El antídoto catalán

EL CORREO 19/10/14
ALBERTO AYALA

· El PNV seguirá con el freno de mano echado aunque haya, como parece, unas plebiscitarias. Sólo después podría revisar su estrategia

La actualidad política catalana va a seguir escribiéndose en las próximas semanas en clave de conflicto. Sin duda con el Estado. Pero también internamente. Si las opciones de que la tormenta terminara por alcanzar al País Vasco ya eran mínimas, el paso de los días no ha hecho sino diluirlas por completoa. El PNV se distanció de la ‘vía catalana’ desde el principio en contraste con una izquierda abertzale que la abrazó con el fervor del converso recién llegado. La forma en que sigue enredándose la madeja en el Principado no ha hecho sino ratificar a los jeltzales en el acierto de sus análisis y sus decisiones posteriores.

El propio Andoni Ortuzar lo volvía a confirmar el jueves. El presidente del EBB insistió en que las prioridades jeltzales se llaman crisis y cierre definitivo del capítulo terrorista. La ampliación del autobierno vasco, los sueños soberanistas, quedan aparcados, al menos, hasta 2016. Para entonces ya se sabrá quién va a gobernar la próxima legislatura España y, sobre todo, en qué condiciones de precariedad. Tras el sopapo que recibió en su día el plan Ibarretxe y el complejísimo momento por el que pasa el proceso catalán, los jeltzales no tienen ganas de empezar nada que no sepan, siquiera aproximadamente, cómo va a acabar.

Eso quiere decir que la Euskadi política seguirá con atención, pero con distancia, lo que ocurra con la pseudoconsulta del 9 de noviembre. También si el president Mas logra o no convocar unas elecciones de corte plebicitario y, en caso afirmativo, cuál es el veredicto ciudadano en las urnas. No digamos ya la respuesta del Estado. Si se llegara a ese momento, las dos grandes fuerzas abertzales examinarían de nuevo su ‘hoja de ruta’ bien para modificarla, acelerarla, ralentizarla o refrendarla.

Mientras, en Cataluña las cosas siguen sin terminar de clarificarse. Si el nacionalismo quiere que fuera del Principado se preste un mínimo de atención a lo que suceda allí el 9-N debe conseguir varias cosas. Lo primero, y fundamental, ofrecer garantías de que una misma persona no podrá votar las veces que desee. Si no lo hace, el resto sobrará.

Pero, además, debe conseguir una movilización mínimamente apreciable. En qué guarismos se traduce eso no está escrito. Sí cabe aportar algunos números que pueden resultar significativos y que sobrevolarán los análisis posteriores.