Después del desarme

TONIA ETXARRI, EL CORREO 19/02/14

Tonia Etxarri
Tonia Etxarri

· El próximo viernes, 21 de febrero. El mismo día en que el Parlamento vasco recordará a Fernando Buesa, asesinado por ETA hace 14 años, el grupo de los llamados verificadores encabezados por Manikkalingam aterrizarán en el País vasco para posar en las fotos del desarme progresivo que la banda terrorista parece dispuesta a facilitar. Independientemente del «atrezzo» elegido para esta fase de la propaganda (ETA anunciando que anunciará un anuncio que no es el que la mayoría de ciudadanos espera), hasta aquí podemos leer. Porque más allá del desarme no habrá siguiente paso. ETA no quiere disolverse sino «transformarse». Y el PNV ha dejado de exigírselo. A partir del momento en se percató de que la exigencia de la disolución no iba a reportar resultados visibles a corto plazo, se apeó de ese recorrido para centrarse en el desarme, desplegando una estrategia de gestos de acercamiento a la izquierda abertzale.

Una estrategia que intenta compensar con guiños hacia las víctimas del terrorismo que, por ser tan tardíos, no alivian a los afectados. Desde que ETA mató al dirigente socialista, vicelehendakari y parlamentario vasco Fernando Buesa, el PNV cometió algunos despropósitos. La historia recuerda, a quienes no vivieron en primera línea aquellos años de plomo, muchos desplantes y desprecios hacia las familias de los asesinados. Quizás por eso el lehendakari Urkullu quiso, apenas hubo comenzado su mandato, pedir «perdón a las víctimas por la sensación de olvido y lejanía que hayan podido tener de las instituciones vascas».

El caso es que han tenido que pasar 14 años desde que ETA mató a Fernando Buesa para que el PNV proponga, ahora, que el Parlamento recuerde a sus parlamentarios asesinados. Sus más allegados, los socialistas, vienen haciéndolo durante todo este tiempo. Al igual que el PP. «Nunca es tarde para unirse a esta causa», comentan con cierta ironía los socialistas y populares (también UPyD aunque su historia es muy reciente en las instituciones vascas) para reprochar al PNV que haya dejado de exigir la disolución de ETA.

Los ritmos son más lentos de los que la izquierda abertzale espera. Y acusa al Gobierno de Rajoy de «inmovilista» por haber situado su ‘línea roja’ en la disolución. Pero oculta los parones registrados en el Parlamento vasco en donde EH Bildu permanece tan inmóvil que sigue sin rechazar la historia de ETA. Y la ponencia de paz, en consecuencia, paralizada. Al congregar tan sólo al PNV y a los herederos de Batasuna está resultando un fracaso.

Entre un Estado obligado a hacer cumplir la ley y los colectivos que exigen un premio para ETA por haber dejado de matar se antoja difícil imaginar un termino medio. ¿Los presos que quieren acogerse a los beneficios penitenciarios están preparados para la reinserción? ¿O tan sólo quieren sacar ventaja de la situación? Pocos partidos en Euskadi se hacen estas preguntas.

Soares Gamboa se arrepintió y, para demostrar que no era una pose, colaboró con la Justicia. No parece que estemos ahora en esa situación. Después del desarme tendrían que disolverse. No es cuestión de tiempos. Se trata de principios democráticos. De construir el futuro sobre la verdad, no sobre la farsa.

TONIA ETXARRI, EL CORREO 19/02/14