Santiago González-El Mundo

La jornada del miércoles fue un momento cumbre de la idiocia en Cataluña. El líder Torrent marca el nivel al convocar un pleno para dar respuesta a la detención de Puigdemont en la gasolinera alemana del patito. Muy probablemente trataba de dar una doble respuesta: al Estado y la euroorden y a la chusma que integra los CDR, que han promovido altercados violentos en toda Cataluña desde el mismo domingo por la tarde.

La convocatoria de Torrent era una superchería, mero postureo. El único cargo con capacidad para designar a un candidato es precisamente el presidente del Parlamento. De ahí que constituya una falacia tantas veces repetida que «ningún juez puede decidir quién será el presidente de la Generalitat». Es una formulación viciada. No es misión del Poder Judicial decidir quién se presenta a la investidura, pero sí puede decir quién no puede ser candidato por tener problemas con la ley.

De ahí que la propuesta que llevaba Torrent al pleno, reivindicar el derecho de los encarcelados a afrontar la investidura, era puro acto de melancolía. Como el transexual de La vida de Brian, Puchi no puede parir porque no tiene matriz. De nada vale reivindicar su derecho a ser madre, vale decir investirse, sobre todo cuando la reclamación parte de la autoridad legitimada para proponerlo.

Él sabe que proponer tal cosa le llevaría a afrontar una conversación serena, pero comprometida, con el juez Llarena y prefirió la pantomima que le permitía nadar y guardar la ropa. Volvió a repetir postureo cuando el preso de Nemünster solicitó el voto delegado. El presidente de la Cámara aplazó la respuesta para no provocar al Tribunal Supremo.

Los tres partidos golpistas –JxCat, ERC y la CUP– se unieron en dos cuestiones clave y recibieron en ambas el apoyo de Podemos: no condenar las acciones de violencia que los antisistema están provocando en Cataluña y exigir la libertad de los encarcelados. Lo que provocó una respuesta impecable de Inés Arrimadas, la mejor parlamentaria de esa desdichada Cámara, al preguntar a sus señorías golpistas qué sería lo siguiente, después de decidir quién sale de la cárcel, quizá decidir quién entra. En algo se equivoca: eso ya lo tienen decidido y a ella le tocaría entrar.

La portavoz de Ciudadanos hizo la propuesta que pedían el sentido común y la decencia: exigir la dimisión de Torrent. No salió y en esta ocasión se sumó al golpismo MiquelIceta. Arrimadas ya sabía que le iban a tumbar la propuesta, pero tal vez prefirió hacer pedagogía. Análogo razonamiento podría servir para haber hecho valer su condición de ganadora de las elecciones y exigirle al insuficientón del Parlament que la hubiese propuesto como candidata a la investidura.

Mientras todo esto ocurría, las reservas hoteleras para esta Semana Santa en Barcelona bajaban un 13% y la fundación que gestiona la Barcelona World Race ha cancelado la cuarta edición que se iba a celebrar en enero de 2019, por la falta de presupuestos y por la falta de estabilidad política en Cataluña, aunque esas cositas no parecen preocuparle a nadie en el Parlament.