El año que votamos peligrosamente

EL CORREO 17/09/14
TEODORO LEÓN GROSS

Al mapa político español le va a suceder en los próximos meses como al mapa de los Balcanes: no lo va a conocer, Guerra dixit, ni la madre que lo parió. Tal como allí con el puzzle de Eslovenia, Croacia, Bosnia o Kosovo sobre el yugo eslavo de Serbia, y en las estribaciones Eslovaquia o Ucrania al fragmentarse el viejo mundo soviético, aquí las grandes potencias PP y PSOE verán desmoronarse sus dominios imperiales en la derecha y la izquierda, sobre todo la izquierda. Por la orilla desalentada del PP se abre la negociación UPyD-Ciudadanos y no es impensable que la inteligencia se imponga a los gestos teatrales de cara a la galería; en la izquierda habrá seísmo con Podemos, tercera fuerza en los sondeos hasta frisar medio centenar de escaños fagocitando a IU e invadiendo todas las fronteras. Y además Cataluña patas arriba. El futuro no es lo que era.

El reventón catalán va rápido. Mas acaba de bendecir el adelanto electoral, con el mensaje implícito de que esto irá mal o mal: urnas o frente nacionalista. Su liderazgo ya es un fracaso para la leyenda: el adelanto para consagrarse le restó doce escaños, y desde entonces sólo ha transferido electorado a la izquierda radical (ésa que llama a ‘la desobediencia civil’, léase ‘¡viva Cartagena!’), engrasando un ‘sorpasso’ histórico. ERC prefiere sostener al muerto que gestionar el desastre incluso con una ‘candidatura plebiscitaria’ conjunta CiU+ERC, única vía para mantener la imagen dominante del independentismo. Allí se estrenará el protagonismo real de Podemos y Ganemos, con el éxito del mensaje social, mientras Partido Socialista y PP naufragan con CiU, tras años de irresponsabilidad en estéreo entre Zapatero alentando un Estatut con barra libre y Rajoy con su áspera campaña de firmas llena de invectivas contra Cataluña. Ya sólo queda apelar al mito del seny.

El segundo sprint, tras la meta volante catalana, son los ayuntamientos antes de llegar a las generales de otoño: difícilmente el PP podrá resistir con su reforma ventajista, que además daría pólvora a Bildu y a la ‘coalición plebiscitaria’ CiU+ERC, en todo caso arrolladora allí. La izquierda bulle más allá de un PSOE sin pegada –el partido le va a cortar a Sánchez su hostilidad contra Podemos; de hecho Andalucía ya se ha desmarcado– y la sombra de la ‘grosse koalition’ hunde a los socialistas. Podemos no deja de crecer con los ataques de las grandes potencias; en definitiva es un ‘monstruo’ abonado por ellos con su persistente cortoplacismo ventajista, corrupción, manipulación judicial y tacticismo (la derecha ahora tira la ley del aborto, otro hito de su programa falso) en el caldo de cultivo de la crisis. Es seguro que de aquí a un año, entre las cenizas aritméticas de un tiempo irresponsable, esto no será lo que era. Nadie sabe, eso sí, si será un vuelco circunstancial. De momento la respuesta lleva la marca de la casa: no hacer nada.