El consejero delegado

ABC 14/07/14
IGNACIO CAMACHO

· La apuesta de Susana Díaz por Sánchez pretende hacer del nuevo secretario general una suerte de consejero delegado

NO ha ganado sólo por apostura, aunque su agradable porte de reverberaciones felipistas haya resultado esencial para generar empatía frente al carácter tímido, huidizo y oblicuo de un Eduardo Madina perdedor hasta en su País Vasco. Pedro Sánchez ha vencido porque ha suscitado menos dudas y porque ha contado con el apoyo abierto de la mayoría de los barones territoriales y en especial del PSOE andaluz y de su peso cuantitativo y orgánico. Y ese respaldo decisivo va a constituir la primera hipoteca de su liderazgo. Con una cuarta parte del total de los militantes y el principal bastión de poder institucional que hoy tiene el partido, la federación de Andalucía pretende sin tapujos erigirse como referencia del próximo congreso y de la nueva etapa abierta con las primarias de ayer. Unas primarias que, si Susana Díaz decidiese dar el salto a Madrid a través de la candidatura a la Presidencia del Gobierno, apenas habrían servido para elegir una especie de consejero delegado.

Díaz ha aprovechado el vacío de autoridad de la etapa rubalcabista para devolver al PSOE andaluz al papel cenital que desempeñó en tiempos de Felipe González. Brincando sobre las olas de la corrupción del largo régimen hegemónico procura hacer valer su condición de «máxima accionista». Le faltó audacia para competir en este envite porque quería una aclamación sin cortapisas y sobrevaloró a Madina, pero se sabe el eje coaxial del partido y quiere ejercer de depositaria dinástica del legado socialdemócrata. Su apuesta por Sánchez trata de apuntalar ese rol preeminente que sólo Zapatero esquivó, y no sin condiciones ni pactos. Pero el antiguo líder era también el candidato. Ahora, en cambio, cualquier hoja de ruta propia del recién elegido pasa por sacudirse la tutela de Susana o acordar con ella un reparto.

Con Carmen Chacón en su autoexilio de espera y dudas, el punto débil de la presidenta de la Junta consiste en que no tiene definida la estrategia ni el calendario. Aliada con la mayoría de los barones va a presionar en el congreso federal para alejar la fecha de las otras primarias con el objetivo de ganar tiempo; ése será un buen parámetro para medir la autonomía de Sánchez como primer secretario. La campaña no ha servido para definir un proyecto ideológico, de modo que el nuevo líder habrá de perfilarlo pronto si no quiere que se lo dé hecho el susanismo con su mezcla de instinto populista e institucionalismo pragmático. De permitir eso será rehén de una aspirante en la sombra que en su momento sólo tendrá que avanzar el paso que hasta ahora le ha faltado.

El socialismo español está inventando sobre la marcha y en plena crisis un modelo nuevo, con todo por decidir y poco tiempo para ejecutarlo. El flamante líder tiene ahora una legitimidad directa que en teoría avala su independencia. En las próximas semanas se verá si está en condiciones de desplegarla.