Desafío y chantaje

… atemos de pies y manos a la supuesta bruja y arrojémosla por un precipicio; si, a pesar de las ataduras, remonta el vuelo, no hay duda de que era una bruja; si se estrella contra el suelo… que Dios acoja en su seno a la inocente mujer. Cualquier resultado servirá de prueba contra la bruja ‘Zapatera’.

En su comunicado del jueves, ETA sostiene que «el proceso» -tampoco a ETA le gusta hablar de proceso de paz- ha entrado en crisis y amenaza con «responder» a los que considera ataques a la izquierda abertzale procedentes de la «maquinaria represiva» de los estados español y francés. El PP y su entorno opinático han considerado este comunicado como un chantaje explícito al Gobierno. Estos mismos medios fueron los que, unos días antes, calificaron de «desafío al Estado» la huelga de hambre emprendida por De Juana Chaos para exigir que se considere legalmente cumplida su pena de prisión y, en consecuencia, sea excarcelado.

Chantaje y desafío. ¿De qué estamos hablando en realidad? No hay duda de la intención de ETA: busca chantajear y desafiar. Otra cosa es que tal intención tenga éxito. De ser algo, el comunicado es prueba de que no hay dejación alguna por parte del Gobierno, de que éste no se ha separado ni un milímetro del compro- miso asumido ante el Congreso de los Diputados. Sin embargo, lo que algunas opiniones quieren transmitir no es esto, sino que ETA ha conseguido efectivamente chantajear al Gobierno.

La tesis del Gobierno claudicante, convertida en dogma desde el principio, es glotona y exige satisfacer su gula por cualquier medio. Ya sea que ETA o Batasuna digan que las cosas van bien, ya sostengan que el proceso está en trance de romperse, la doctrina Acebes -«esto no es un proceso de paz, sino un proceso de chantaje»- sólo permite llegar a una conclusión: que el Gobierno de Zapatero ha claudicado ante los terroristas. Pero, si de verdad se ha claudicado, si el chantaje ha tenido éxito, ¿por qué dicen ETA y Batasuna que las cosas van mal? Perdón, lo olvidaba; según el libro de estilo del PP, la explicación es muy simple: porque el Gobierno aún no ha claudicado lo suficiente.

Lo que puede acabar pasando es que, en efecto, ETA decida «responder». De la entidad de esta respuesta dependerá que el camino hacia la superación de la violencia se cierre o no en los próximos tiempos. Si esto ocurre será una tragedia de la que sólo será responsable -penal, en el caso de los terroristas, política y moral, en el caso de los dirigentes de Batasuna- una izquierda abertzale incapaz de aceptar la realidad de su derrota histórica. Ahora bien: si tal cosa ocurre, si -pongámonos en lo peor- ETA vuelve a asesinar, ¿se desdecirá el PP de sus acusaciones de debilidad al Gobierno de Zapatero? ¿Ha de ser esta la prueba de fortaleza democrática que reclama?

Sería el colmo que el PP se plantee todo esto como un auto de fe: atemos de pies y manos a la supuesta bruja y arrojémosla por un precipicio; si, a pesar de las ataduras, remonta el vuelo, no hay duda de que era una bruja; si se estrella contra el suelo… que Dios acoja en su seno a la inocente mujer. Pero así parece que se están planteando las cosas. Con el agravante de que, en este caso, tanto si el proceso de paz remonta el vuelo como si se estrella, el inquisidor no dejará que sus sospechas se debiliten: cualquier resultado servirá de prueba contra la bruja ‘Zapatera’.

Imanol Zubero. El Correo, 20/8/2006