El carnaval navarro

TONIA ETXARRI, EL CORREO 03/03/14

Tonia Etxarri
Tonia Etxarri

· El líder del PSN ha explotado tanto la escenificación contra Barcina que, al final, ha habido más teatro que sustancia.

Los socialistas navarros han tenido que echar el freno. Desde aquel órdago lanzado por su secretario general al referirse a la presidenta Yolanda Barcina «o se va o la echamos» a la ronda de contactos con todos los partidos menos con EH Bildu, han transcurrido quince días determinantes en la convulsa política de la comunidad foral. En la comisión parlamentaria de investigación se ha visto cómo la burbuja de la corrupción iba ‘pinchando’ hasta ver sustituida la nominación del presunto delito por el de irregularidades o injerencias. Al propio secretario general de los socialistas navarros, adalid de la denuncia, le han sacado los colores en estos días de intensos debates cuando la presidenta del Gobierno foral recurrió al archivo para demostrar que él también se había interesado por algunas empresas navarras ante Hacienda, durante su mandato como vicepresidente. El mismo hecho por el que él ha basado toda su denuncia contra Yolanda Barcina para provocar su dimisión.

El cazador, cazado. Y el mismo dirigente que hace tan sólo un par de semanas aparecía retador ante las cámaras diciendo que «el Partido Socialista en Navarra soy yo», para marcar su territorio frente a la dirección del PSOE que ya había dicho que con EH Bildu no pensaba ir «ni a la vuelta de la esquina», se halla ahora inmerso en pleno proceso de maquillaje de lo que fue su ultimátum precipitado. Quince días después de haber lanzado la operación de alto riesgo de querer presentar una moción de censura contra la presidenta del Ejecutivo navarro sin importarle las alianzas que necesitaba para que su iniciativa triunfara en el Parlamento, ahora Roberto Jiménez se va de rondas. Que es lo que suelen hacer todos los responsables políticos cuando no saben exactamente qué proponer y necesitan, sobre todo, ganar tiempo.

El dirigente del PSN, tan impaciente por echar del gobierno a Yolanda Barcina, ha visto cómo su maniobra se le ha vuelto en contra. La dirección de su partido, el PSOE, intenta marcar las directrices a todas sus baronías con la misma autoridad con la que ejerció José Blanco cuando, en 2007, desautorizó desde Ferraz a Fernando Puras a pactar con los nacionalistas e Izquierda Unida obligándole a facilitar con su abstención la investidura de Miguel Sanz. Del final político de Fernando Puras, que acabó dimitiendo, muchos se están acordando estos días porque les recuerda aquella situación a la que ahora está protagonizando Roberto Jiménez.

Hay cosas que nunca cambian en los partidos. Y el rédito electoral es la piedra angular en la mayoría de los casos. Y al PSOE, que está echando los restos para movilizar a su electorado en los próximos comicios europeos, ni le interesa que coincidan las elecciones adelantadas en Navarra –como pretende su dirigente local– con las europeas, ni puede correr el riesgo de que le acusen de mantener una connivencia con los herederos de Batasuna. Porque el PSOE se juega tanto en estos comicios europeos que no puede permitirse ni un tropezón. Y en Navarra, si la operación de derribo del Gobierno de UPN pasa por dejarse querer por la izquierda abertzale, la apuesta no les compensa. Le costaría mucho a Elena Valenciano pasearse por los foros de debate teniendo que explicar las diferencias entre las coincidencias en los votos y los pactos explícitos.

Las alianzas injustificables no pueden ser excusa para no combatir la corrupción, venía a decir Alfredo Pérez Rubalcaba, consciente de que la máxima podía ver alterado su orden y volverse en su contra. A saber: la batalla contra la corrupción no puede ser excusa para aliarse con los herederos de Batasuna. Por ejemplo. Y si la corrupción en cuestión se ha quedado en irregularidades e injerencias, habrá que admitir que la oposición ha explotado al máximo la escenificación. Ayer un dolido Salvador Ulayar , víctima del terrorismo y testigo presencial del asesinato de su padre en Etxarri Aranatz, se dirigió al líder socialista navarro a través de su cuenta en ‘Twitter’ para decirle que «no tiene nombre tu chalaneo» con la izquierda abertzale. Y su mensaje se extendió por las redes sociales en cuestión de segundos.

El PSOE sabe que una coincidencia con los herederos de Batasuna no sería entendida por buena parte de su electorado. Porque siguen sin rechazar la historia de ETA. Y porque llevan en su ADN forzar la anexión de Navarra al País Vasco. ¿Ese sería el proyecto de los socialistas para Navarra?. El pulso mantenido entre el PSN y la dirección del PSOE no ha terminado. Los navarros quieren elecciones adelantadas aunque coincidan con las europeas. Pero como sólo se puede dar esa ‘conjunción planetaria’ a través de una moción de censura aprobada por mayoría absoluta, Jiménez se va de rondas. Con todos los partidos menos con Bildu. Un golpe de timón en la puesta en escena para marcar distancias de la izquierda abertzale, a la que necesita para desalojar a UPN del Ejecutivo.

Podrá dar vueltas en el laberinto donde se ha metido. Delegando en otros grupos para presentar la moción de censura, por ejemplo. Pero la única salida para provocar un cambio en el gobierno es a través de esa iniciativa parlamentaria ganada por mayoría absoluta. Tiempos de carnaval en época de elecciones. El dirigente socialista navarro ha explotado tanto la escenificación que, al final, ha habido más teatro que sustancia. El abuso de la representación puede acabar pasándole la factura de la credibilidad. Una virtud fundamental a la hora de depositar la papeleta en la urna.

TONIA ETXARRI, EL CORREO 03/03/14