Molina cree que de la España de 1936, la de su última novela, no queda «prácticamente nada», aunque sí «cierta tendencia a la intolerancia en el discurso público hacia las posiciones que uno no comparte». El escritor jienense denuncia «la fuerza venenosa de las ideas» y asegura que «el debate público es de una aspereza y tosquedad sorprendentes».

Antonio Muñoz Molina cree que de la España de 1936, la de su última novela, ‘La noche de los tiempos’, no queda «prácticamente nada», aunque sí «cierta tendencia a la intolerancia en el discurso público hacia las posiciones que uno no comparte», de «negarle todo al que no es como tú».

«Le he dado muchas vueltas, es muy llamativo. La gente es respetuosa en el debate privado, pero en el público es de una aspereza y una tosquedad muy sorprendente, algo pasa», ha asegurado este martes el escritor jienense en la presentación de su libro en San Sebastián.

A Muñoz Molina no le gusta remontarse muy atrás para buscar una explicación a sus afirmaciones, pero en este caso cree que «ese conmigo o contra mí» proviene «de muchos siglos de ortodoxia católica y contrarreformista y de limpieza de sangre». «La democracia no ha sabido crear un verdadero debate democrático.

Ha señalado que en San Sebastián, ciudad por la que siente «una vinculación emocional muy fuerte», ha estado pensando en «la fuerza venenosa de las ideas» y en la zozobra que le produce cuando piensa que «hay gente que mata en su nombre». «Muchas veces se dice que alguien murió por sus ideas, pero no por las ideas de aquél. Las ideas hacen que la gente delire. Cada vez me gustan menos. Sólo me creo los actos», asegura el escritor.

Un espíritu pragmático que también tiene el protagonista de ‘La noche de los tiempo’, el arquitecto Ignacio Abel, un personaje con muchas aristas, un socialista que vive una intensa historia de amor en una España a punto de entrar en guerra, que verá cómo después del 18 de julio de 1936 los suyos «ejecutan con furia y torpeza» y los otros «con una metódica deliberación de matarifes».

«Uno de los impulsos que me guiaron es la complicación tremenda que tiene la verdad y lo ingrato que es aceptarla en su totalidad casi por todos. La verdad está llena de pinchos; unos producen fervor y alegría y a otros da mucho miedo mirar», indica el creador, quien deposita en figuras de la época, como Rafael Alberti o José Bergamín, una mirada no precisamente complaciente.

Muñoz Molina considera que no es imprescindible la distancia para adentrarse en dramas como el de la Guerra Civil. De hecho, asegura que ‘A sangre y fuego’ es uno de los mejores libros y más ecuánimes sobre la contienda y su autor, Manuel Cháves Nogales, lo escribió en París en 1937.

EL MUNDO, 2/12/2009